Una campaña más, la Diputación de Burgos cuenta con el Grupo de Tecnologías en Entornos Hostiles (GTE) de la Universidad de Zaragoza para continuar con la labor de estudio e intervención en el entorno de cueva Román, lo que supone el subsuelo y antigua reserva de agua de la colonia romana Clunia Sulpicia. Este equipo de expertos ingenieros y espeleólogos lleva años encargándose de facilitar a los arqueólogos todo el material necesario para investigar estas galerías, su uso y lo que contienen, como el santuario priápico y las decenas de inscripciones que hay en todo el trazado conocido.
Las tres líneas de trabajo del GTE pasan por completar el modelo digital de la cueva, catalogar todas las figuras de barro e inscripciones y localizar galerías hasta ahora desconocidas. Sobre este último objetivo se está incidiendo, aprovechando el uso de la tecnología. «Estamos intentando explorar, forzar pasos, encontrar nuevas técnicas para localizar nuevas bocas, este año vamos a meter una cámara térmica intentando ver si podemos encontrar alguna galería», explica José Luis Villarroel, responsable del GTE de la Universidad de Zaragoza, que afirma que «conocemos un porcentaje relativamente pequeño de lo que es el subsuelo de Clunia, si se mira la topografía de la cueva replanteada sobre Clunia hay faltan cosas y sabemos que hay pozos en otros lados porque hay hundimientos».
Una de las evidencias que les lleva a asegurar a los expertos que aún queda mucha cueva por descubrir es la propia ubicación del santuario dentro de este espacio subterráneo. «Estamos muy obsesionados porque el santuario no tiene un acceso fácil para una persona en la época romana, porque los pozos más próximos no están tan próximos y hay casi que nadar para llegar a él y seguramente tiene una entrada que ha sido bloqueada», asegura Villarroel.
Uno de los trabajos que quedó aplazado por la pandemia, que redujo a una sola expedición su labor sobre el terreno, fue la exploración de lo que podría ser una nueva entrada a la cueva. «En el alto hay una torca natural, que es una sima de muchos metros, y habíamos decidido, de acuerdo con la excavación, vaciar toda la cantidad de escombros que había dentro porque hay muchas posibilidades de que sea un acceso a una zona de la cueva totalmente nueva», reconoce el responsable del GTE, que confía en que este año la Diputación de Burgos apueste por esta línea de investigación y se pueda contratar una empresa para realizar el trabajo de desescombro de la torca.
Tecnología en las lagunas. Para la labor de construcción del modelo digital de la cueva y la catalogación de todos los vestigios encontrados, los miembros del GTE se deben valer en muchas ocasiones de nuevas tecnologías, algunas de lo más imaginativas, para realizar su trabajo sin afectar al entorno. «En la laguna que hay antes de acceder al santuario no podíamos hacer el escaneo con los métodos tradicionales y nos inventamos un sistema con un dispositivo telemanipulado para atravesar la lagunita y realizar el escaneo, hicimos un medio barco medio trineo que se apoyaba en el fondo de la laguna con unos flotadores para que no se hundiera», relata Villarroel, ya que antes que espeleológos, los miembros del GTE son ingenieros.
En esta misma línea, en las próximas expediciones a Clunia van a estrenar su última creación tecnológica. «Ahora estamos desarrollando un barco robotizado para que él solo recorra las zonas inundadas de la cueva y haga el modelo digital», avanza José Luis Villarroel, que reconoce que este prototipo es idóneo para aquellas zonas con profundidades elevadas, de 2 a 4 metros, donde no se puede buscar la estabilidad con apoyos en el fondo, por lo que descartaron con anterioridad otras soluciones tecnológicas que había valorado.