Tradición, orgullo y olor a pólvora

F.L.D.
-

El Regimiento de Artillería de Campaña 11 (RACA) es uno de los tres que residen en Castrillo del Val. El campo de maniobras de Matagrande, en la Sierra de Atapuerca, es su principal zona de adiestramiento

Tradición, orgullo y olor a pólvora - Foto: Luis López Araico

Hay una fuerza extraña en el interior de un artillero que le invita a estar siempre cerca de un cañón. No es una cuestión de disparar y sentir la adrenalina que insufla el vivir una maniobra. Es algo más. Un sentimiento, una forma de vida que no es incompatible con disfrutar de los pequeños detalles: una ducha caliente después de cinco noches a la intemperie, la familia o incluso el abrazo de un compañero en los momentos de mayor tensión. Lo más curioso es que todo ello se puede concentrar en un día. Con los primeros rayos de sol, la base militar ‘Cid Campeador’ de Castrillo del Val se despereza.

El Regimiento de Artillería de Campaña 11 es el último de los tres que allí residen en formar. Es febrero y a los pies de la Sierra de Atapuerca el frío aprieta hasta el punto de que muchos adelantan el calentamiento de la rutina de ejercicios para no quedarse congelados en el patio de armas que decora el frontón del antiguo edificio del cuartel Fernán González de la calle Vitoria, donde hoy en día se ubica la Delegación de Hacienda. El coronel Sánchez Castro pasa revista. Todo en orden. «¡A España servir, hasta morir!». Rompen filas, arranca la jornada prolongada.

La mayoría son de fuera de Burgos, como es el caso del cabo Fernández, quien reconoce que la convivencia con miembros de la misma tropa les permite «ganar en compañerismo». Los fines de semana, algunos parten a sus casas. Otros, los que son de provincias más lejanas, pasan el sábado y el domingo allí.

Los módulos están frente al monolito que recuerda a los caídos en el terrible accidente del YAK-42 en Turquía, en el año 2003. Hay que andar un poco más para llegar hasta los garajes que protegen a los tanques y vehículos blindados. Las características del terreno del Campo de Maniobras de Matagrande les hace llenarse de barro hasta la escotilla de la ametralladora. «Estos carros sirven para apoyar la ofensiva de una brigada de Infantería», indica el capitán Pérez. Él es el encargado de explicar al resto de militares el ejercicio que harán en la sierra que cobija a la base. Indica en un mapa los movimientos, casi automatizados por el resto de sus compañeros. «¿Dudas?», pregunta, «pues en marcha».

(El reportaje completo, hoy en la edición impresa)