La escalera infinita

RODRIGO PÉREZ BARREDO
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La prodigiosa obra de Diego de Siloe inspiró la gran escalinata del edificio de la Ópera de París, obra del arquitecto Charles Garnier, y fue replicada en uno de los más lujosos hoteles de la ciudad de Los Ángeles

La renacentista Escalera Dorada, obra de Diego de Siloe, es una de las principales joyas que contiene la Catedral. - Foto: Valdivielso

Diego de Siloe era aún muy joven (no había cumplido los 25 años) cuando recibió uno de los encargos con los que se haría un más que dignísimo hueco en la historia de la arquitectura y entre los laureles de la posteridad.El obispo Juan Rodríguez de Fonseca, al parecer harto del sindiós en que se había convertido la escalera que permitía salvar el desnivel en la Puerta de la Coronería, que amén de un nefasto estado presentaba una imagen nada decorosa -por ella se colaban vecinos acarreando gansos, cabras, corderos o portando odres de vino en irreverente trajín para tratarse de un templo sagrado- resolvió derribarla. Hombre culto, convenció al Cabildo para que se construyera una nueva escalera, esta con fines estéticos. 

El proyecto recayó en el arquitecto burgalés Diego de Siloe, que acababa de regresar de Italia henchido de Renacimiento, deslumbrado por Bramante, Miguel Ángel y Francesco di Giorgio Martini. A estas alturas constituye una obviedad afirmar que es una de las obras más singulares y hermosas de la Catedral de Burgos, un dechado de talento tanto por su innovadora concepción -el arranque en recto con cuatro peldaños que alcanzan una meseta desde la que se abren dos tiros laterales que llegan a sendos rellanos que son el origen de otros dos brazos de escaleras terminan uniéndose en la parte superior, a la altura de la puerta-, como por su decoración rica en detalles: grutescos, bichas, temas vegetales y zoomorfos. La construcción se agranda con una ménsula volada con su antepecho adornado con los medallones de San Pedro y San Pablo, a la manera de un púlpito, mientras que en los antepechos de los rellanos lucen los escudos del Cabildo y del obispo Fonseca. 

Esta maravilla no sólo es uno de los primeros ejemplos de arquitectura renacentista española: fue una inspiración para quienes siguieron los pasos del burgalés entonces y mucho más tarde.Tan es así, que la Escalera Dorada (se ganó el sobrenombre por el hierro sobredorado obra del rejero francés Hilario) inspiró muy posteriormente a otro genio, el gran arquitecto francés Charles Garnier, para la fabulosa escalinata del edificio de la Ópera de París, una de las principales joyas de la Ciudad de la Luz. Garnier había visitado Burgos en 1868.Si bien le había parecido una ciudad tortuosa, poco armoniosa, de higiene más bien dudosa repleta de tuertos, mancos, lisiados, leprosos, sarnosos, jorobados, raquíticos que acosaban al viajero pidiendo limosna, quedó absolutamente fascinado con la Catedral, marcándole especialmente la Escalera Dorada. 

Escalinata de la Ópera de París, obra de Charles Garnier.Escalinata de la Ópera de París, obra de Charles Garnier.

No extraña, pues, que Garnier homenajeara la gran obra de Siloe en el proyecto más importante de su vida, el emblemático edificio erigido en la orilla derecha del río Sena, en el IX Distrito de París. El propio Garnier admitió siempre que la extraordinaria escalinata era el hallazgo arquitectónico del que más orgulloso se sentía: La Ópera es la escalera, al igual que los Inválidos son la cúpula y Saint-Etienne-du-Mont es el púlpito. No me quejo en absoluto de esta condensación en un punto, que puede bastar para cubrir de gloria a un arquitecto, al igual que ganar una batalla puede bastar para cubrir de gloria a un general.

Si la formidable escalinata de la Ópera de París está inspirada en la Escalera Dorada, casi un calco de la obra de Siloe es la que luce desde los años 20 del pasado siglo en uno de los más elegantes e ilustres hoteles de Los Ángeles: el Millenium Biltmore. Ubicada en el salón ‘Rendevous Court’, esta réplica (salvo por que tiene un único cuerpo de escalones) sólo puede comprenderse por una razón: los arquitectos que levantaron el lujoso edificio -Leonard Schultze y Fullerton Weaver, que habían recibido el encargo del propietario del inmueble, el multimillonario John McEntee Bowman, de hacer algo espectacular al estiloBeaux-Arts, se sacaron de la manga una mezcolanza entre el renacimiento italiano y el español para decorar las estancias comunes. Así, el salón en el que se halla esta escalinata contiene una celosía morisca, escudos de armas españolas, esculturas angelicales que son una alegoría de la propia ciudad de Los Ángeles y dos espectaculares lámparas de bronce y cristal importadas de Italia. Los medallones que emulan a los que en la realizada por Siloe honran a San Pedro y a San Pablo están representados  Ceres, diosa de la agricultura, las cosechas y la fecundidad, y el conquistador Núñez de Balboa.

Escalera ubicada en el Salón ‘Rendevous Court’, en el Hotel MilleniumBiltmore de Los Ángeles.
Escalera ubicada en el Salón ‘Rendevous Court’, en el Hotel MilleniumBiltmore de Los Ángeles.