Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


Pedir perdón

06/10/2021

El enredo político provocado por atacar al Papa Francisco por pedir un perdón que en realidad parece no haber solicitado, y que si hubiera pedido no habría estado, desde mi punto de vista, nada desacertado, pone en evidencia, de nuevo, la poca empatía, asertividad y sensibilidad que existe en muchos de los miembros de la clase política. 
Pedir perdón es bueno. Pedir perdón ayuda a avanzar hacia delante sin resentimientos. Pedir perdón proporciona libertad emocional y, sobre todo, un mundo mejor, tanto a pequeña escala, como cuando nos disculpamos por mínimas acciones miserables; como a grande, como en el caso al que se refería el sumo Pontífice en su carta a México, cuando la humanidad, o parte de ella, es capaz de realizar una relectura del pasado: «Esa mirada retrospectiva incluye necesariamente un proceso de purificación de la memoria, es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado, que han sido muy dolorosos. Por eso, en diversas ocasiones, tanto mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización. En esa misma perspectiva, tampoco se pueden ignorar las acciones que, en tiempos más recientes, se cometieron contra el sentimiento religioso cristiano de gran parte del pueblo mexicano, provocando con ello un profundo sufrimiento. Pero no evocamos los dolores del pasado para quedarnos ahí, sino para aprender de ellos y seguir dando pasos, vistas a sanar las heridas, a cultivar un diálogo abierto y respetuoso entre las diferencias, y a construir la tan anhelada fraternidad, priorizando el bien común por encima de los intereses particulares, las tensiones y los conflictos».
Suerte que la religión católica, a la que creo que pertenecen con orgullo los políticos que se han metido en el enredo de enmendar la plana al Papa Francisco, tiene entre sus sacramentos el de la penitencia, que no es otro que el del perdón y el de la reconciliación. Y si hasta Jesucristo pidió perdón a su padre por los errores de la humanidad, entregándole su propia vida, no veo por qué no pueden pedir disculpas también los papas, los reyes y los políticos.