Belén Marticorena

Sobreviviendo en la Jungla

Belén Marticorena


Todo gratis

01/10/2021

Empecé esta semana con muy mal pie, madrugando y con un plantón en los juzgados de un cliente del turno de oficio. Supongo que le pareció poco importante avisar a su letrado, al que ya había dejado plantado otro día en el despacho. Este es el pan nuestro de cada día, seguramente tenga que ver mucho con el carácter gratuito del servicio del turno de oficio. Aquello que no nos cuesta nada es algo que damos por hecho y no valoramos.

Sin embargo, detrás del turno de oficio deben saber Vds. que existe para cualquier mínima actuación un entramado de profesionales, voluntades y medios con los que se hacen verdaderos milagros, porque cobrando una miseria se nos exige una excelencia en el servicio fuera de lo común. Los profesionales que forman parte del tuno de oficio deben tener un grado acreditado de formación especializada, experiencia y dedicación específica y siempre prioritaria de este servicio, frente a cualquier otra obligación que se tenga. Sin olvidar que el trato con los clientes, a los que conocemos en uno de los peores días de sus vidas, requiere no solo una labor profesional propia del derecho, sino un saber hacer, un trato humano y sensibilidad fuera de lo habitual y obligado en cualquier otra profesión. 

Me cuesta pensar que este nivel de exigencia y de capacidades sea general en la administración. El turno nació con vocación social, especialmente destinado a los más vulnerables, y hablo de los vulnerables y olvidados de verdad, no de aquellos que manejan la burocracia y las normas mejor que nosotros y abusan de manera permanente de las mismas. Tal vez es hora de que los letrados, que estamos en contacto directo con la realidad, también podamos opinar sobre nuestros clientes del turno y sobre el mal uso que muchas veces se hace de este servicio. Porque lo que está claro y llevamos demostrando desde hace siglos, es que la profesión seguirá dedicada a esta labor que forma parte de la esencia de la abogacía, dándolo todo, con independencia de pandemias, erupciones, guerras y crisis políticas. Tal vez sea hora de ponernos también en nuestro lugar, y demandar respeto por nuestro trabajo y por una labor que nunca se aplaude, pero que siempre se exige.

ARCHIVADO EN: Burocracia