«En mi casa vi la sencillez, algo tan bonito como un premio»

ALMUDENA SANZ
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La trayectoria de María Terremoto contempla reconocimientos como el Giraldillo Revelación o la Venecia Flamenca y escenarios de todo el mundo, de Estados Unidos a Asia. Un equipaje con el que llega este sábado al Teatro Principal

María Terremoto, cantaora.

La bata de cola pudo más que las botas en el corazón de María Fernández Benítez (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1999). María Terremoto se crio con sus abuelos maternos. Él, Antonio Benítez, jugador del Betis, la enseñó a amar estos colores y ella, María Márquez, dio alas al talento que ya llevaba en el ADN por vía paterna, ya que es hija de Fernando Terremoto y nieta de Terremoto de Jerez. El destino parecía escrito, aunque ella, que cantó desde pequeñita, no las tuviera todas consigo. Ahora, pese a su juventud, ya sí, ya, con un currículum cada vez más brillante, se lo empieza a creer. Hoy viaja hasta Dubái para participar en la Expo Universal. Pero volverá para abrir las 19 Noches Flamencas este sábado en el Teatro Principal (21.30 horas, 20 euros), con Nono Jerez, a la guitarra, Manuel Valencia y Manuel Cantarote, a los coros y palmas, y Alejandro Cruz, al piano. Una cita para abrir bien los oídos. 

El piano no es un instrumento habitual en un concierto flamenco... 
No, no es muy habitual, pero este concierto tiene una pinceladita más amplia, y he metido a Alejandro Cruz, un pianista magnífico y un amigo de corazón. 

Tampoco es la primera vez que sale al escenario del Teatro Principal... 
No, ya estuvimos hace unos años, con el espectáculo De Jerez a Lebrija. Recuerdo un público muy calentito, una experiencia muy bonita. Yo, además, soy una persona que me río mucho con el público.

¿Cuál es su especialidad? ¿En qué cante se mueve mejor? 
La verdad es que, por ejemplo, las seguiriyas es un cante que me cuesta bastante trabajo cantarlo porque en mi casa y en mi estirpe es algo muy característico y significativo y le tengo un respeto bastante grande. Y con el que he descubierto que me encuentro muy cómoda es con el Levante, con levantica, taranto, taranta..., y, aunque no sea de este estilo, también con la granaína. 

Nieta de Terremoto de Jerez, hija de Fernando Terremoto... ¿El destino estaba escrito? ¿En algún momento se le pasó por la cabeza no dedicarse a este arte?
Es algo que siempre he querido ser, siempre he querido cantar, pero es verdad que nunca imaginé que llegaría el momento de dedicarme a ello, como mi padre y mi abuelo. He cantado desde pequeñita, he hecho mis cosas, pero no era una cosa oficial, hasta que me llegó el momento. 

¿Y cuándo se oficializó? 
Oficialmente, con 16 años. Ahora tengo 22. 

¿Qué pasó para dar ese paso? 
Fue Hugo Pérez, mi representante, que me conoce desde pequeñita. Confió en mí, habló con mi madre y me propuso trabajar en serio y dedicarme a ello, llevar el nombre para adelante, conseguí mi sitio, y desde entonces hasta el día de hoy. 

Supongo que decir esa frase de 'mamá, quiero ser artista' en su casa sería fácil... 
Yo canto desde pequeñita y mi abuela por parte de madre también cantaba, ha sido también mi maestra y el sueño de ella era que yo fuera artista, y me preparaba un poquito, porque mi padre se fue cuando yo era muy pequeñita, él ha sido mi maestro en otros aspectos. Esta era la ilusión de mi abuela, aunque yo nunca imaginé que iba a llegar el momento. Ella me apuntaba a todos los lados, a todos los casting, todos los programas... (ríe). Ella cantaba y bailaba que no se podía aguantar. 

¿Llegó a verla triunfar? 
Sí, llegó a verme, falleció hace cuatro años, pero algo sí disfrutó de mí, compartí escenario con ella en un espectáculo mío y, por lo menos, me llevo eso. Yo sé que ella se fue tranquila. 

¿A qué enseñanza o qué consejo que le dio su abuela se agarra más fuerte? 
A que sea humilde siempre, que no cambie nunca, a pesar de lo que la vida te pueda traer o regalar, que no olvide nunca lo que somos. En mi casa hemos tenido artistas muy grandes y siempre hemos sido muy humildes. Mi abuelo era jugador del Betis, Antonio Benítez, su grandeza como futbolista era también como persona, y por parte de mi abuelo Fernando y mi padre, exactamente igual, es algo que llevo yo a legua. 

¿Qué le ha quedado del abuelo futbolista? 
Yo de fútbol no tengo ni idea. Él jugó en la Selección Española, ganó la Copa del Rey del Betis, jugó con Cruyff, con la élite de los futbolistas de aquella época, pero yo de fútbol nada. 

Por lo menos sí será del Betis... 
¡Hasta la muerte! (ríe). 

¿Formar parte de una estirpe del flamenco aumenta la responsabilidad cuando sube a las tablas? 
Claro que sí, siempre tienes esa cosa, pero se intenta llevar con el máximo respeto y con seguridad. La seguridad es lo primero que tienes que tener cuando subes a un escenario. 

Con 22 años ya cuenta con varios premios como el Giraldillo Revelación, la Venecia Flamenca, el Ciudad de Jerez... y ha subido a importantes escenarios internacionales, desde toda Europa a Estados Unidos y Asia. ¿Cómo consigue mantener los pies en el suelo y ser fiel a esa humildad que tiene como credo?
A mí todo eso lo único que me hace subir es en seguir aprendiendo y trabajando y de continuar ascendiendo peldaños con nuestro esfuerzo, pero nada más. Yo he visto en mi casa la sencillez, que es algo tan bonito y tan grande como un premio. En mi casa un día comíamos en un restaurante muy bueno y otro un potaje de garbanzos, siempre hemos sido muy normales. 

¿Cómo prepara cada concierto? ¿Repite algún ritual en esos instantes previos? 
A mí me gusta estar en mi camerino tranquilita, maquillarme con calma, me pongo música, hago mis ejercicios de calentamiento, charlo un poquito con mi Hugo, que es mi todo, también con mis niños... 

¿Qué música se pone en esos momentos? 
Me pongo a mi padre, o a Whitney Houston, a Beyoncé, Nathy Peluso... Me gusta mucho la música. 

Y no solo el flamenco... 
No, también la que hay hoy. En general, me gusta la música buena.