Un baño contra natura

Á.M.
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Pese a no ser apta para el baño, la playa fluvial de Fuente Prior sigue siendo lugar de refresco para algunos vecinos, una práctica con riesgos

El baño en este remanso del Arlanzón constituye un riesgo para la salud - Foto: Patricia

Tiene algo de insurrecto eso de construir una playa en Burgos. Ocurrió en 1985 y lograron el objetivo pretendido, pero también arrasaron con un ecosistema valioso en un remanso del río Arlanzón que era (y es) la puerta natural a Fuentes Blancas, la piedra clave del cinturón verde. Las máquinas y el hormigón lograron que la capital estrenara la ‘playa fluvial’ del Arlanzón en unos años en los que eso de bañarse en el río era lo más natural del mundo. Luego llegó el desarrollo, el hábito de ir a la piscina y las vacaciones para (casi) todos y la playa fue cayendo en el olvido institucional de la madre que la parió, que, a más señas, fue el Ayuntamiento capitalino.

Lo que ha ocurrido es que la naturaleza ha demostrado su condición indómita y ha reclamado lo que era suyo. Ningún problema, salvo porque hay vecinos que hacen oídos sordos a la advertencia -impregnada de mandato- de que las aguas de la ‘playa’ no son aptas para el baño. Su calidad es deficitaria en términos sanitarios y, por tanto, existen riesgos.

Durante más de dos décadas sí tuvo la condición de zona de baño, motivo por el que el Ayuntamiento la dotaba de servicios, señalización y socorristas entre junio y septiembre. La Junta de Castilla y León, por su parte, se encargaba de los pertinentes análisis de la calidad del agua, estudios que hace una década comenzaron a dar negativo de forma demasiado recurrente. «Desde los años 2012 y 2013 la calidad del agua fue insuficiente de forma constante y en 2015 se hicieron recomendaciones de prohibir el baño de forma permanente, algo que se hizo poco después por resolución del director general de Salud Pública dando de baja la zona de baño», resume el jefe del servicio territorial de Sanidad, José Antonio Miranda.

La existencia de riesgo sanitario acabó con la playa fluvial de Fuente Prior y no cabría la posibilidad de restaurarla hasta que se tomaran las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los bañistas, lo que requeriría de notables inversiones y, sobre todo, volver a arrasar un ecosistema natural. Además, la última palabra siempre la tendría la Dirección General, «pero entiendo que no hay interés o, incluso estando interesados, el agua es de mala calidad y requeriría de una serie de actuaciones», zanja Miranda, que recuerda que «hay un humedal» junto al playa y siempre va a existir una interpenetración entre ambos.

En cualquier caso, el debate parece cerrado. En 2016 hubo una proposición al pleno del grupo municipal de Ciudadanos para que se realizaran una serie de estudios sobre la calidad de las aguas. Se aprobó pero no se hizo nada. «Desde Medio Ambiente entendemos que es una zona con una orientación protegida de flora y fauna. A efectos legales, ese tramo del río es como cualquier otro», admite el concejal del área, Josué Temiño.

UN LUGAR VALIOSO. El director del Aula de Medio Ambiente de Caja de Burgos, Miguel Ángel Pinto, recuerda que antes de las obras para remansar las aguas del Arlanzón «el lugar se parecía al actual, estaba cubierto de espadañas y tenía algunas aves propias de los cañaverales, incluso criaban garzas». La intervención humana se llevó por delante a «muchas especies, entre ellas una colonia importante de avión zapador y la pareja de martín pescador» porque «se destruyó el talud donde criaban en época de reproducción».
Hasta comienzos de siglo, Fuente Prior mantuvo «la lámina de agua y la profundidad apta para el baño y determinada fauna», pero después, y «por falta de cuidados, el lugar se colmata y la vegetación originaria recupera su lugar». Pinto explica que es así cómo ha regresado «un entorno con una fauna interesante asociada a vegetación densa de zona húmeda en el que crían carriceros comunes, tordales, gallinetas de agua o rascones». Incluso especies como las polluelas pintojas, fauna que puede resultar «difícil de observar». Se ha recuperado hasta la presencia de la nutria.

Este ambientalista considera que la extinta playa fluvial ofrece una oportunidad de poner en práctica la «ecología de la reconciliación». Es decir, «contemplar la vida silvestre como parte importante y necesaria de la vida de la ciudad», pero eso requiere «de un plan a medio y largo plazo que necesita seguimiento, voluntariado ambiental, participación y educación».

(Artículo completo en la edición de hoy)