Terminado el mercado de fichajes de verano, la conclusión es extraña: el Atlético es el gran favorito al título. Cada uno tendrá su opinión, claro, pero los hechos objetivos (respecto al terceto cabecero) son que el Real Madrid se ha debilitado en defensa, donde ha perdido a dos centrales de primer nivel mundial como Ramos y Varane y sólo ha llegado uno (Alaba) y esperaba un gran revulsivo en ataque con la llegada de Mbappé, pero tendrá que esperar que los 'cojos' (Hazard y Bale) dejen de cojear y que Vinicius siga metiendo goles (¡Ah, si nos dicen a principio de temporada que 'Vini' iba a sostener al equipo marcando!); y que el Barça se ha debilitado en todas las líneas, empezando incluso por el palco (Laporta llegó como el impulsor de un nuevo proyecto y, de momento, es el 'recortador' que intenta salvar al club tijera en mano), aunque en el césped queda más que tocado por la salida del genio que lo acaparaba todo (Messi) y, en el último instante, por el llamado a coger el testigo (Griezmann). Así que, ¿cómo queda la ecuación hacia la Liga? Si el Atlético la ganó el pasado año, si la única baja considerable es la de Saúl, si mantiene el bloque defensivo intacto (el menos goleado en los últimos cuatro años), si ha reforzado el 'pasillo' con De Paul, y si ha incrementado exponencialmente sus posibilidades ofensivas con Cunha y Griezmann, ¿quién se atreve a adueñarse del favoritismo… si no viste de rojo y blanco?

Luego tendrá que ejecutarse la conquista «partido a partido», sin duda, porque en el ADN de Real Madrid y Barcelona está marcada la victoria y la eterna candidatura, juegue quien juegue. Sin embargo, en esta tesitura que ha entrado nuestro campeonato, en la que se juega a minimizar errores, a pocos goles, al otro fútbol, a la máxima intensidad durante el mayor tiempo posible, incrementa sus posibilidades el mejor preparado mientras los otros se 'despreparan'.