2011. Otro dominio 'popular'

Á.M.
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La sombra de la gestión de Rodríguez Zapatero planeó sobre los comicios locales, que fueron la despedida de tres exalcaldes de la ciudad. En la primera campaña 2.0, el multiusos o el bulevar de Gamonal estuvieron en el f

2011. Otro dominio 'popular' - Foto: Jesús J. Matías

En bandeja de plata. Así quedó servida la cena de los ‘populares’ en las municipales de 2011 tras el hundimiento del Ejecutivo nacional de José Luis Rodríguez Zapatero, que pocos meses después otorgaría una cómoda mayoría a Mariano Rajoy. Pero además hubo novedades, y no pocas.

Javier Lacalle, que durante ocho años había ejercido de número dos del PP municipal, ascendía a candidato a la Alcaldía. No era esa la apuesta de su predecesor, Juan Carlos Aparicio, pero sí fue la del Partido. En el PSOE tomaba el relevo de Ángel Olivares su concejal más veterano: Luis Escribano. Un joven efebo con aire de perderse incluso en el salón de su casa, Raúl Salinero, emergía como candidato de IU. Y el exjefe de la patronal burgalesa, Roberto Alonso, se hacía con la cabeza de lista de la (por entonces) pujante UPyD. Además, José María Peña pactaba con César Rico (presidente de los ‘populares’) las condiciones de su retirada de la vida municipal y SI cerraba su fallido segundo intento de protagonizar la vida pública local. Tres exalcaldes (Aparicio, Olivares y Peña) salían al alimón de la escena consistorial.

Las encuestas vinieron a confirmar lo que se cortaba en el aire: que el desplome del PSOE era sistémico y la primera cornada se la llevaría en los ayuntamientos. Y así fue. TNS Demoscopia realizó una ‘cata’ para Diario de Burgos en la que concluyó que el PP revalidaría la mayoría absoluta, que el PSOE perdería fuerza y que UPyD irrumpiría con al menos tres ediles en el salón de plenos. Al margen de las dudas sobre si IU recuperaría o no su escaño perdido, cosa que finalmente hizo, lo clavó.

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La campaña fue una de las más limpias que se recuerdan. Hizo mucho en eso la figura de Luis Escribano, un político normalmente propositivo y poco dado a los excesos. La manifiesta desconexión de Alonso y Salinero con la vida municipal puso el resto y Lacalle se encontró con una alfombra roja rumbo a su primer mandato.

 

BARRIOS Y BULEVARES. Las inversiones se habían concentrado de forma indisimulada en el centro de la ciudad durante los ocho años previos, algo a lo que ayudó sobremanera la política de Rodríguez Zapatero de financiar obras locales (planes E) que ya contaran con proyecto. Así, el PSOE dirigió buena parte de su campaña a los barrios, prometiendo romper el ‘centripetismo’ y planteando una gran intervención en la calle Vitoria que sirviera para construir un párking subterráneo donde ofertar plazas de precio limitado. Después, como es sabido, apoyaría las movilizaciones contra el bulevar. También defendió la necesidad de redactar el proyecto para un nuevo mercado de abastos en el G-9, promoviendo su construcción antes que el Mercado Norte.

El PP, por su parte, también se volcó en Gamonal, donde abrió sede electoral y prometió ejecutar las mayores inversiones del mandato al margen del bulevar ferroviario, obra a la que sacó un gran partido en la zona Sur de la ciudad, que gracias a esa transformación rompió su secular aislamiento.

Otra promesa recurrente y muy elocuente sobre los parámetros en los que empezaba a moverse la política municipal fue la de fomentar el empleo. La crisis había triturado a miles de familias y, a pesar de que el Ayuntamiento no tiene ninguna competencia propia en esta materia, unos y otros se arrogaban la capacidad de generar trabajo por doquier. El multiusos también estaba sobre la mesa por la tentativa de que algún día Burgos sería ACB, como acabó siendo gracias al San Pablo. IU quería crujir a quienes tuvieran una segunda vivienda vacía, todos iban a bajar los impuestos y se buscaba destino a la vieja estación. El PSOE quería un centro para jóvenes. El PP, un museo de la Historia de España (popularmente rebautizado como ‘museo de los godos’)...

Fue también la primera campaña 2.0 por la irrupción de las redes sociales, a los que todos se entregaron sin tregua y muchos abandonaron después de las elecciones, en las que irrumpirían en el equipo de gobierno políticos que después, y por muy distintas razones, acabarían protagonizando la crónica municipal. Fue el caso de Salvador de Foronda y Ana Lopidana y de Carolina Blasco o Fernando Gómez. Lacalle obtuvo 15 concejales y abrió un periodo de ¿ocho? años en la Alcaldía.