Earl Clark está curtido ya con mil batallas. A sus 31 años y tras haber jugado en la NBA y en la Euroliga, no le asusta llegar a Burgos como el líder del proyecto del San Pablo y, como suele ser habitual con los jugadores americanos, desprende confianza por los cuatro costados: "No siento más presión por ser la estrella, estoy acostumbrado".
La seguridad que muestra el nuevo ala-pívot azulón viene respaldada por su larga trayectoria y por el papel que ha jugado en las diferentes escuadras en las que ha militado: "Es habitual para mí ser el mejor del equipo. Lo era en el Besiktas y llegamos a la finales, y con el Pogdorica derrotamos a escuadras como el Barcelona o el CSKA. He sido un 'jugador top' toda la vida y estoy acostumbrado a ese tipo de responsabilidad", explicó Clark, que se definió como "un jugador capaz de adaptarse a diferentes situaciones del juego".