Gadea G. Ubierna

Plaza Mayor

Gadea G. Ubierna


Corrección de errores

21/09/2021

Ahora que el verano ha terminado y, entiendo, el equipo encabezado por Daniel de la Rosa empezará a pensar en la campaña de promoción de la ciudad para el próximo año, convendría hacer repaso a lo que no ha ido bien o, cuando menos, a lo que es mejorable. Y en ese capítulo creo inevitable hablar de la limpieza o, mejor dicho, de la ausencia de limpieza. Como burgalesa, siento vergüenza por la imagen que hemos dado en las semanas centrales de agosto, cuando ni siquiera el casco histórico estuvo presentable.

No voy a extenderme en detalles como que a la altura del número 12 de la calle Santiago Rodríguez hubiera un tampón (fuera del aplicador, añado) tirado en el suelo durante medio mes; es una calle algo apartada, medio peatonal y poco frecuentada... Bueno, podría considerarse un lapsus. No, en este texto me refiero a que la esquina que conforma la verja de la puerta de Pellejería de la Catedral con la tapia de Fernán González era un espacio a evitar por los habituales olores del desahogo nocturno; a lo pegajoso del pavimento de la plaza de San Juan, en paralelo a la iglesia de San Lesmes; a los regueros negros en las baldosas de la Plaza Mayor y del paseo Sierra de Atapuerca o de las aceras de la Isla; a los bancos inutilizables por cagadas de pájaros...

El listado de sitios súper transitados que presentaban un aspecto bochornoso es largo y la explicación, inexistente. Yo, al menos, no la conozco. Y no creo que pueda argumentarse como tal que el contrato de la limpieza está en proceso de adjudicación porque, supongo, la obligación del Ayuntamiento es exigir y revisar que se cumple lo pactado a quien presta el servicio hasta el último día. No hacerlo, además de ser una dejación de funciones, conlleva deterioro para la imagen de la ciudad. Enmendémoslo.