El enigma del presidente que firmó en el pozo del Castillo

R. PÉREZ BARREDO
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José Canalejas, el político llamado a regenerar a España que fue asesinado a tiros por un anarquista en 1912, se adentró en su juventud en los subterráneos de la fortaleza de Burgos, donde dejó huella de tan insólita visita

Imagen de la firma, ubicada a la altura del tercer husillo. - Foto: Juan Carlos Chicote

Cuando el 12 de noviembre de 1912 el anarquista Manuel Pardiñas asesinó a José Canalejas, presidente del Consejo de Ministros, justo cuando éste se encontraba mirando el escaparate de una librería en la madrileña Puerta del Sol, el país volvió a entrar en shock: era el tercer magnicidio en cuarenta años. Ese mismo día, y los sucesivos, todos los periódicos se aprestaron a publicar semblanzas del político regeneracionista -hablaban de su enorme capacidad intelectual, de su audacia para emprender cambios profundos- y también, en las cabeceras provinciales, se daba cumplida cuenta de las visitas que el finado había rendido a los respectivos territorios. En una crónica urgente, Diario de Burgos reseñó las dos ocasiones en las que José Canalejas había pisado tierras burgalesas. Una, asaz trágica, en 1891: el político liberal era uno de los pasajeros del tren expreso que chocó frontalmente con un tren mixto en Quintanilleja; otra, en 1902, como ministro de Agricultura, para asistir a un congreso minero celebrado en el Teatro Principal.

Sin embargo, nunca hasta ahora se había tenido noticia de otra visita de tan ilustre personaje, anterior a las citadas, pese a que lo dejó por escrito. No es para menos: José Canalejas estampó su firma a 40 metros de profundidad, en uno de los túneles del Castillo. ¿Qué hacía Canalejas en las entrañas de la fortaleza en 1872? ¿Qué le llevo a adentrarse en aquella oquedad casi abisal? ¿Por qué dejó escrito sobre la piedra su nombre y la fecha de marras? El descubridor de tan singular grafitti, Juan Carlos Chicote, uno de los mejores conocedores de ese misterio que todavía es hoy el subsuelo del Castillo, no encuentra explicación pese a que ha investigado sobre ello. Especula con la posibilidad de que, antes de iniciar sus estudios superiores recorriera distintos lugares de España, entre ellos Burgos. «Y qué casualidad que se mete en el pozo del Castillo, desciende unos cuarenta metros y deja su impronta en una pared: su nombre y la fecha. Un hombre tan importante en la historia de España y que tuvo un final tan trágico, dejó su huella allí».

Explica Chicote que el lugar en el que estampó su firma Canalejas es de muy difícil acceso; que no tuvo que resultarle fácil llegar hasta allí. «Ya en esa época, pese a estar en ruinas y muy abandonado, el Castillo llamaba la atención de los visitantes. Y muy especialmente el pozo. El tercer husillo siempre ha sido un tramo muy complicado, y ya el propio Isidro Gil lo menciona unos años antes de la visita de Canalejas. Pero es que años después se sabe, por Vicente Lampérez, que ese tercer caracol se encuentra en muy malas condiciones. Así que en 1872, cuando Canalejas entra, lo hace con riesgo. Es una zona muy complicada. E importante: esa galería del tercer nivel aún está por explorar. ¿Qué es esa galería? ¿Para qué la hicieron? ¿Por qué se intentó ocultar? ¿Qué significan los elementos que allí se han encontrado? Todo son incógnitas».

Retrato de Canalejas por Joaquín Sorolla. Retrato de Canalejas por Joaquín Sorolla.

Dice Juan Carlos Chicote que la inscripción de Canalejas no es la única que hay en esa galería: hay alguna más, lo que significa que hubo otros audaces que se adentraron en el pozo del Castillo con afán explorador. El tiempo y la humedad han ido deteriorando la rúbrica de Canalejas, hecha en grafito o lápiz. Por fortuna, Chicote pudo fotografiarla, y hoy constituye la prueba de la presencia del político en el interior del cerro sobre el que se asentó la fortaleza. 

Queda por descifrar el enigma de qué movió al joven Canalejas a adentrarse allí. ¿Lo hizo solo? ¿Por qué motivo? ¿Buscaba algo? ¿Lo hizo por mera curiosidad? ¿Amaba el riesgo? «No deja de ser llamativo. Pero es que el pozo del Castillo ha tenido visitas muy ilustres. La de Canalejas es una de ellas, pero también la de José Bonaparte, hermano de Napoléon. Por supuesto, el general Centeno. Pero hay más. El Castillo es una fuente inagotable de historias al que están vinculados muchísimos personajes y muchos acontecimientos», subraya el investigador burgalés.

Chicote, enamorado del Castillo y sus misterios, sostiene que la intervención de investigación, limpieza y consolidación realizada en los años 90 por el equipo de bomberos «supuso el esclarecimiento de muchas dudas sobre la realidad del pozo y las galerías de este enclave pero no dio luz, ni mucho menos, al tremendo galimatías temporal y funcional de estos subterráneos; es más, cuanto más se profundiza en el conocimiento de su pasado más somos conscientes de lo poco que sabemos en el presente». En su blog ‘Los subterráneos del Castillo’, Chicote se está afanando por desentrañar parte de los misterios que envuelven la fortaleza aportando documentos históricos, artículos de prensa, expedientes, testimonios y diarios de excavación».

El tercer husillo. Una de las últimas informaciones incluidas en el blog de Chicote está relacionada con ese misterioso tercer husillo. El bombero e investigador se felicita de la intervención que ha permitido mejorarlo y mantenerlo después de que, hace algo más de un año, se llamara la atención sobre el mal estado que presentaba. Se ha conseguido impedir filtraciones de agua en la cabecera; se ha reparado el eje central y varios peldaños que estaban dañados.