Una ordenación atípica

G.G.U.
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Por primera vez en 19 años, 4 diáconos serán designados sacerdotes al mismo tiempo con la imposición de manos por parte del arzobispo

De izquierda a derecha: M’bo, Zamora, Puigdomenech y Castejón. - Foto: Alberto Rodrigo

Las ordenaciones sacerdotales suelen ser en la Catedral, abiertas al público y, en este siglo, más bien reducidas, con uno o dos diáconos que dan el siguiente paso en el sacramento. La de mañana rompe los esquemas, ya que se celebrará en la iglesia del Carmen por cuestión de aforo, el acceso se hará mediante invitación y, por primera vez desde 2001, serán cuatro los protagonistas de la ceremonia: dos diáconos formados en el seminario de San José (Álvaro Zamora y Fernando Puigdomenech?)y otros dos en el Redemptoris Mater, de la organización Camino Neocatecumenal y de vocación misionera (Romeo Prisca M’bo y Eugenio Ángel Castejón).

Los cuatro acudieron ayer al ensayo de la ceremonia (que comenzará a las 11.00 horas y estará presidida por el arzobispo, Fidel Herráez) sin ocultar su alegría por la culminación de otra etapa en su vocación, a veces sorprendente hasta para ellos mismos. «Mi idea no era ser cura», afirma Álvaro Zamora, de 26 años y próximamente párroco de Villarcayo, antes de explicar que «tenía novia, quería estudiar Derecho y ser abogado». Pero en el Bachillerato empezó a replantearse las cosas: «No es un día ni una hora, pero te vas dando cuenta de que Dios te pide el sacerdocio y cuando terminé la Selectividad, entré en el Seminario». Completada su formación, su objetivo sigue siendo «caer en la cuenta de que soy cura».

En términos semejantes se expresa Fernando Puigdomenech, protagonista en años pasados de varios reportajes como promotor del grupo de rock del seminario ‘Pescadores de hombres’, y para quien la ordenación no es un objetivo en sí misma. «Es un punto y seguido», matiza, sin ocultar que, aun con la alegría del momento, también siente «vértigo por lo que viene después», por ese compromiso que las manos del arzobispo reafirmarán mañana y que consiste en «saber decir ‘sí’ todos los días al Señor’. Es como en un matrimonio». Puigdomenech abrió paso a su vocación hace 14 años y ahora, tras un año de trabajo sobre el terreno en la parroquia de Roa, asegura que «he encontrado mucho más que la felicidad».

Entrar en el seminario no siempre es fácil, a veces supone un cambio radical de vida y exige de muchas horas de reflexión. Así lo explica Eugenio Ángel Castejón, murciano de 34 años que ingresó en el Redemptoris Mater hace nueve. Cuando se le pregunta por qué, se toma tiempo para pensar. «Era un momento en el que estaba algo necesitado del Señor y le quise dar la oportunidad de ver desde el seminario si todo esto era verdad», dice, afirmando que en este tiempo ha comprendido que «Jesucristo es capaz de colmar al ser humano». Su formación se ha completado con un tiempo de misión en Galicia y Sicilia. «A veces, ni yo mismo me creo que vaya a ser cura, pero los planes del Señor pueden ser ajenos a nosotros».

Tampoco Romeo Prisca M’bo, costamarfileño de 36 años, contemplaba el sacerdocio, pero «tras una serie de acontecimientos en un tiempo en el que estaba con la cabeza fuera de la Iglesia, con una actitud que no parecía cristiana, acudí buscando respuestas a mi vida». No duda al afirmar que en su formación, con un año de misión en Italia, no solo las ha encontrado, sino que se siente «afortunado». 

Los cuatro sacerdotes están al servicio de la Diócesis, como explica el rector del Seminario de San José, Francisco Javier Valdivielso, también contento por estas cuatro ordenaciones simultáneas. «No es común», dice. Confía en poder mantener esta tendencia en próximos años, ya que en el seminario diocesano se preparan ahora nueve jóvenes para ser curas en Burgos y en el neocatecumenal, otros quince.