Diego Izco

TIEMPO MUERTO

Diego Izco

Periodista especializado en información deportiva


Tiempo real

19/07/2021

Un análisis sosegado de los experimentos que está probando la UEFA en un torneo juvenil abre la puerta a la modernidad… y al caos al mismo tiempo. El buen aficionado cruza los dedos para que sepan distinguir lo molar de la chorrada, el capricho de la necesidad.

Uno, «Cambios Ilimitados». Basura. Si el cambio de tres a cinco ya hizo que el fútbol fuese más del entrenador que del jugador (craso error) y que los equipos grandes -con más profundidad de banquillo- aumentasen su ventaja, permitir «todo» sería veneno para la esencia del juego.

Dos, «Exclusiones». Cinco minutos en el banquillo después de una tarjeta amarilla. Miren la lista de los equipos menos amonestados: los grandes. A veces, para pelear contra ellos, medianos y modestos deben acudir a ese agarrón, falta a destiempo o zancadilla impía. Otra clara ventaja para los dueños de las mejores plantillas.

Tres, «Saques de banda con el pie». Tiene cierto interés, aunque llegado el momento, eso de convertir cada pelota en un córner de 30-40-50 metros puede llevar el fútbol a esa estampa anglo-primitiva del balón colgado, la segunda colgada o lo que los dioses quieran. Aumentaría el número de ocasiones (eso pretenden) a cambio de quitarle precisión al juego.

Cuatro, «Tiempo real». ¡Ah, aquí está lo 'gordo'! ¿Cómo perder tiempo? Imposible. Reyes del teatro y la piscina haciendo cabriolas en el suelo, faltas de dos minutos y pico entre que el futbolista es atendido y se coloca la barrera, cambios en el 89, porteros haciéndose los suecos, recogepelotas aleccionados para esconder el material si el marcador es favorable… Un cronometraje justo eliminaría todas esas artimañas que convirtieron al fútbol en un deporte incómodo y lo sacaría de esa cloaca en que se convierten algunos duelos de 1-0.

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