Para evitar el ataque de un perro de raza peligrosa como el que sufrió hace unos días una niña en la localidad murciana de Ceutí hay que tener unos nervios de acero. Porque a pesar de que la reacción más lógica fue la que tuvo su madre, el dueño del animal y un veterinario cuyo comercio estaba muy próximo, es lo último que hay que hacer en caso de vivir una situación así. Lo dice el lacero burgalés Luis Ramos, alguien que ha vivido infinidad de episodios parecidos y que tiene decenas de mordeduras en su cuerpo. Tuerce el gesto cuando ve imágenes como las ocurridas en el sur de España, principalmente porque confirma que algunos dueños siguen educando a sus mascotas en unas conductas demasiado violentas.

Solo le hace falta ver cinco segundos del vídeo para afirmar que el american staffordshire que atacó en Murcia a la menor en realidad estaba jugando. Solo que lo que el can entiende por diversión es una conducta agresiva. «Está educado mal», concluye. «Probablemente el propietario le haya enseñado que morder objetos y tirar de ellos está bien. Por eso, al ver a la niña correr y agitarse va directo a por ella», añade. La madre trata de evitar la mordedura cogiendo a su hija y luego tirando de ella para que el animal la suelte. Primer fallo.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)