La burgalesa que pisó la luna

R. Pérez Barredo
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Mucho antes de que Neil Armstrong lo hiciera realidad o de que Julio Verne fabulara con ello, un clérigo castellano escribió y publicó en Burgos en 1541, una obra en la que narra un viaje a la luna de la mano de una burgalesa, María de Rojas

La burgalesa que pisó la luna

Mucho antes que Neil Armstrong lo hiciera realidad. Mucho antes, incluso, de que Julio Verne fabulara con ello. Antes, mucho antes -casi cien años- de que Kepler pusiera por escrito tamaña fantasía. La primera noticia acerca del sueño de pisar la luna se tiene desde 1541, año en el que vio la luz en una imprenta burgalesa, la de Juan de Junta, la obra titulada Somnium, firmada por el clérigo manchego Juan de Maldonado y protagonizado por una burgalesa, María de Rojas. Casi nada. Podría considerarse la primera novela de ciencia-ficción de la historia. En ella, Juan de Maldonado narra su delirio, fruto del agitado sueño que tuvo tras la contemplación en Burgos, durante una noche de octubre de 1532, del cometa -más tarde conocido como Halley- que surcó entonces los cielos castellanos. «Juan Maldonado llegó en persona hasta nuestro satélite y fue el primer cura, dicho sea sin ironía, que dijo haber estado en la luna. La narración, aunque de forma embrionaria, contiene ya tres elementos propios de la ciencia ficción: viaje espacial, seres extraterrestres y descripción de una sociedad distinta, por mejor, que la de la Tierra», explica el experto en ciencia-ficciónAugusto Uribe en su artículo Españoles que fueron a la luna, publicado en la revista ‘Asimov ciencia ficción’.

Maldonado era hombre de letras.Erasmista, por más señas. Tanto que llegó a mantener una estrecha relación epistolar con el de Roterdam. Instalado en Burgos desde 1515, ocupó el cargo de vicario de la capilla de la Visitación en Burgos y fue examinador de candidatos al sacerdocio en la diócesis burgalesa, actividades que compaginó con la docencia al servicio de diversos nobles y en la escuela de gramática de Burgos en 1532. Fue protegido del alto funcionario real Diego Osorio y tutor de las hijas de éste, Ana Osorio y María de Rojas; su relación fue tan estrecha que a esta última la convertiría en protagonista de tan singular libro.

«Narra nuestro buen clérigo cómo en la noche del 14 al 15 de octubre de 1532, poco después de medianoche, se dispuso a esperar la salida del cometa en la torre de las murallas que está en la esquina de la ciudad, junto a la ceca, pero se quedó dormido. En su sueño recibe la visita de la prócer burgalesa Doña María de Rojas, hija precisamente de Don Diego de Osorio y recientemente fallecida, la cual le hace contemplar otras ciudades y países, señala Augusto Uribe, recogiendo uno de los pasajes de la obra: -Puesto que te gusta remontar a menudo el vuelo de tu mente a lo más sublime, velando por rastrear las estrellas y las órbitas celestes, me vas a acompañar para que puedas entender a fondo cómo vuestras mentes, nubladas por la ignorancia, yerran en el mismo grado en que están dejadas a la podredumbre de la carne.

La imaginación de Maldonado es extraordinaria. He aquí otro pasaje: Miré hacia la Luna y quedé asombrado de su tamaño. Estábamos en aquella región del espacio que hay entre la Tierra y la Luna. Su tamaño era aparentemente igual al de la Tierra, la cual, en aquellos lugares en que los mares la cubren, comenzaba ahora a brillar por el oriente con los reflejos del Sol. De la misma forma que la Luna se mostraba menguada y con cuernos, así el océano que rodea las tierras lucía también un poco arqueado y formando cuernos. «Tanto en la precisa datación de tiempo y lugar, cuanto en estas descripciones que intentan ser tan realistas, se advierte el empeño que pone el autor en presentarnos su viaje como algo plausible, propósito que va a mantener a lo largo de todo el relato. Dice de los sueños, por ejemplo, que sueños son, pero que no dejan de responder a las preocupaciones que uno tiene y a lo que uno está pensando cuando se queda dormido», indica Uribe.

El relato no tiene desperdicio...

(La historia completa, en la edición impresa)