Sin fiesta romana, pero con la misma ilusión por Ciella

LETICIA NÚÑEZ
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La pandemia impide celebrar el veinte aniversario del Aula Arqueológica de Valdeande. Esperan realizar un desfile en colaboración con Baños de Valdearados el próximo verano

Eduardo Vicario muestra un cráneo sin datar que afloró un día de lluvia junto a las tumbas en el yacimiento. - Foto: Jesús J. Matí­as

Dice Eduardo Vicario que a él nada ni nadie le va a quitar su pasión por Ciella, el yacimiento romano que, a orillas del río Esgueva, que se localiza a sólo dos kilómetros de Valdeande y que a buen seguro estuvo relacionado con Clunia. Tampoco la pandemia. 

Puede que el coronavirus haya arruinado los planes para celebrar el veinte aniversario del Aula Arqueológica. Puede que se hayan quedado sin vestirse de romanos, sin desfilar y sin mercado. Pero en Valdeande guardan la esperanza de poder hacerlo el próximo verano.

Para ello, contarán con la colaboración de Baños de Valdearados, cuya fiesta en honor al dios Baco fue declarada de interés regional hace apenas unas semanas. «Ojalá lo podamos recuperar dentro de unos meses porque la gente está muy ilusionada», asegura Vicario.

No es para menos. Tal como recuerda el encargado del museo, abrir el Aula Arqueológica fue todo un hito hace dos décadas en un pueblo con cerca de 50 personas en invierno. «Muchos ni siquiera sabían que había una villa romana en Valdeande». Hoy la mayoría de piezas que alberga el edificio de las antiguas escuelas han sido donadas por los vecinos. Ahí está, por ejemplo, un amuleto de buena suerte que halló un señor del pueblo en su desván o una estela que apareció en una casa que se disponían a hundir. También un cráneo humano, sin datar, que«salió tal cual un día de lluvia en las tumbas» y una reproducción de un mosaico del hipocampo alada, cuyo original se guarda en Ciella, declarado bien de interés cultural desde 1995.

En la actualidad, el yacimiento se encuentra tapado para preservar su conservación. De hecho, la última prospección se remonta a 1999 y de ahí en adelante se ha estado trabajando en la recuperación de piezas.  También se han reparado nueve tumbas, tapadas por recomendación de la arqueóloga responsable.  

Así las cosas, Vicario reconoce que ha soñado «muchas, muchas veces» con la apertura de Ciella, ya que para él «es un santuario, un lugar de retiro». 

El Aula Arqueológica, que incluye una cocina, un larario, un comedor o triclinium y un peristilo -patio columnado-, le sirvió para dar sus primeros pasos en el mundo laboral. Vicario se encontraba estudiando la carrera de Historia en Burgos, por lo que esta apertura le vino como anillo al dedo: «El Ayuntamiento de entonces me dio todas las facilidades y una libertad y confianza absolutas. Aprendí, entre otras muchas cosas, a hablar en público. Muchas veces recibía grupos de 50 personas, así que fue un impulso, me ayudó mucho en mi carrera». Ahora, está dispuesto a enseñar a los más jóvenes para que recojan su testigo y no se pierda la ilusión del principio. 

Echando la vista atrás, Vicario asegura que lo más positivo ha sido la «acogida y unión del pueblo, su solidaridad para revitalizar el legado de nuestros antepasados». De ahí su objetivo de retomar la fiesta romana el próximo verano para fomentar la convivencia vecinal y con los pueblos de la zona. En cuanto a la parte más personal, también hace balance:«El museo ha sido mucho para mí. Ha multiplicado por diez mi pasión por la historia. Me ha hecho muy feliz». Y, respecto a lo negativo, lamenta que en ocasiones no todo el mundo sabe otorgar a la historia el valor que se merece. Eso sí, la balanza se decanta claramente del lado del aprendizaje: «Había quien pensaba que duraría dos años, pero todo ha ido infinitamente mejor de lo esperado».