El flechazo de un berlinés con Briviesca y su casa soñada

S.F.L.
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El berlinés Hellmut Kirbis acabó en España por negocios y en Briviesca por el flechazo que sintió por la casa de sus sueños. A sus 79 años busca comprador pero no dejar la ciudad

El flechazo de un berlinés con Briviesca y su casa soñada

Una altura superior al metro ochenta, unos profundos ojos azules, un pelo y unas cejas color blanco nórdico y un acento bien marcado con un juego de consonantes abrumador delata que, hasta sin conocer su nombre, Hellmut Kirbis procede de Alemania. Desde muy joven se dedicó a los negocios de exportación y comprendió que necesitaba aprender castellano para despuntar en su profesión. Todavía gobernaba Franco cuando pisó tierras españolas, más concretamente catalanas, pero duró poco. Su facilidad en aprender el idioma y sus productivas estrategias le llevaron hasta Bilbao, donde fue jefe de la sucursal de otra compañía y encontró al amor de su vida, María Luisa.

Tras idas y venidas del país germano, nuevos negocios pero también importantes fracasos, un día cualquiera y por casualidad escuchó el nombre de Briviesca. Un conocido de un buen amigo que solía cazar por la zona le habló de la localidad y de una finca que se había puesto a la venta con ciertas singularidades, entre ellas los 10.000 metros cuadrados de terreno. Kirbis, seducido por la descripción del lugar, allí se presentó y… «las palabras de aquel hombre no llegaban a explicar con lo que me topé. Me quedé totalmente fascinado y no dudé en comprar el terreno», manifiesta con una gran sonrisa.

La casa de campo ha sido testigo de los mejores años de la vida del berlinés y su esposa. Ambos vivieron emociones, sorpresas, alegrías, fiestas... Pero la edad no perdona y el empresario siente que sus fuerzas flaquean. Mantener un terreno dividido en terrazas separadas por setos naturales que delimitan diferentes ambientes, un estanque artificial con bombeo de agua del río Oca con flora y aves y peces autóctonos, un frontón con gran zona de césped y un pequeño almacén, una piscina de 15x8 metros con depuradora y un huerto caliente con caseta aneja para herramientas no resulta tarea sencilla. Si a eso se añade una vivienda de 400 metros cuadrados, que consta de planta baja, primera y ático, un gallinero y una bodega, el trabajo requerido queda fuera del alcance de Kirbis.

El flechazo de un berlinés con Briviesca y su casa soñadaEl flechazo de un berlinés con Briviesca y su casa soñada

Apenado por verse casi obligado a desprenderse de la ‘mansión’, asegura que jamás lo hará de su segundo hogar, Briviesca, donde pretende quedarse hasta el final de sus días. No le preocupa deshacerse de su propiedad por una sexta parte de su valor (1,5 millones, aunque el precio de mercado sea de 250.000 euros) pero tampoco aceptará «ofertas ridículas como las que ha recibido hasta el momento». Tampoco quiere que se alargue demasiado el proceso, ya que los buenos recuerdos afloran con facilidad.

Celoso de su intimidad, no comparte demasiados detalles de sus vivencias entre las paredes levantadas con árboles, piedra y flores de su finca. Deja para la imaginación de los lectores esa parte, pero lo que sí declara y recuerda con cierta picardía es que «por su propiedad han pasado personas muy interesantes en momentos especiales para el matrimonio».

Echará de menos sus paseos entre el arbolado, sus lecturas en medio de ‘un bosque’ y observar detenidamente además de los peces introducidos a propósito en el estanque artificial, las distintas especies de animales que han acabado por colonizarlo, como por ejemplo la garza, el martín pescador, los cangrejos, las salamandras y demás, haciendo del espacio un remanso de paz.

Si el o los próximos inquilinos son amantes del deporte no necesitarán alquilar pistas deportivas para practicarlo. En una de las inmensas zonas del jardín se levanta un frontón de más de seis metros de altura, en el que además de jugar con las raquetas se puede trasformar por sus grandes dimensiones en un gimnasio al aire libre.

Los 80 llegan antes de que cante el gallo y el alemán confía en iniciar esta nueva etapa en un hogar más acogedor, con su mujer y sus tres perros. Sin embargo, agradecerá de por vida la oferta que el cazador vasco le brindó, esa que esconde bajo llave sus mejores años.