"Los ere se superan, la vida en un accidente se pierde"

G. ARCE
-

No presiden, no representan, no quieren foco... Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Antonio Corbí es uno de esos hombres y esta es (parte) de su historia

Antonio Corbí. - Foto: Patricia González

*Este artículo se publicó el 30 de marzo de 2020 en la edición impresa de Diario de Burgos

Hace ya cinco años que dejaron de llamarle Autoridad Laboral, ese título algo pomposo con el que se denomina a esos jueces sin toga elegidos para arbitrar el complejísimo mundo de las relaciones laborales y la negociación colectiva. Antonio Corbí es hoy un feliz jubilado de 72 años, un incondicional del Burgos y del San Pablo recluido en su casa desde hace dos semanas con su mujer Ángela y en permanente contacto con sus dos hijos y su nieto. No olvida tampoco la llamada a su amigo Andrés Padilla, su sucesor en el cargo, y a los compañeros que dejó en la Oficina Territorial de Trabajo de la Junta, inmersa en un auténtico tsunami de ERTE por el dichoso coronavirus.

En su discreta condición de jubilado de a pie, Corbí sigue atesorando una gran autoridad en materia laboral, pues han sido 44 años de equilibrios -y sin un solo corte- en ese filo navajero que delimita los intereses de trabajadores y empresarios, sindicatos y patronales. De hecho, lo ha vivido todo y en primera persona: los estertores de los sindicatos verticales; el florecimiento desde la ilegalidad de la UGT, CCOO, USO...; la total transformación de la negociación colectiva con la llegada de la democracia; la profesionalización de la prevención de riesgos laborales y la salud del trabajador, la crisis de los 500 ERE... Ha firmado el entierro de empresas históricas, investigado los accidentes de la calle Sauce y de Campofrío pero, sobre todo, su carisma diplomático, su sencillez y saber estar contribuyeron a garantizar la paz social, uno de los tesoros más preciados y menos valorados de la economía burgalesa. Pero vayamos por partes...

Antonio Corbí es natural de Zaragoza, ciudad en la que nació y estuvo destinado su padre Miguel, coronel del Cuerpo de Ingenieros y profesor durante un tiempo en la Academia de Ingenieros de la glorieta de Logroño. A Burgos, de donde es su madre Guadalupe, llegó con 4 años. Estudió sus primeras letras en el colegio de La Milagrosa, en las clases de sor Casimira. Luego cursó la enseñanza básica en Los Maristas y parte del bachiller en el internado que tenían los jesuitas en Durango (Vizcaya), donde coincidió con sus hermanos mayores: José Miguel, Fernando y Javier. En quinto y sexto de bachiller regresó al colegio de la calle Concepción. De aquellos años guarda un grato recuerdo que da fe de las hechuras de este hombre: "Recibí el reconocimiento como ‘el mejor compañero de clase’ con los votos de todos los alumnos durante dos cursos". Aquel brillante estudiante apuntaba maneras en el arbitraje...

Desde su infancia estuvo rodeado de música: su hermano mayor, José Miguel, fue director de la Coral de la Casa de Europa, y el pequeño, Luis, de la Coral Castilla, de los Pueri Cantores... Pero a Antonio no le dio por el solfeo, sino por los partidos de fútbol en el estadio Zatorre, el baloncesto del Club Arlanza en la Deportiva, las sesiones dominicales de cine en los Maristas y los paseos Espolón arriba y Espolón abajo. También recuerda a su primo y quinto, Jesús Echevarrieta, el que fuera presidente del polígono de Villalonquéjar, con quien iba los domingos por la mañana a Gamonal, a San Vicente de Paúl, a visitar a gente necesitada.

derecho. Quiso estudiar Periodismo pero su padre se lo quitó de la cabeza y le enfocó al Derecho. Entre 1966 y 1971 ocupó las aulas de la Universidad de Valladolid, ciudad donde conoció lo maravillosa que era la vida fuera de la disciplina militar de casa. En primero de Derecho conoció a Ángela, con la que se casó en el año 72... (en octubre van a cumplir 48 años juntos). "Recuerdo que en cuarto de carrera se estudiaba la asignatura de Derecho Laboral, que no estaba entre las más importantes, a pesar de la transcendencia que tiene hoy en día. Pues resulta que me dio de comer durante 43 años...", ironiza.

Finalizada la carrera en octubre del 71, consiguió una de las plazas de letrado asesor en la Organización Sindical, institución que tenía ubicadas sus oficinas en la actual sede de sindicatos de la calle San Pablo y que agrupaba todos los servicios a los trabajadores de los sindicatos verticales, protagonistas de las relaciones laborales durante el régimen franquista. "Cada asesor tenía unos sindicatos asignados y yo empecé con el textil, luego pasé a la construcción y, finalmente, acabé en el metal, el más politizado y follonero". Por su consultorio, recuerda, pasaron buena parte de aquellos trabajadores que desde la ilegalidad estaban reconstruyendo la UGT o fundando las Comisiones Obreras. También conoció de primera mano las inquietudes, ilusiones y frustraciones de aquella clase obrera del Burgos del Polo Industrial. Corbí fue el primer letrado en asistir a las primeras asambleas multitudinarias de empresas convocadas tras la aprobación por decreto del derecho de reunión.

Con la llegada de la democracia, en 1978 desaparece la Organización Sindical y se crea en Burgos el AISS, siglas de Administración Institucional de Servicios Socioprofesionales. Corbí fue el primer funcionario en pasar a la Delegación de Trabajo, organismo estatal dirigido en aquel entonces por Ángel Lancha, y una de sus primeras tareas fue la de supervisar las primeras elecciones sindicales libres y en democracia. Su buen hacer y su particular don de gentes le valió, por aclamación de sus compañeros, el puesto de secretario de la Delegación, cargo que ocupó durante más de 17 años. "Fui el decano de los secretarios de Trabajo de toda España...", se enorgullece.

Entre sus recuerdos más preciados está al haber presidido en siete ocasiones la negociación del convenio de Cerámicas Gala, una de las empresas históricamente más correosas de la ciudad a la hora de cuadrar intereses de plantilla y dirección. De hecho, en más de una ocasión cortaron la N-1 con barreras de fuego de neumáticos. "Puse paz y orden cuando no había más peras que repartir en el cesto...".

La crisis de los ere. En febrero del 97 se crea la Oficina Territorial de Trabajo (OTT), ya bajo la órbita de la Junta de Castilla y León, que asume las competencias en esta materia salvo las que corresponden a la Inspección de Trabajo. El primer director general de Trabajo de la Junta fue Víctor Nuñez, que posteriormente ocuparía el puesto de gobernador civil de Burgos. "No le conocía en persona, pero un día me llamó para proponerme como jefe de la OTT. Le dije: ‘¿Por qué yo?’ y me contestó que había hablado con todo quisqui y todos le hablaban de mi". No había presentado la instancia para concursar al puesto y lo hizo casi a punto de expirar el plazo legal.

Antonio Corbí fue la Autoridad Laboral desde febrero de 1997 hasta el 31 de febrero de 2015, sumando unos meses extra porque cuando estaba a punto de hacer las maletas la fábrica de La Bureba de Campofrío fue pasto de las llamas. "También fui el decano de las autoridades laborales en Castilla y León".

Los comienzos, como todos, fueron complejos. Hubo que organizar toda la Oficina. Reunía bajo su dirección a más de 80 funcionarios, también los de las oficinas de empleo que posteriormente pasaron a depender del Ecyl, del Servicio Público de Empleo regional. Una de sus primeras tareas fue presentarse y brindar su apoyo a todos, sindicatos, empresas, comités... "Luego me vino muy bien a la hora de tomar decisiones...".

La crisis de la construcción vino anticipada de alguna manera con la tragedia laboral de la calle Sauce, el 13 de enero de 2005, en la que murieron 10 trabajadores en el incendio de una lonja y otros 3 resultaron gravemente heridos. Luego vinieron los años de los ERE, hasta los 500 se alcanzaron al año, una cifra que en los últimos días se ha quedado pequeña. "Fueron unos años muy duros porque veíamos cómo la industria perdía ritmo, que empresas muy buenas se empezaban a tambalear y que la construcción se desbarataba completamente. Eran cientos de trabajadores los que se quedaban en la calle y eso era muy triste. Me reconfortaba el echar una mano a empresarios y sindicatos para que las cosas saliesen lo mejor posible para todos...".

Pese a lo vivido, Corbí insiste en que "lo peor" fueron los accidentes laborales, las muertes y los que quedaron incapacitados de por vida. "Los ERE te pueden tocar pero hemos visto que es posible superarlos y salir a flote. En los accidentes no es así, la vida se pierde para siempre, y todo depende del destino. Miren, si no, lo que ocurrió en la calle Sauce y años después en Campofrío, donde no hubo ningún rasguño y pudo haber cientos de muertos".

Desde la distancia, Corbí también recuerda perfectamente los expedientes de despidos en Cyfisa o en Fabisa, firmados en medio de fuertes conflictos en la calle; la icónica huelga de la mina de Crimidesa o el cierre de la Cellophane, la compañía más emblemática del desarrollo industrial alcanzado por Burgos. "Lo fue todo y tuve que firmar su fin...". También le dolió Confecciones Ory, una firma textil emblemática, y Valca, en el Valle de Mena... Arranz Acinas, Tebycon, Aragón Izquierdo, Ansa Lëmforder, la ‘Repa’ (TRW)... "fue una pena y muy frustrante ver la desaparición de algo tan importante...".

Recuerda, casi más como una pesadilla, los quebraderos de cabeza que le dieron dos familias de trabajadores laosianos de los que se hizo cargo el Gobierno español, 17 personas a las que hubo que buscar casa, empleo, escuelas... "Me dejaron a cargo de toda la situación en vísperas de los sampedros. Fue un follón encontrar trabajo para todos y hubo empresas que se portaron muy bien... A los tres meses una familia desapareció...".

"La última crisis me ha quitado el sueño muchas veces. Los números son muy fríos y no llegas a saber cómo quedan realmente los despedidos a los que cifran y sus familias". "Sin embargo, prosigue, me siento orgulloso de que en aquel año de los 500 ERE no tuve ningún problema con nadie ni nadie vino a protestar a la puerta de mi oficina. Tengo a gala de que mi despacho no saliese nunca la gente defraudada... Jamás eché a nadie de él".

El coronavirus. Hasta hace apenas un mes veía con moderado optimismo la evolución de la economía burgalesa. "Los últimos años han sido muy poco conflictivos, pero desde hace un mes todo ha cambiado". En su antigua oficina han llegado cientos de expedientes en apenas horas y el trabajo se acumula para sus antiguos compañeros. "Es un esfuerzo ímprobo el que están haciendo y muy delicado porque hay que dar solución a decenas de empresas. La causa de fuerza mayor por la alerta sanitaria es clara, pero tienen que estar muy pendientes de que entre col y col no haya alguna lechuga. Hay algunos espabilados que siempre se aprovechan de las circunstancias sin tener necesidad".

Conociendo como conoce la vida empresarial de Burgos, no tiene muy claro hacia donde camina en unas circunstancias tan excepcionales como país y casi como planeta. "Es un tema muy novedoso, todo está cerrado, bares, tiendas, industrias... Cuando todo esto acabe el arranque no va a ser de golpe, será despacio y algo se perderá. Creo que de todo se aprende y que esta crisis también traerá cosas buenas aunque por el camino algo quedará... Veo difícil que volvamos a aquellos años de bonanza de principios de siglo".

"Siempre que ha llovido ha escampado. Toda la vida transcurre entre ciclos buenos y malos, ahora nos toca sufrir a todos, pero lo superaremos seguro".