Piedras que luchan

A. Castellanos / Ríoseco
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El Monasterio de Santa María de Rioseco cuenta por primera vez con visitas guiadas • La parroquia y Salvemos Rioseco han dado este nuevo paso para darlo a conocer y recaudar fondos que se destinarán a su restauración

Dos visitantes observan los arcos de una parte del claustro semiderruida. - Foto: A. Castellanos

La parroquia de Rioseco y el colectivo Salvemos Rioseco no se dan por vencido. Quieren tratar por todos los medios de conservar lo que ha quedado de la belleza que atesoró el majestuoso monasterio de Santa María de Rioseco, el espacio monacal de mayor relieve que tuvo las Merindades en el pasado junto al monasterio benedictino de San Salvador de Oña. Tras las pequeñas obras y trabajos que 81 voluntarios realizaron en el monasterio cisterciense el pasado verano, ahora, un grupo de guías abren las puertas de este conjunto patrimonial de primer nivel cada fin de semana para dar a conocer su valor y su belleza y a la vez recaudar lo que voluntariamente quieran aportar y que se destinará íntegramente a su restauración.

En los dos primeros fines de semana de esta experiencia que se extenderá hasta el 26 de agosto, han pasado por el monasterio más de 200 personas. Han podido ver, y muchos sentir, como las piedras de Santa María de Rioseco luchan para mantenerse una sobre otra y conservar los rasgos de su belleza. Solo la iglesia, la Sala Capitular, el claustro y la cilla (almacén de alimentos y grano)son accesibles para el visitante, dado que el resto de dependencias no reúne las suficientes medidas de seguridad. Otras, como un segundo claustro, han desaparecido por completo.

El visitante conoce al pie de la entrada a la iglesia como se establecieron allí los monjes en el año 1237, junto al caudaloso río Ebro y abrigados por las ricas montañas del Valle de Manzanedo. «Raro es el pueblo de Las Merindades, donde no hubo una casa o una tierra que perteneciera a los monjes», explica la historiadora y guía  Esther López Sobrado. La autora del libro Santa María de Rioseco. El monasterio evocado, cuyas ventas irán a parar íntegramente a la restauración del monasterio, defiende como «la historia de Las Merindades pasa directamente por este monasterio», cuyas propiedades se extendieron desde Cernégula hasta el Cantábrico.

López Sobrado habla con pasión al visitante de la llegada del gótico de la mano de los monjes cistercienses que dieron vida a Rioseco. A su juicio, «es el estilo arquitectónico más revolucionario hasta la llegada de los rascacielos». La altura que logró dar a los edificios sorprende aún ahora y más se si piensa que fueron construidos hace cientos de años. La majestuosa iglesia de Santa María de Rioseco, con dos naves laterales, una dedicada a los Velasco y otra a los Varona-Murueta, es el claro ejemplo de lo que postula López Sobrado. Es la parte del monasterio que mejor se conserva, porque cuando Francisco de Arquiaga se hizo con él y todas sus tierras tras la Desamortización de Mendizábal, cedió a la parroquia de Rioseco la iglesia y la Sala Capitular. El último bautizo en su pila bautismal se celebró hace cincuenta años, pero el expolio ha hecho una gran mella en el templo que con la semana de trabajo voluntario llevada a cabo el pasado verano recuperó el pulso y dejó de parecer víctima de un bombardeo.

saqueos napoleónicos. Los siglos, como se explica en la visita guiada, fueron ampliando el monasterio, que vivió su esplendor en el XVI y el XVII y comenzó su declive en el XIX con los saqueos de las tropas de Napoleón y el abandono del lugar por parte de los monjes. El claustro de dos alturas y estilo clasicista comenzó a levantarse en el siglo XVII. Su belleza es incuestionable, aunque los expolios sufridos han hecho mucho daño en esta parte del monasterio devorada por la hiedra y que los voluntarios han limpiado de vegetación en gran parte.

Junto al claustro y en la panda de la Sala Capitular, otro ejemplo evidencia el valor artístico de Santa María de Rioseco, la escalera de caracol sin alma (con un hueco en su interior) que fue su primitivo acceso principal. Solo el monasterio de San Pedro de Cardeña, en Burgos, conserva otra semejante. La ligazón entre este monasterio cisterciense y Santa María de Rioseco, por pertenecer a la misma orden, aún se conserva. Y prueba de ello es que varios monjes de San Pedro de Cardeña acudirán el día 12 de agosto a Rioseco para participar en los actos culturales (ver recuadro) que servirán para clausurar la II Semana del Voluntariado prevista entre los días 6 y 12 de agosto y que está abierta a quienes deseen participar.

La parroquia de Rioseco, con el sacerdote Juan Miguel Gutiérrez a la cabeza, y Salvemos Rioseco no quieren tirar la toalla y dar la espalda a este monumento como hace la Junta de Castilla y León. Quieren que el monasterio resista y siga contando la historia de Las Merindades. Lo que se recaude con las visitas, con el material diseñado por los alumnos del IES Merindades de Castilla de Villarcayo en su programa de innovación educativa Salvemos Rioseco, con el libro y con ayudas, como la que se espera del Ceder Merindades, la parroquia tiene previsto un vallado perimetral del monasterio que ponga freno a los robos, la consolidación de los arcos del claustro y la restauración de la cubierta de la Sala Capitular.

Quienes visitan Santa María de Rioseco imprimen vida a su alrededor y mantendrán vivo en su memoria el recuerdo de este monasterio.