La falta de reservas obligará al cierre invernal de hoteles

G. ARCE
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La tercera semana de agosto, tras el nuevo confinamiento en Aranda de Duero, propició el arranque de las cancelaciones y la huida de turistas, lo que pone en riesgo la viabilidad de los establecimientos

La falta de reservas obligará al cierre invernal de hoteles

La hostelería no levanta cabeza y ha empezado septiembre con las peores previsiones posibles para este mes y lo que resta de año. El panorama es descrito por el sector como «dantesco», pues no solo se termina el buen tiempo que vaciará la mayoría de las terrazas -la tabla de salvación de muchos negocios a pie de calle- sino que el ritmo de reservas hoteleras se ha parado y no tiene viso alguno de reactivarse. Se da por hecho el cierre definitivo de muchos bares, cafeterías y restaurantes e incluso se está estudiando el cierre de hoteles durante la temporada baja -de hecho, algunos ya lo están haciendo- por la falta de clientes y los problemas de viabilidad económica.

El verano comenzó con un cierto optimismo tras la debacle de los meses de marzo, abril, mayo y junio. En julio y buena parte de agosto se superó el 50% de ocupación en restauración y plazas de hotel (a costa, eso sí, de una importante bajada de precios), pero la tercera semana de agosto, con el segundo confinamiento en Aranda y la constatación de que una nueva oleada del coronavirus era ya una realidad, el turismo desapareció y toda actividad de ocio desde entonces está marcada, aún más, por «el miedo y la desconfianza», los peores enemigos del hostelero.

«Septiembre ha empezado muy mal y nos hace prever que el otoño va a ser más dantesco de lo que podíamos esperar», reflexiona Fernando de la Varga, presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería, idea en la que coinciden todos los empresarios del sector.  

Las cancelaciones de reservas hoteleras, según explican los profesionales consultados, están a la orden del día. No solo se han suspendido los congresos previstos en el Fórum para este otoño o el Fin de Semana Cidiano, entre otros actos, sino que hay un sinfín de cancelaciones de bodas, comuniones y reuniones de fin de semana familiares o de amigos que habían quedado aplazados desde la pasada primavera y que finalmente se han descartado. Incluso los puentes festivos en otras comunidades emisoras de turismo, como el que ha vivido este fin de semana Cataluña, han tenido una nula repercusión en Burgos.

El turismo extranjero ha hecho lo propio ante los anuncios de cuarentenas en sus países de origen y el nacional «se guía por las noticias que no hacen más que hablar de aumento de contagios y amenazas de confinamiento». «Salvo algún cliente por trabajo -y pocos- el resto ha decidido anular reservas y no moverse», puntualizan los hosteleros.

«Estamos muy por debajo de los registros de otros septiembres, un mes muy bueno para Burgos, donde era habitual la ocupación completa durante los fines de semana. Las ocupaciones ahora son ridículas, apenas se llenan 5 o 6 habitaciones y con precios hasta un 70% por debajo de lo que sería normal en esta época. Estamos perdiendo dinero», reflexiona Ricardo Garilleti, del Grupo Rice, quien insiste en que la situación a la que se enfrentan es única y excepcional.

A día de hoy, no hay previsión alguna de reservas para los puentes del otoño -el del Pilar y el de Todos los Santos- y, es más, son cada día más los hoteles que se plantean un cierre temporal de puertas ante los problemas de viabilidad de los establecimientos vacíos. Es una decisión que está en manos de cada empresario pero que, vista la presión, se producirá en cascada a lo largo de las próximas semanas.

«Vivimos sobre la marcha y está claro que no se pueden aguantar gastos de alquiler, facturas, nóminas y financiación con las habitaciones vacías», explica uno de los afectados. El modelo de cierre por temporada que impera en las zonas costeras parece cada día más viable en un enclave de interior como Burgos y en establecimientos de cualquier categoría.

Insisten en que no hay fechas (la pandemia no las tiene), pero algunos ya apuntan a que lo que resta de año y los primeros meses de 2020 hasta la Semana Santa no habrá negocio.  

a pie de calle. El fin del buen tiempo, la obligación de saldar los pagos aplazados y la devolución de los créditos ICO van a propiciar un rosario de cierres de bares, cafeterías y restaurantes «a partir de octubre» e incluso, añaden, de establecimientos muy consolidados en la hostelería local.Con los ERTEno basta.

«Es imposible cuadrar costes, máxime cuando en el sector hostelero los márgenes de beneficios son muy ajustados». Los empresarios plantean un nuevo reajuste de los alquileres y de las obligaciones fiscales que pesan sobre estos negocios. Recuerdan que más ayudas anunciadas por parte de las Administraciones no han llegado, incluidas las del Ayuntamiento, firmadas en abril y que, a día de hoy, todavía no se han repartido entre los beneficiarios.

«Es necesario ayudar a un sector que crea puestos de trabajo, que aporta dinamismo a las calles. Si se  empiezan a echar las persianas son muchos los que sufrirán (proveedores, industria, etc.)», puntualiza el presidente de los hosteleros, que huye de esa imagen de «llorones» que algunos les quieren atribuir. «La situación es realmente grave».