"No es una pared normal. Hay que protegerla más"

F.L.D.
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Varios grafitis 'decoran' desde hace meses el muro de la Cartuja de Miraflores, uno de ellos especialmente grande. Vecinos y paseantes se quejan de la desidia a la hora de limpiarlos

Una de las firmas que afean el entorno de la Cartuja de Miraflores. - Foto: DB

Con el arte, muchas veces, pasa como con la libertad: los límites llegan hasta donde empiezan los de los demás. Un grafiti puede ser una obra atractiva, pero si el lienzo es el patrimonio histórico puede llegar a atravesar la frontera del vandalismo. Muchos paseantes y turistas que se acercan hasta la zona de la Cartuja llevan meses viendo una gran pintada en uno de los muros que protegen este monasterio. Una carta de presentación no muy atractiva para el visitante. Para algunos vecinos, un borrón que les produce vergüenza.

Es el caso de Javier Díaz, un paseante habitual de la zona que hace meses vio los primeros vestigios de la gran pintada en la zona peatonal del perímetro del Monasterio. «Empezaron siendo unas letras y ya lo puse en conocimiento del Ayuntamiento. El grafiti fue creciendo y por eso hice una segunda reclamación. No me han hecho caso y ahora es un dibujo enorme en el muro», subraya. Se trata de un lugar en el que, recuerda, pasan a diario no solo burgaleses, sino también turistas: «No es una pared normal y hay que tener un cuidado especial con ella».

Ese muro es el más afectado, cierto, pero solo hace falta darse un paseo por la Cartuja para ver que son varios los grafitis que ‘decoran’ los límites del Monasterio, tanto frente a la zona de la Finca Puertas Verdes como en el acceso peatonal paralelo a la carretera que lleva hasta la entrada principal. Díaz sospecha que al ser una zona que está bastante apartada del núcleo urbano «el responsable viene aquí expresamente a pintar».

No es el único que ve «horroroso» este tipo de pintadas. Isabel, que pasea casi a diario a su perro por este entorno, también se queja de la «desidia» que muestra el Ayuntamiento a veces con este tipo de grafitis. «Tendrían que mandar a alguien inmediatamente. Si lo saben y no lo limpian es porque no quieren», recalca.

Por suerte, muchos turistas suelen tener la mente puesta en el propio monasterio y no tanto en lo que les rodea. Eso al menos confiesan Alfonso y Rita, dos peregrinos que visitaban la Cartuja y que al fijarse en el grafiti reconocieron la pobre imagen que aporta: «Es un poco triste. No sé quién puede perder el tiempo estropeando un edificio tan bonito y con tanta historia». Tanto estos dos visitantes como Isabel esperan que las sanciones sean importantes para los infractores.