El alivio del arte

A.G.
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Un grupo de pacientes del Centro de Rehabilitación Psicosocial cuentan lo que ha supuesto en su recuperación la pintura, la música y la lectura

El equipo de profesionales del CRPS posa con algunos de los pacientes 'artistas'. - Foto: Patricia

Uno de los mejores ratos de la semana para Santi, Ana Belén, Gabriel, Laura y Rubén es el que transcurre entre las 10,15 y las 11 de la mañana de los martes. Justo cuando acaban de tomar café y de ponerse al día sobre sus afanes domésticos, comienzan una actividad llamada ‘Recuperarte’. En ella leen un libro en común -cada vez lo hace uno en voz alta mientras los demás escuchan- y comentan las impresiones que les produce. Hace ya unos días que tienen sobre la mesa Mi mente rota, de María Ferrero Soler, donde la autora cuenta su viaje personal por la enfermedad -un trastorno bipolar- y  todo el grupo se siente profundamente identificado con cada una de las palabras allí escritas. Como para no hacerlo: Ana Belén tiene el mismo diagnóstico que ella -"cuenta lo que yo siento"- y los demás se pelean contra una depresión y un trastorno adaptativo (Santi), una esquizofrenia (Rubén y Gabriel) y un trastorno límite de la personalidad (Laura), patologías psiquiátricas todas ellas muy invalidantes y que les han enviado al Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS) que se ubica en el Hospital de Fuente Bermeja, donde algunos llevan apenas unos meses y otros más de tres años. 

Desde 2000, este recurso de Sacyl trabaja para favorecer la recuperación de las habilidades perdidas en personas diagnosticadas de trastornos mentales graves y dificultades de funcionamiento social. Lo hace, de 9,30 a 12,50, a través de actividades como la psicoterapia en grupo, la educación para la salud y la estimulación cognitiva pero también con otras vinculadas a la autoestima, los talleres creativos con pintura o las risas y la música que les llegan vía Terapiclowns, el grupo de payasos de hospital, que hace ya diez años que no faltan a su cita con estos pacientes.

Como una sola persona, el grupo asegura que el arte les ha salvado, y el premio que acaban de recibir en el concurso de pintura que organiza la asociación de pacientes con salud mental Prosame es una prueba irrefutable del poder curativo que tienen los colores, que es idéntico al que desempeñan las palabras: "Estar aquí me ayuda a levantarme de la cama, a no comerme la cabeza con los problemas, a tener unas rutinas correctas", cuenta Laura. Para Rubén, es muy importante coincidir con personas que sufren lo mismo que él: "De esta manera me cuesta menos abrirme y hablar, aquí estoy muy cómodo porque nadie nos juzga y hay un ambiente muy bueno". "Yo no tenía ganas de hacer nada, ni lo que más me gusta en el mundo, no quería ver a los amigos... Pero los cuatro meses que llevo aquí me han llenado de energía y he empezado a hacer cosas", resume Santiago de Blas, a quien todo el mundo llama Santi, y que ha sido el ideólogo del trabajo que el pasado día 2 de abril se llevó el premio en el certamen Puro Arte. Él, que tiene experiencia como monitor de tiempo libre, pensó que quizás a través de dinámicas de las que empleaba en los campamentos se podría hacer arte y que todos los que quisieran reflejaran  cómo era su vida antes de entrar en el CRPS y cómo es en la actualidad. Y lo ha conseguido. 

Así, propuso a los compañeros del centro -en total son 25- crear una obra colectiva en la que los recuerdos del pasado, su vida actual y sus deseos para el futuro se pudieran resumir en colores, formas y texturas y con esa premisa nació Fui, soy, seré. 25 vidas, 25 formas de recuperarte, la pieza que se impuso a la veintena que se presentaron a Puro Arte. Para Ana Belén, el amarillo es su color preferido y dice que refleja lo bien que se siente ahora: "Me da mucho relax". Santi cuenta que su vida ha pasado del blanco de la infancia al azul, atravesando por puntos que representan el dolor de las migrañas o rayos rojos que se corresponden con las etapas en las que conoció el amor. Para los malos momentos todos han elegido el negro... o el gris. El resultado es una especie de parquet lleno de lamas, una por participante, coloridas, muchas de ellas en verde, que es el color de la esperanza que muchos de ellos han vinculado con el bien que les está haciendo la terapia del centro. 

La  obra tiene una segunda parte que está conformada por tres mesas móviles en forma de cerebros creados también en diferentes tonalidades y materiales, que reflejan lo complejo de ese órgano del cuerpo y las inquietudes de los autores. Para la obra cada participante utilizó los materiales y los colores con los que más se identificaba y puso en un mensaje lo que quieren para su futuro. "Ahora estoy tan bien, tan bien que eso es lo que puse... aunque me gustaría tener más relación con mi hija y conocer a mi nieta. Esa es mi meta para el futuro", cuenta Ana Belén. La de Santi es valorarse y aprender a vivir por sí mismo. Gabriel quiere conseguir un empleo que le ayude en su situación económica; Laura, estar mejor y que sus estados de ánimo no sean tan fluctuantes y Rubén ser más autónomo y controlar sus impulsos. 

Todos coinciden en lo importante que para su recuperación están siendo no solo las terapias en general sino, de forma más concreta, las que están vinculadas al arte. Gabriel, por ejemplo, es un entusiasta  de las actividades con los Terapiclowns -"es genial actuar"-, con los que ha preparado últimamente el mítico número de los Tricicle sobre el tema Soy un truhan, soy un señor, de Julio Iglesias. Rubén dice que a él la música que escucha en Radio 3 le salvala vida. "Nos sentimos queridos, expresamos los sentimientos en libertad y contamos con unos profesionales que siempre sonríen", resume Santiago.

EL CENTRO. El Centro de Rehabilitación Psicosocial, que tiene su sede en el Hospital Fuente Bermeja, es un recurso del sistema público de salud destinado a personas con un trastorno mental grave y dificultades de funcionamiento personal, familiar, laboral y social. Coordinado por la psicóloga Sara Merino, un equipo formado por una terapeuta ocupacional, una trabajadora social y dos auxiliares, trabaja para favorecer la recuperación de una treintena de pacientes que acuden allí de forma ambulatoria y que tienen todos ellos un plan individualizado de rehabilitación. Su objetivo es favorecer la recuperación de las habilidades personales y sociales necesarias para funcionar en la comunidad.

EN EL OTRO LADO DEL ESCENARIO. Música en Vena (musicaenvena.com) es un precioso proyecto puesto en marcha hace siete años por un grupo de profesionales y artistas que se dedican a "transformar en alivio el sufrimiento de las personas en los hospitales a través de la música en directo". Hace unos días, quisieron contar con el grupo burgalés Fetén Fetén, que tuvo la oportunidad de participar con sus melodías en una actuación para pacientes y familiares del Hospital 12 de Octubre de Madrid, lo que para el violinista Diego Galaz, 50% del dúo, fue "un regalo": "Tocar para gente que lo está pasando muy mal es la manera de entender el significado final de nuestro trabajo; estos encuentros dan sentido a lo que es la esencia del arte, que es una expresión para transformar a los demás y, en el caso de la música, siempre tiene sentido si es una transformación en positivo, si es una ayuda. Y cuando te pones delante de una persona cuya realidad desconoces y no sabes si va a vivir un día más, es un tesoro muy grande y algo que tienes que hacer, por una parte, con mucha responsabilidad, y, por otra, con total desinhibición, como para que llegue lo importante, no puedes sobreactuar ni tocar con lástima".

Por su parte, la actriz Alicia Benito, coordinadora y directora artística de Terapiclowns, grupo que tiene una amplia experiencia en llevar su arte tanto a la UCI pediátrica del HUBU como al hospital para patologías psiquiátrica, Fuente Bermeja, asegura que se siente muy afortunada del acompañamiento que realizan: "A nosotros nos importan las personas que hay detrás de la enfermedad pero tenemos muy en cuenta la enorme influencia que ésta ejerce sobre su estado anímico y el de quienes le acompañan. Ese es nuestro terreno de trabajo, paliar el estrés que genera la hospitalización, porque detrás del gotero, del suero y el inhalador hay una persona a la que le gusta jugar al escondite, inventarse palabras o escuchar música".

Benito afirma que, al contrario que con la atención a los pequeños -en la que todo el mundo quiere colaborar- los pacientes con enfermedad mental grave no interesan: "Se confunden los términos, las características de las enfermedades, las causas... En general, la gente se hace un lío y prefiere cambiar de tema, un  tema del que es extremadamente necesario hablar y difundir por doquier. Desde que comenzamos este proyecto a propuesta de Jesús de la Gándara y con más desconocimiento que miedo, nos ha atrapado y el aprendizaje de estos años ha sido increíble".

La aportación que el clown hace a este colectivo es, a su juicio, "liberadora de endorfinas, porque el arte transforma a quien lo disfruta y a quien lo experimenta y muestra. Poner en marcha tu creatividad te obliga a tomar decisiones, a buscar, a dejar ver tu personalidad más profunda, tus anhelos... el ser creativo que todos llevamos dentro. La creatividad aporta una nueva forma de ver el mundo".