Una brigada anti despoblación

S.F.L.
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Jon García y Daniel Montalá han fundado la empresa Boj Rural, en Penches (Oña), con la que se encargan del mantenimiento de los pueblos

Jon García (izq.) y Daniel Montalá pretenden impulsar la vida en los pueblos garantizando más servicios. - Foto: DB

Los residentes en las zonas más rurales de la comarca de la Bureba son conscientes de que una de las peores consecuencias que ha traído el fantasma de la despoblación corresponde con el abandono y la falta de mantenimiento de los pueblos. De este infortunio se hizo eco Jon García, un vasco que se guió por sus estímulos y fijó su residencia en Penches. El día a día en una localidad tan pequeña le puso en bandeja la necesidad de desarrollar e invertir en fórmulas que incentiven el retorno de la gente a las áreas más vacías.

Tras estudiarse al dedillo el territorio se encendió su bombilla y con un objetivo claro para intentar combatir la despoblación, generar empleo en la zonas rurales, mejorar la calidad de vida de los vecinos e incitar a que no desaparezca el relevo generacional, ha fundado la empresa Boj Rural con la ayuda de su amigo Daniel Montalá, un catalán ansioso por cambiar de aires que vive felizmente en la pedanía desde julio.

Juntos y de pueblo en pueblo han ido anotando las carencias existentes de cada lugar. «En la gran mayoría faltan recursos y cosas tan simples como la limpieza de las calles o las cunetas y el vaciado de las papeleras brilla por su ausencia», explica García. Asimismo, el vasco ha pasado ya un invierno en la zona y ha vivido en primera persona los obstáculos que se generan cuando caen cuatro copos de nieve... o medio metro como puede llegar a ocurrir en su localidad. «Aquí solo vive gente muy mayor que se queda totalmente incomunicada. El servicio de quitanieves de la Diputación tiende a limpiar solo las carreteras principales por lo que se nos ha ocurrido ofrecer un servicio que incluya la prevención de heladas y las limpiezas de calles, accesos y puntos estratégicos con nuestra maquinaria».

El proyecto que los jóvenes han desarrollado recoge un popurri de ideas que conforman una denominada brigada rural contra la despoblación. Para los meses de primavera y verano pretenden realizar desbroces de cunetas, caminos, parques y vías, y mantenimiento de jardines. Todo ello podrá contratarse con un servicio personalizado diseñado para cada necesidad, y a lo largo de todo el año también brindan la posibilidad de recoger residuos acumulados en zanjas y zonas urbanas, papeleras, una inspección y un control del mobiliario municipal y un servicio de emergencias las 24 horas del día los 7 días de la semana por caídas de árboles o limpieza de vertidos en las calles.

Su proyecto lo definen como  una actividad ecológica, limpia y cada tarea que desempeñan requiere el mínimo de los recursos posibles. «Consideramos que el servicio está muy centralizado para llegar a los dos territorios y  que no hará falta contratar empresas de fuera para ejecutar ciertas actuaciones. No obstante, no queremos ser la competencia de nadie. Si un pueblo tiene dos operarios que se encargan de desbrozar y no llegan, nosotros estaríamos encantados de colaborar», manifiestan.

Por el momento solo han trabajado para particulares pero ya han  dado a conocer sus funciones en varios consistorios de la Bureba y las Merindades, aunque aseguran que no se han marcado fronteras y acudirán -siempre y cuando la distancia sea comprensible- allá donde les reclamen. Promocionarse en las redes sociales no tiene la misma repercusión que si su objetivo fuese faenar en las ciudades. «Por aquí la media de edad de la población es alta y nos ha tocado ir a pegar carteles a los pueblos e ir contando nuestro plan casi vecino por vecino», asegura Montalá. Y de esta manera y no de otra ha comprobado como en las localidades más despobladas hay «más necesidades que oportunidades».

A pesar de que el ciudadano a pie está totalmente concienciado con que resulta fundamental llevar a cabo proyectos que atraigan gente o generen puestos de trabajo, y de que estas personas en concreto se han volcado en contratar sus servicios o dar a conocer la empresa, los emprendedores han llegado a la conclusión de que «las instituciones manejan un discurso de la España Vaciada que no corresponde con los que en realidad aportan a estos rincones», añaden.

Tienen muy en cuenta la importancia de reciclar y por ello la mayoría de su maquinaria es de segunda mano. «No comprendemos el mensaje que lanzan las administraciones para recibir una subvención para la compra de material, ya que exigen que sea nuevo. Si una herramienta tiene una vida de 20 años, ¿por qué vamos a adquirir otra?», se preguntan. Su labor no ha hecho más que empezar pero confían en que «será bienvenida».