El saldo migratorio sale de la UVI gracias a los inmigrantes

G. Arce
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Después de años de balances en rojo, el pasado año entraron 34 trabajadores más en la provincia de los que salieron, gracias a los extranjeros que se establecieron y no emigraron

El saldo migratorio sale de la UVI gracias a los inmigrantes - Foto: Eugenio Gutiérrez MartÁ­nez

«Somos una sociedad que sigue necesitando tener inmigración. Y los que quieren defender a los pensionistas y a la vez quieren oponerse a que tengamos una política razonable de inmigración están faltando a la verdad y están engañando a las personas». Este es el contundente mensaje que lanzaba esta semana el secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, en su análisis de la sostenibilidad futura del sistema público de pensiones. El político burgalés no solo animaba a abrir las puertas de nuestro país a ciudadanos de otros países y a sus familias, sino que urgía políticas y ayudas que incentiven el incremento de la natalidad. La pirámide demográfica de España está «muy descompensada» y su declive solo se podrá revertir, argumentaba, con gente joven, trabajadora y con hijos.

Burgos ofrece un claro ejemplo de esta descompesación crónificada en los últimos años, una realidad tan evidente como alarmante. El 13,85% de los habitantes de la provincia tiene menos de 16 años, mientras que los iguales o mayores de 65 años superan el 23,4%. Y esta desigualdad entre jóvenes y viejos, lejos de disminuir aumenta: en el último año, los menores de 16 años se han reducido en 288 personas mientras los mayores de 65 años suman 843 habitantes más. La conclusión es clara: por cada 100 jóvenes hay 169 mayores, un número que en el conjunto de Castilla y León se dispara hasta los 196 y que en el total nacional se reduce a los 120.

El último Informe del Mercado Laboral Provincial, elaborado por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) y publicado esta semana, visualiza la repercusión que esta descompensación demográfica tiene sobre el mercado laboral. En Burgos, por cada 100 personas potencialmente laborales (es decir, con una edad de entre los 20 y 24 años) hay 155 con perspectivas de jubilación (entre los 60 y los 64 años). Los primeros tienen que cubrir el coste las pensiones de los segundos: los números no cuadran.

Además, este índice de recambio sobre población activa aumenta una media de 5 puntos cada año desde 2010, cuando comenzó esta espiral de envejecimiento que eleva la presión sobre el sistema de público de pensiones: cada vez hay menos trabajadores en activo para sostener más pensionistas. Es más, si se analiza por sexos, la diferencia entre potenciales trabajadores y pensionistas entre los hombres es aún mayor, de 158 en favor de lo segundos, y de 152 entre las mujeres.

Estamos ante una tendencia, la del envejecimiento, imparable en las últimas décadas. Solo asoma una leve luz de esperanza en el último informe del SEPE: la inmigración. Por primera vez en el último lustro, la llegada de trabajadores extranjeros ha permitido que el saldo migratorio de la provincia sea positivo, es decir, que lleguen más personas de las que salen, aunque su número sea mínimo: solo 34.

El dato, aunque pequeño, es importante:en 2016, la provincia, entre entradas y salidas, perdía 1.065 trabajadores; en 2015, 1.883; en 2014, 2.579; y en 2013, 2.203, según los registros del SEPE.

El saldo positivo del informe de 2018 también es relevante en la medida en el que el resto de provincias de Castilla y León continúa perdiendo capital humano, en algunos casos a millares en el mismo año, como Valladolid (-1.039).

¿Qué ha ocurrido en Burgos para cambiar la tendencia? En el año analizado se asentaron en la provincia 6.409 personas, el 39,5% procedentes del extranjero. Por contra, 6.375 emigraron, aunque solo un 29,32% fueron extranjeros.
La llegada de inmigrantes de otros países se ha elevado un 35% con respecto al año precedente.En cifras absolutas son 668 extranjeros más, atraídos por el crecimiento económico y las oportunidades de empleo que ofrece Burgos. Recordemos que la tasa de empleo creció 1,35 puntos en 2018 y la de paro disminuyó 12 centésimas, situando a la provincia en mejores condiciones que la media regional y también nacional.
Este evidente atractivo laboral ha propiciado también que la emigración registrada sea la más baja de los últimos años, tanto de los propios burgaleses como de los extranjeros que se van a otras provincias buscando trabajo. Con respecto al año precedente, la emigración de burgaleses se ha reducido un 5,2% (248 trabajadores) y la de extranjeros en Burgos, un 6,6% (134).

 

JUVENTUD

La aportación del inmigrante extranjero no es solo en número sino en calidad: son, como reclamaba el pasado lunes Octavio Granado, jóvenes trabajadores y con hijos, mayoritariamente.
Mientras el 62,75% de los nacidos en Burgos están en edad de trabajar, el porcentaje en los extranjeros se eleva hasta el 88,66%. Mirando a la parte baja de la pirámide poblacional, el 16,75% de los inmigrantes tiene menos de 16 años (frente al 13,85% de autóctonos) y solo el 2,59% es mayor de 65 años, cuando en la población local el porcentaje alcanza al 23,40%.

La aportación de este colectivo multicultural al mercado laboral local es clara y estratégica: por cada 100 extranjeros con edad para encontrar un trabajo, solo hay 38 con perspectiva para jubilarse.
destinos. El movimiento migratorio anual se concentra entre los destinos geográficos más cercanos. Si se observa el lugar donde se realizan los contratos laborales, la emigración acude, por este orden, a Álava, Madrid, Vizcaya, La Rioja y Valladolid. Por contra, las provincias que más trabajadores aportan a Burgos son, como las anteriores, las más próximas: Valladolid, Madrid, Vizcaya, Palencia y Álava.

Las contrataciones que generan más movilidad son las vinculadas con las actividades agrícolas, servicios de comidas y bebidas, educación y transporte, en las de entrada de trabajadores. Por contra, las que sostienen más emigración son, por este orden, servicios de comidas y bebidas, industria de la alimentación, actividad agraria y comercio.