«Tenía que dar el paso»

B.G.R.
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Marlene Da Silva ha pasado de ocupar una lonja de 50 metros en la calle la Puebla a otra de 134 en los soportales de Antón. En su anterior ubicación no podía atender a más de dos personas. Ahora factura el doble

«Tenía que dar el paso» - Foto: Jesús J. Matías

La necesidad y la casualidad han hecho que Marlene Da Silva se embarcara en un nuevo proyecto en plena pandemia. Su tienda de zapatos del mismo nombre estaba ubicada en la calle La Puebla desde hacía tres años. En los 50 metros cuadrados de los que disponía apenas podía atender a más de dos personas por los límites de aforo, ya que cuenta con una empleada. «O daba el paso o mi facturación se veía cada vez más mermada», explica esta empresaria, quien reconoce que tuvo que solicitar un ICO para financiar el género de ceremonia que no ha podido vender.

Ya se había fijado con anterioridad en el cartel de se alquila de la lonja que ahora ocupa en los soportales de Antón. Un día vio que había alguien dentro y decidió preguntar, aunque inicialmente pensaba que el coste iba a ser inalcanzable. Se trataba del propietario y enseguida llegaron a un acuerdo. «Yo le dije lo que podía pagar y me lo puso muy fácil», comenta. 

Abrió a finales de marzo y Da Silva admite que todavía siente un poco de «vértigo» ante la aventura que ha emprendido. «Aún tengo miedo pero estoy facturando el doble», subraya sin dejar de mostrar su satisfacción y también la prudencia de que las facturas se han duplicado. Considera que detrás de la decisión del cambio de ubicación que han tomado otros empresarios radica que «los alquileres están más baratos y se pueden negociar cláusulas que antes no se podían exigir», como la covid «que permite que se resten las horas que yo no pueda vender en caso de que me obliguen a cerrar o a recortar el horario por motivo de la pandemia».

Esta mujer emprendedora, cuya valentía y arrojo le vienen de familia, aterrizó en la capital burgalesa hace cuatro años por motivos personales procedente de Alicante, donde regentaba otro negocio que nada tiene que ver con el actual. «Los zapatos me encantan pero yo no monto una empresa porque a mí me guste el producto, sino porque veo una necesidad, una carencia», concluye.