La ciudad se cuela en los grafitis

I.L.H.
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Javier Contreras relee con su cámara el arte urbano y le dota de nuevo significado al incluir a quienes se lo encuentran. Con esa idea cuelga 19 imágenes entre Avellanos y San Gil

Contreras posa frente a una de sus imágenes de la exposición 'Lo que la ciudad nos cuenta'. - Foto: Patricia

Un hombre con una muleta camina por la acera con cara de agotamiento. Sobre el muro, las palomas que llevan en volandas un cómodo butacón verde parecen acompañar el paseo del anciano, dispuestas a posar el asiento en cuanto el varón muestre signos de querer descansar. Los dos elementos conviven en la calle pero solo aparecen juntos en el objetivo de Javier Contreras, que busca leer los grafitis a través de quienes hacen ciudad.

Hace nueve años que el fotógrafo burgalés retrata con su cámara el arte urbano de las ciudades que visita: Bruselas, París, San Francisco, Nueva York, Chicago... Y desde hace un lustro mira los grafitis con otros ojos: «Me di cuenta de que fotografiándolos solo reflejaba lo que otros hacían. Entonces me encontré con personajes anónimos que, sin pretenderlo, hacían suyo el mensaje al pasar por delante. Y empecé a buscarlos», afirma Contreras, que ha llegado a esperar más de una hora para hallar esa otra lectura que hace más grande el grafiti y la obra del fotógrafo.

Con cerca de doscientas imágenes sobre este argumento, el silencio y la desolación de las calles desiertas durante la pandemia le hizo plantearse la posibilidad de añadir un poco de vida a las rúas mostrando en la calle lo que la calle le ha dado. Eligió las calles Avellanos y San Gil porque son las que recorría a diario para hacer la compra y a las que ha vuelto con las terrazas abiertas. Para no ser invasivo con el espacio público se puso en contacto con la Asociación de Comerciantes de Avellanos, charló con sus vecinos y les pidió permiso -tanto a ellos como al Instituto Municipal de Cultura- para colgar las fotos de sus balcones. «Las he impreso en lonas adaptándome a los huecos, así que cada una tiene un tamaño. La más pequeña mide un metro por metro y medio y la mayor es de casi tres por 1,75».

En la exposición Lo que la ciudad nos cuenta, que cuelga ya en esas dos calles, no están las 200 fotografías. El autor ha seleccionado diecinueve que resumen la serie y que por su colorido, composición o mensaje las hacían más atractivas para ser observadas durante el verano: «El arte callejero cuenta una historia y yo le añado otra más reciente. Por ejemplo, una mujer mayor que pasea a su perro delante de la joven soñadora que ella misma fue hace mucho tiempo, unos ojos que observan a quien se sienta en un banco a leer, una mujer pidiendo limosna a los pies de Tintín y el Capitán Haddock...», resume mientras destaca la cantidad de lecturas que se pueden hacer de una imagen. «Algunas las he descartado porque hay quien las puede malinterpretar. Y ya ves. Son todas espontáneas. No hay más misterio ni intención que la de encontrarte al personaje de carne y hueso que encaja con la historia que cuentan los personajes pintados».

Entre esas imágenes hay grafitis anónimos y los hay de artistas como Bansky, de quien rescata uno de París que recrea un retrato de Jacques-Louis David (Napoleón cruzando los Alpes) cubriendo la figura del emperador con un velo rojo. Contreras añade a una mujer, también de rojo, que parece la amazona del retrato ecuestre.

De momento la serie está marcada por fotografías hechas cuando viaja, que es cuando va «a la caza» de esas imágenes. Pero en breve sacará el objetivo también en sus paseos por la ciudad, porque ya se ha topado con unos cuantos murales que le sugieren encontrarse con ciudadanos de contraste: «Tampoco estaría mal hacer una serie solo de Burgos para mostrarla luego en una exposición... Aunque lo que no descarto es hacer una muestra en interior con más de una veintena de fotografías de esta temática, sean de donde sean. Porque la lona está bien para que luzcan en la calle, pero la calidad que te proporciona es inferior a la del papel fotográfico».