El Reina Sofía prepara una retrospectiva de Néstor Sanmiguel

L. NÚÑEZ
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Uno de los cuadros elegidos es 'Juan Carlos I, Spanish king', que causó furor en Arco. En marzo, el pintor afincado en Aranda expondrá en el Patio Herreriano

El Reina Sofía prepara una retrospectiva de Néstor Sanmiguel

Néstor Sanmiguel se siente afortunado. Es un hombre de sueños cumplidos. Vive de la pintura. Cuenta con su propio estudio. Ha expuesto en el Reina Sofía y próximamente volverá a hacerlo. "No hace falta tener más", admite en una conversación con este periódico, tras reconocer que una de sus fijaciones de la juventud era precisamente alcanzar este museo. "Una vez, recién inaugurado, estábamos en el jardín viendo las esculturas y dije en voz alta: ‘Algún día expondré yo aquí’". 

Pues bien, no sólo lo ha conseguido, sino que repite. El centro de arte capitalino organizará a principios del próximo año una exposición de carácter histórico que recogerá las "obras fundamentales" del reconocido artista zaragozano, Hijo Adoptivo de Aranda de Duero, donde reside desde niño. Como detalla el propio Sanmiguel, la muestra ocupará todo el Palacio de Velázquez, en el parque madrileño de El Retiro, y estará compuesta por "un par de cientos de obras". 

Recientemente, Sanmiguel recibió la visita en su taller, ubicado a las afueras de la capital ribereña, de ocho expertos del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. "Como he pasado mucho tiempo guardando obras, ya escogieron algunas de las que ellos consideran históricas", cuenta. Todavía no conoce con exactitud el listado completo de los cuadros que se exhibirán en abril, pero sí que ciertas pinturas como Juan Carlos I, Spanish king ocuparán un lugar destacado: "Venían ex profeso a buscarla y les dije que sí, que estaba aquí". 

Se trata de un cuadro al que dio vida en el año 1988, tiene dos metros de altura y tres de anchura y su título está escrito con purpurina. Componen el fondo monedas de 25 pesetas con la cara del monarca frotadas con grafito, "como hacen los niños en algunas manualidades en el colegio", explica el artista, fundador del colectivo A Ua Crag. En la parte inferior de la obra se halla una corona de tres puntas, también trazada en purpurina. "Siempre me ha entusiasmado Jean-Michel Basquiat, que pintaba coronas por los boxeadores. Era fan del boxeo y a sus preferidos les colocaba una corona. Yo decidí ponérsela al rey, aunque siempre he sido republicano", relata. 

Aquel cuadro se mostró en una Feria Arco y, según Sanmiguel, "fue un boom". De hecho, a partir de aquella edición varias galerías quisieron hacerse con sus servicios y visitaron su antiguo taller de pintura, junto al río, para ver otras obras. 

No obstante, Juan Carlos I, Spanish King también le supuso una lluvia de críticas. "Los republicanos consideraban que la obra era un apoyo a la monarquía y, sobre todo, a los Borbones. Y los monárquicos creían que era una burla hacia el rey. Ni burla ni apoyo, solo el reflejo de una situación. Siempre procuro moverme de una manera políticamente autónoma. De hecho, había muchas referencias políticas en mis obras de aquel momento, lo mismo a ETA, que a Herri Batasuna o a la Baader-Meinhof. Simplemente como testimonio de su existencia, es lo único que intentaba mostrar", asegura. 

Más allá de este cuadro, el Reina Sofía, que cuenta en su colección desde hace unos años con algunas obras de Sanmiguel como Los dioses mirones, La gran polilla, Vive Mao o la serie Libro de Manuel, optará por pinturas que "estén al alcance", es decir, que no haya que pedir con préstamos internacionales, según el artista, quien enfatiza el carácter histórico de la exposición. Así, entre risas, Sanmiguel admite que va "entrando en edad", recuerda que ha superado dos ictus y bromea: "Imagino que los popes de los museos dirán ‘este tío se nos va’". 

Sea como fuere y a pesar de los éxitos que no para de cosechar desde que en 2012 fichó por la galería madrileña Maisterravalbuena, defiende que nada ha cambiado en él: "No me he hecho a la idea siquiera de que pueda ser un artista relevante. Sigo siendo igual que siempre, nunca he ido de artista, ni siquiera en el pueblo". 

En su opinión, se ha limitado, a través de la pintura, "a la resurrección de un oficio que se consideraba muerto" introduciendo ciertas características "que no se estaban utilizando". Ahí está, por ejemplo, el hecho de no borrar nada, de dejar visibles todos los elementos y procesos de construcción, el empleo de papel usado, los contrastes entre el blanco y el negro o el garabateo como conexión con el surrealismo y con Dadá. "Es una de mis fijaciones desde mozo", apunta Sanmiguel. No es la única. El zaragozano se declara "obsesionado por la obra perfecta". ¿En qué sentido? En el de que las pinturas se conserven en las mejores condiciones posibles. Reconoce que ha tenido problemas de carcoma y que los hongos le han llevado por la calle de la amargura. "La mayoría de artistas no hace ni puñetero caso a estas cuestiones, pero yo sí. Soy totalmente contrario a aquello que acaba destruyéndose por sí mismo". Por si fuera poco, completan su lista de obsesiones el hecho de trabajar siempre con música industrial de los 70 a los 90. "Hay un grupo que me fascina, se llama Nurse with Wound. Es ruido", dice, para rematar: "No soporto lo clásico, me aburre soberanamente". 

En el Patio Herreriano. Antes que en el Reina Sofía, dos obras de la serie El jardinero nocturno de Sanmiguel se expondrán en el Patio Herreriano de Valladolid en marzo bajo el título ‘Pintura: renovación permanente’. Tras varios retrasos por culpa de la covid, está previsto que comparta muestra con artistas de la talla de Nacho Criado o Ignasi Aballí. En estos momentos, el ribereño trabaja en una serie de seis obras sobre la novela La paja en el ojo de Dios, de Larry Niven. Vive un momento de "calma artística" en el que no tiene "necesidad de revoluciones".