«Me he sentido segura y quería acabar el curso»

B.G.R.
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Ana Tapia, estudiante erasmus, regresará hoy a Burgos tras más de 4 meses en Austria. A pesar de lo ocurrido, valora de forma positiva la estancia y en septiembre se irá a Utrecht

Tapia, delante de la universidad a la que llegó el 22 de febrero. - Foto: DB

La pandemia pilló a 178 alumnos de la UBU fuera de su país de origen. Algunos decidieron adelantar su regreso y otros optaron por quedarse en sus ciudades de destino dada la situación que se vivía en España y para no perder el curso. Es el caso de Ana Tapia, alumna de tercero de Educación Primaria, que regresará a Burgos el miércoles, 1 de julio, después de más de 4 meses en Klagenfurt, ciudad austriaca situada a unas cuatro horas en tren de Viena, cerca ya de la vecina Eslovenia.

Allí aterrizó el 22 de febrero, sin llegar en ningún momento a imaginar lo que estaba por llegar. Solo pudo asistir una semana a clases presenciales. El 12 de marzo cerró su universidad, dos antes de clausurarse las fronteras y cuatro después de que llegara un confinamiento menos restrictivo. «He podido salir a la calle la mayoría de los días», explica por teléfono esta joven burgalesa que se subía a la bicicleta en los momentos en los que se preguntaba «qué demonios hago aquí», a miles de kilómetros de casa, viviendo su propia cuarentena y, desde la distancia, la de su familia y amigos. «Veía las noticias y me daban ganas de echarme a llorar», reconoce. Y si tenía que hacerlo, lo hacía, porque «también es sano» pero sin dejar de lado un espíritu optimista y positivo que le hizo afrontar la situación con determinación y calma.

Su hermano ya había disfrutado de dos Erasmus y ahora era «mi ocasión», afirma rememorando el momento en el que solicitó la beca, eligiendo como destino esta ciudad austriaca por recomendación de una amiga, ya que su idea inicial era viajar a Irlanda para mejorar el inglés. Lo ha conseguido con creces, además de perder el miedo al alemán, ya que es la única española de un grupo de amigos de seis nacionalidades que se han convertido en familia al compartir una situación inédita lejos de sus lugares de residencia.

Muchos estudiantes internacionales decidieron regresar. De hecho, Tapia asegura que de los 15 que había en un principio se quedaron en siete. Ella también pensó en volver, pero optó por quedarse. «Mis padres me dijeron que tomara yo la decisión y viendo lo que estaba pasando en España, preferí quedarme y acabar el curso porque al comparar la situación parecía que aquí no estaba pasando nada», explica, añadiendo que «me he sentido muy segura».

La incidencia del virus no ha tenido nada que ver con la España, con cerca de 700 fallecidos, y el confinamiento también resultó más llevadero, según cuenta. Solo durante cuatro días las únicas salidas permitidas fueron a la farmacia o al supermercado, siendo obligatorio el uso de mascarilla y prohibiéndose después los grupos de más de cinco personas. El 14 de abril comenzó a reactivarse el comercio, un mes después de los bares y restaurantes y el 15 de junio se reabrieron las fronteras.

Ha recibido clases telemáticas  y se ha sentido muy arropada por los profesores de la universidad de destino. La experiencia ha sido «positiva», a pesar de que no se desarrollara como inicialmente creía. De hecho, en septiembre repetirá, ya que disfrutará de otra Erasmus en Utrecht (Holanda) por lo enriquecedor que ha sido conocer a gente de diferentes culturas.