Con licencia para olfatear

R. PÉREZ BARREDO
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Biba es un precioso ejemplar de pastor alemán que se está preparando, de la mano de su guía David, para convertirse en un nuevo agente de la Guardia Civil que prestará su servicio en Burgos

Biba y su infalibe olfato: en la maleta roja estaba su ‘juguete’ de entrenamiento. - Foto: Patricia

"Es la mejor compañera que se puede tener", dice David mientras Biba, un precioso ejemplar de pastor alemán de diecinueve meses, salta a su alrededor y le lame alborozada cuando recibe una caricia de su guía. Aunque David y Biba han intimando y ya se tributan cariño y amistad, la suya es una relación profesional: Biba está siendo adiestrada por David para convertirla en breve (lo hará previsiblemente en dos meses) en un agente más de la Guardia Civil. Uno más, pero no uno cualquiera: la labor de los integrantes del Servicio Cinológico del Instituto Armado (que es el nombre que recibe la unidad canina de la Benemérita) es absolutamente fundamental desde hace ya varias décadas. Según datos del Ministerio de Defensa, durante el pasado año sus integrantes realizaron más de 2.500 operaciones de rescate y auxilio humanitario, participaron en más de 8.000 actuaciones contra el tráfico de drogas (en las que se intervinieron 1,6 toneladas de estupefacientes) y llevaron a cabo más de 18.000 servicios de detección de explosivos.

Así pues, Biba se convertirá muy pronto en el agente canino de la Comandancia de Burgos. Y su guía, David, tiene plena confianza en ella. "Sus condiciones son magníficas", señala. "Tiene unas cualidades que la hacen especial, como su forma de seguir rastros, siempre está siguiendo algo. Eso es buenísimo para un perro detector". Lleva con ella cuatro meses y se considera que a los cinco -o, a lo sumo, seis- el animal ya tiene la base necesaria. Antes, claro, debe 'opositar', esto es, pasar un examen. "Cuando acabe la fase de adiestramiento pasaremos el examen. Si lo supera, ya estará operativa. La Escuela de Adiestramiento de Perros Policía, ubicada en El Pardo (Madrid), cumple este año siete décadas, aunque se tiene constancia de que la Benemérita ya había introducido al perro en determinados puestos y cuarteles.

El primer perro que llegó a la Comandancia de Burgos con su guía fue en el año 1987. Era un perro detector de drogas; más tarde llegarían otros más, especialistas en detección de explosivos. "A lo largo de todos estos años ha habido más o menos unidades, pero siempre ha habido. La vez que más, hasta cuatro", precisa Palacín. Con resultados formidables, con el que dio en su día uno llamado Tref, gracias al cual se localizaron alijos de droga con cantidades industriales: en cuatro años él solito ayudó a interceptar en torno a 500 kilos de hachís en diversas intervenciones.

David y Biba ya forman un estupendo equipo. David y Biba ya forman un estupendo equipo. - Foto: Patricia

Se da la circunstancia de que ahora mismo no hay ningún perro operativo en la Comandancia de Burgos. Esa plaza está vacante. Y para eso se está preparando a Biba, que no ha pasado por la escuela y ha sido su guía quien ha empezado el adistramiento con ella desde cero. Explica David que el entrenamiento es diario. Y que a ello dedican una media de siete horas cada jornada. 

El método de enseñanza, que ya es único en la Unión Europea y que está inspirado en el sistema Frontex, permite adiestrar a los perros en todas las especialidades: para drogas, explosivos y seguridad y rescate, si bien luego hay animales que muestran una mayor habilidad en unas más que en otras. "En función del carácter del perro, se le va orientando. Lo normal es que si ha pasado por la escuela antes de ponerse en manos de una guía ya venga con una base y haya mostrado unas cualidades concretas para una de las especialidades", apunta el guía de Biba.

Los perros policía tienen dos maneras de ingresar en la Benemérita: o bien se adquiere tras haber pasado el animal la fase de socialización -sus primeros meses- con particulares; o desde el primer momento, desde recién nacido. Los que demuestran cualidades pasan a la fase de entrenamiento. "Las primeras semanas que pasa un guía con su perro son de vínculo; establecerlo es algo importantísimo. El vínculo se consigue pasando el mayor tiempo posible juntos, conocernos el uno al otro. En mi caso, conocer qué comportamientos tiene, qué inseguridades, todo". 

En este periodo hay un elemento clave, que se llama Kong, una suerte de juguete hecho de goma robusta y muy resistente con orificio de entrada y salida. "Jugar con el animal es fundamental, especialmente con el Kong. Es esencial que lo conozca bien, que se familiarice con su tacto, con su forma, con su olor. Paralelamente al juego, hay ejercicios de mínima obediencia. Sobre la base de premio, recompensa, conseguimos que a una orden suelte el Kong. Además, en mi caso 'cargo el clíker' [se trata de una pequeña cajita de plástico con un botón que produce el sonido click cuando se pulsa], cuyo sonido en oídos del perro está relacionado con una recompensa, que habitualmente es con comida".

Hay otras tres fases más en la tarea de adiestramiento: marcaje / indicación; búsqueda; y asociación de olor (de sustancias estupefacientes -hachís, marihuana, cocaína, heroína, speed- y explosivos). En estas fases, el campo de entrenamiento es variado: lugares abiertos y cerrados, distintos para que no extrañe sitios. También en vehículos, tanto en el interior como en el exterior. 

David y Biba muestra su compenetración en el aeropuerto de Burgos: a una orden de su guía, Biba olfatea un vehículo con precisión, cumpliendo con todo lo que le pide David. Lo mismo hace en el interior: sobre la cinta de equipajes David ha ubicado varias maletas. En el interior de una de ellas se encuentra el Kong. A una orden, Biba salta sobre la cinta y en unos pocos segundos deja de mover el rabo y se queda quieta junto a una de las maletas. Dentro está el kong. Premio para Biba, que está casi lista para entrar en servicio. Guau por ella.