Los crímenes que mataron al Castillo

R. PÉREZ BARREDO
-

Hace cuarenta años, los asesinatos de sendas mujeres en el entorno de la fortaleza dieron la puntilla al parque forestal, convertido en territorio comanche, puro lumpen: delincuencia, violencia, droga y muerte camparon a sus anchas durante años

Los crímenes que mataron al Castillo

Puede resultar increíble hoy, tratándose de un lugar tan hermoso por el que perderse constituye un placer, pero durante mucho tiempo el parque del Castillo fue un paraje peligroso al que no era recomendable acercarse, en el que no era nada seguro estar. Entre finales de los 70 y primeros 80 era puro lumpen: delincuencia, violencia, droga y muerte campaban a sus anchas bajo los árboles, entre las ruinas de la vieja fortaleza y el inmediato arrabal de San Esteban. Un día sí y otro también, la policía recibió denuncias relacionadas con el cerro del Castillo. Territorio Comanche. Recuerda José Sagredo, el concejal que en los años 90 impulsó la recuperación de esta privilegiada atalaya, que mientras la palabra Castilloestaba proscrita en el Ayuntamiento y jamás era citada por los guías turísticos de la ciudad, en la conciencia popular "era sinónimo de delincuencia y peligrosidad". Pese a que esta realidad era por todos los burgaleses conocida y eran pocos los valientes que frecuentaban sus laderas y bosques recónditos, hubo dos hechos que estigmatizaron definitivamente el cerro de la Castillo , que en adelante -y hasta muchos años después- se deshabitó de paseantes y amantes del contacto con la naturaleza. Fueron dos crímenes. Dos salvajes asesinatos de lo que se cumplen ahora cuarenta años.

El primero se produjo a mediados del mes enero de aquel 1981. En las primeras horas de la mañana del día 14 fue encontrado el cadáver de una mujer joven en el entorno de la calle Corazas, vía que une el barrio de San Pedro de la Fuente con el casco histórico. El cuerpo sin vida de María Gloria Brizuela Ortega, de 25 años y madre de un hijo de meses, presentaba signos de violencia -sangre en la boca y en la nariz, fuertes contusiones en el rostro-. Aunque en un principio se pensó que quizás también pudo haber sido violada, la autopsia negó este punto. Lo que la necroscopia fue que, en efecto, había muerto a causa de los traumatismos provocados por una sucesión de golpes brutales. Pero los investigadores se toparon con un interrogante: no había móvil del crimen, toda vez que tampoco ha robado a la joven, en cuyo bolso se encontró, intacta, una cartera con dinero.

No había olvidado la sociedad burgalesa el horrendo y misterioso crimen cuando, medio año después, el cadáver de otra mujer joven fue hallado en el Castillo. Fue el día 30 de agosto cuando una señora que paseaba a su perro atisbó en una de las vaguadas del parque forestal un cuerpo inerte semiocubierto por ramas, hojas, arena y piedras. La víctima, de 27 años, se llamaba Michelle Plante, y era una francesa que llevaba pasando en Burgos varios veranos para perfeccionar su castellano, toda vez que era profesora de español en un instituto de Bruselas. El cadáver de la chica, que iba a regresar a su país al día siguiente, apareció con el rostro totalmente desfigurado y desnudo y ensangrentado su torso, que se hallaba completamente desnudo. Igual que sucediera con el crimenacaecido en enero, se pensó que había sido violada antes de ser asesinada. Sin embargo, la autopsia volvió a negar que así sucediera. E igual que sucediera en el caso de María Gloria Brizuela, tampoco Michelle Plante fue objeto de robo: todas sus pertenencias aparecieron intactas junto al cadáver. De nuevo los investigadores se encontraron con que no había móvil del crimen. Si el parque del Castillo ya venía siendo evitado por los burgaleses, aquellos asesinados le dieron la puntilla. Pese a ser un lugar tan hermoso, pocos eran los que se adentraban en él.

Dos años después ... Casi dos años más tarde del asesinato de la profesora francesa, un joven llamado Jesús Domingo Escribano, de 23 años, fue detenido por la muerte violenta de una joven de 19 años llamada Teresa Cuesta Monzón. El tipo -alto, con bigote, introvertido- había llegado a su casa del barrio de San Pedro de la Fuente la madrugada anterior con las ropas empapadas en sangre y en estado de ebriedad. Y le había confesado a su mujer que acababa de asesinar a una chica. Al cabo, se cambió de ropa y tras anunciar que se marchaba a la Legión desapareció de su hogar. La esposa alertó a la policía, que comenzó su búsqueda. Jesús Domingo no huyó: deambuló por la ciudad hasta que una patrulla dio con su vehículo aparcado en la calle Calera a media mañana del día siguiente. El individuo se encuentran en un bar de la zona tomando vinos, como si tal cosa. Fue reducido y detenido por los agentes.

Aunque en un principio negó los hechos, terminó confesando su crimeny fue él mismo quien condujo a la policía, al fiscal y al juez al lugar de los hechos. Ninguno de los presentes pudo olvidar nunca lo que se encontró en una finca de la carretera de Quintanadueñas: el cuerpo sin vida de Teresa Cuesta Monzón se hallaba completamente desnudo y tenía la cabeza literalmente aplastada; a escasos centímetros, una piedra de enormes dimensiones exhibía restos secos de sangre. El asesino confesó que la noche anterior había estado alternando con la joven, amiga íntima de su mujer, y otros tantos amigos. Y que avanzada la noche, cuando ambos iban en el coche del hombre, éste quiso mantener relaciones sexuales con la muchacha. Al negarse ésta, se desató la violencia, y la golpeó salvajemente hasta matarla.

Comoquiera que el crimen guardaba similitudes con los de Michelle Plante y María Gloria Brizuela, los investigadores apretaron al asesino. Durante setenta y dos horas. Finalmente, terminó reconociéndose autor del asesinato de la profesora francesa, a la que había conocido cuando tomaba vinos en un mesón cercano al cerro en el que Michelle Plante trabajaba para sacarse un dinerillo, pero no el de la primera muchacha asesinada en el pasaje de las Corazas. La policía siempre creyó que él también fue el autor de ese crimen , pero no se pudo demostrar. Aunque los burgaleses respiraron aliviados con la detención de esta bestia, el Castillo seguir siendo un recinto peligroso durante unos cuantos años más, hasta que en los noventa fue sometido a su rehabilitación y reparación para convertirlo en el lugar que es hoy.