La San Marcial 'vuela' para fusionar sus nuevas tropas

FERNÁN LABAJO / GUADALAJARA
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La División con sede en Burgos lleva a cabo un nuevo ejercicio de integración de las unidades en Guadalajara. Participaron fuerzas aeromóviles y paracaidistas

Tres helicópteros Cougart despliegan tropas paracaidistas - Foto: Luis López Araico

Montados en un Santana Aníbal nos abrimos paso entre socavones y profundos charcos de agua embarrada para adentrarnos en el extenso campo de maniobras y tiro de Uceda, Guadalajara. A escasos kilómetros, el Jarama custodia un terreno forestal diverso, el idóneo para que los helicópteros de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET) desplieguen a paracaidistas de la Brigada Almogáraves VI en un nuevo ejercicio de integración a su nuevo mando, la División San Marcial. El cuartel general con sede en Burgos retomó esta semana una maniobra que quedó en suspenso por la borrasca ‘Filomena’ a primeros de enero. En ese objetivo de integrar las capacidades de sus unidades lo antes posible se enmarca un operativo en el que las tropas de asalto toman una estación radioeléctrica.

Una pequeña neblina amenazaba con dificultar el vuelo de los AS-532 Cougart, una aeronave que las Fuerzas Armadas han utilizado en países como Irak o Afganistán. A media mañana, el sol se abre paso y deja una jornada perfecta para que aterricen en un terreno arado en el que los paracaidistas de Almogáraves VI deberán tomar posiciones en un primer asalto y asegurar el terreno para las dos siguientes remesas de tropas. "Es un operativo en el que la maniobra terrestre y la aérea deben estar muy integradas. El ejercicio tiene un planeamiento complejo, pero su ejecución es muy sencilla", apunta el teniente coronel Amezcua de la brigada con sede en Paracuellos del Jarama. Participan en la superficie un subgrupo táctico, una compañía con dos secciones y un pelotón con morteros y ametralladoras. En total, 84 efectivos a los que se suman otros 27 que desde el aire les cubren mientras toman el terreno.

"El enemigo que hemos planteado para este ejercicio es de pequeña entidad. Se encuentra protegiendo una estación radioeléctrica con la que transmiten con telefonía móvil", explica el capitán Ansede, jefe de operaciones terrestres de las maniobras. El objetivo, añade, es "tumbar la señal". Los tres primeros helicópteros aterrizan y en apenas cinco minutos una sección se despliega para aislar la zona y hacer una batida inicial. En caso de conflicto, estas unidades serían las primeras en llegar. Los cougart apoyan desde el aire antes de perderse entre las nubes en busca del segundo asalto.

Soldados evacúan a un soldado heridoSoldados evacúan a un soldado herido - Foto: Luis López Araico

Esa nueva oleada apenas tarda unos minutos. Llegan dispuestos a tomar el objetivo marcado, armados con ametralladoras que en esta ocasión son de fogueo. Tampoco son reales los helicópteros HA-28 Tigre que supuestamente surcan los cielos antes de que sus compañeros paracaidistas asalten el terreno. "Sí estaban en el planeamiento, que es una parte fundamental de este ejercicio, pero no hay capacidad logística para entrenar con todos los medios", aclara el teniente coronel Amezcua.

Entre los dos grupos que ya han tomado tierra, consiguen abrirse camino y consolidar la posición de las tropas. La guerra es imprevisible. Incluso en un operativo medido al milímetro, pueden surgir percances y que algún efectivo resulte herido. Por eso, antes de que el tercer asalto ejecute su maniobra, los soldados solicitan el apoyo aéreo para trasladar a un compañero que necesita atención médica. A lo lejos se escucha el sonido de las hélices y uno de los militares aprovecha para salir de su escondite y dejar un botellín de humo que sirve de guía para el piloto. No tarda ni dos minutos en aterrizar.

"¿Listos?", preguntan al unísono los tres efectivos que sostienen la camilla segundos antes de esprintar hacia la aeronave que les espera para poder evacuar a toda prisa al lesionado. Tan importante es llevar sano y salvo a un compañero hasta una zona segura como mantenerse uno mismo lejos del enemigo. Para ello también es esencial la labor del resto del grupo que cubre el recorrido por tierra y la de un segundo helicóptero que lo hace por el aire.

Dos militares montan un mortero para defender el terreno ocupadoDos militares montan un mortero para defender el terreno ocupado - Foto: Luis López Araico

Para entonces, un grupo de diez militares ya ha tomado la estación radioeléctrica y ha tumbado las comunicaciones para anular al enemigo. La operación la completa la tercera oleada de paracaidistas que nuevamente toman tierra y se despliegan sobre el campo de maniobras en cuestión de minutos, cargando a sus hombros macutos de más de veinte kilos de peso. Ellos son los encargados de consolidar por completo la zona.

"La clave de toda esta maniobra es la coordinación entre las unidades durante la planificación. Tenemos que ser capaces de crear sinergias entre las tropas porque a la larga son fundamentales para trabajar con fuerzas internacionales en diferentes misiones en el extranjero", expone el capitán Moya. Estudiar cada detalle antes de acometer el ejercicio lo es todo para que en la práctica haya el menor número de imprevistos posible. Obviamente, nada es equiparable a la lotería del campo de batalla, por eso los entrenamientos deben ser lo más realistas posible. "Preparo como combato y combato como preparo", concluye rotundo.

Un Sanata Aníbal transporta a los mandos del operativo
Un Sanata Aníbal transporta a los mandos del operativo - Foto: Luis López Araico

La División San Marcial ha metido la sexta marcha desde que a principios de enero se encargó de varias unidades ligeras. En apenas dos meses y medio ha ejecutado cuatro ejercicios y está previsto que a mediados de marzo se desarrolle otro en el Pirineo aragonés. Fuentes del cuartel general con sede en Burgos achacan este ritmo frenético a un diseño militar estratégico necesario. No en vano, sus tropas serían las primeras en llegar a tierra hostil, donde no suele quedar espacio para la improvisación.