«Queremos hacer cosas que hasta hoy no hemos podido»

JUNIOR VIEIRA
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Miranda tras la barra (IX) | El París cierra sus puertas tras 54 años de servicio en la ciudad con la satisfacción de haber sido «un bar de referencia». Los hermanos Pablo, José y Maikar Uriarte se jubilan

Maikar, José y Pablo posan en el Bar París en uno de sus últimos días de actividad tras décadas detrás de las barras. - Foto: Luis López Araico

Encarnación y José Luis decidieron en 1968 montar un local hostelero en el centro de la ciudad. 54 años de servicio después, sus hijos Pablo, José y Maikar se jubilan y el bar cierra sus puertas. Si en Miranda escuchan la palabra «París» muchos vecinos la asocian de inmediato no a la capital francesa, sino al local de la esquina de enfrente de la peatonal. 

«Entré a ayudar al bar cuando tenía 12 años y me dedicaba a ayudar en cosas como rellenar botellas de vino», cuenta Pablo Uriarte, uno de los dueños del local. Su trabajo que pasó a ser de jornada completa al cumplir los 16. «Llevaremos alrededor de 35 o 40 años» añade José, otro de los hermanos que se pusieron detrás de la barra del negocio de sus padres. «Yo ya tenía 24 o 25 cuando comencé a trabajar aquí», aclara. 

Dedicarse a la hostelería no significa lo mismo actualmente que hace 50 años. «No tiene nada que ver con lo que hay ahora. Antes era más familiar, había otra clientela», explica Pablo. Las razones pueden ser muchas y el hostelero cuenta que «antes en las casas no había las comodidades que hay ahora, la gente hacía mucha vida en los bares. No tenían televisión y venían a ver los partidos». Precisamente, la tradición futbolera de la ciudad se ha convertido en santo y seña del bar durante estos años. «Ha sido un bar de referencia en muchas cosas, una de ellas el Mirandés», recuerda José. Un día de partido siempre es motivo de celebración para la ciudad. La bandera de los rojillos decoraba el exterior del bar durante esos días y esto no solo ha hecho que los aficionados locales vengan al bar a amenizar la previa, sino también gente de fuera. «La gente venía año tras año. Al final haces amistad», cuenta.

San Juan del Monte significa mucho para Miranda, y como no podía ser de otro modo, también para el París. «El bar siempre ha sido un punto de encuentro para las cuadrillas. Nosotros somos sanjuaneros y hemos hecho eventos con ellos», rememora José. Este espíritu ha conllevado más «meneo y trabajo» pero «se hacía lo que se podía. Antes siempre les preparabas las cosas o les echabas una mano. Incluso también había que dejarles un local para guardar las cosas», concluye el hostelero. 

El reconocimiento no solo ha venido de la gente, también de los profesionales del sector tal y como se aprecia en el interior del bar. «Nos han dado varios premios de concursos. El París siempre ha tenido fama de tener buenos pinchos» presume José. Un mérito que atribuye a su hermano, ya que cuenta que «Pablo siempre ha tenido buena mano para la cocina». Pero la oferta del bar no ha girado solo en torno a esos bocados. «Por la mañana se trabajaba en los pinchos, por las tardes hacíamos sándwiches y a la noche cubalibres», aclara.

El coronavirus puede haber descafeinado los dos últimos años de este bar, pero las restricciones a la hostelería no han doblegado su espíritu. José cuenta que «la gente se va pronto porque hay respeto y miedo» pero en general el nivel de clientela ha sido «bueno». Tan solo «se ha tenido que trabajar de otra forma. Sobre todo con más limpieza», aclara. 

Tras años de trabajo y vivencias, el domingo llegó la hora de bajar la persiana, tras un aperitivo de despedida. «Nuestra jornada empezaba a las 8 de la mañana y terminaba a las 12», apuntan los hermanos, que se jubilan para «disfrutar y hacer cosas que hasta hoy no hemos podido como ir al teatro o viajar». Los cafés y pinchos desaparecerán de la barra del París pero las vivencias se convertirán en recuerdos y eso es algo imperecedero.