El número de suicidios no baja: 32 el año pasado

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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Terminar con la propia vida de forma voluntaria sigue siendo un grave problema sostenido en el tiempo y que no disminuye. Familias afectadas y sanitarios trabajan para visibilizarlo y para actuar mejor en su prevención

El número de suicidios no baja: 32 el año pasado

El dato es del Instituto de Medicina Legal y Forense de Burgos: A lo largo de todo 2020, año marcado por la pandemia de coronavirus, el confinamiento -más rígido entre marzo y mayo- y las restricciones de movilidad, se suicidaron en Burgos 32 personas. Se trata de una cifra prácticamente idéntica a la de 2019 (31) que vuelve a constatar cómo el hecho de quitarse voluntariamente la vida constituye un problema de salud pública de primer orden (hace ya una década que en esta provincia hay más muertos por suicidio que por accidentes de tráfico) y sostenido en el tiempo. Tal es así que desde los ámbitos afectados se empiezan a tomar medidas y poco a poco se va abriendo el camino hacia la búsqueda de soluciones y la desestigmatización, primero desde el ámbito de la salud pero también desde las familias afectadas, que llevan ya tiempo reuniéndose, organizándose, ofreciendo apoyo a otras y luchando contra el  tabú que rodea a esta forma de muerte.

El grupo de expertos constituido hace poco más de un año en la Consejería de Sanidad para elaborar una estrategia que agilice la atención al suicidio no ha dejado de reunirse a pesar de las circunstancias por las que pasa el sistema con la covid. Sus componentes, entre los que se encuentra el psicólogo clínico del HUBU Jesús Sánchez, han trabajado todo este tiempo por vídeoconferencia y el objetivo es que en este primer semestre del año vea la luz el Plan de Prevención de las Conductas Suicidas de Castilla y León. El documento busca, entre otras cosas, reforzar la formación de los profesionales para que sepan intervenir de la manera más rápida dándole toda la prioridad en los diferentes niveles sanitarios (atención primaria, hospitales, emergencias...) y haciendo hincapié en la prevención cuando una persona tiene un intento o ideación autolítica, lo que para Sánchez son «señales que nunca se deben banalizar». El psicólogo, que ya intervino hace algunos años en la elaboración del documento de Sacyl Proceso de Prevención y Atención de la Conducta Suicida, reconoce que el suicidio es una patología muy difícil de valorar, de establecer y de detectar sus criterios de riesgo «porque hay gente que no habla de ello y finalmente lo hace» pero considera que dentro de esa complejidad «cuanto más estructuradas y establecidas estén las estrategias será mejor la atención».

Con esta nueva pauta de trabajo, realizada por los profesionales que componen el grupo -tres psiquiatras (uno infantojuvenil), una enfermera de Salud Mental, una enfermera y una médica de Primaria, otra de Urgencias, un forense, un profesional de Emergencias, representantes de la Consejería de Educación y el psicólogo clínico Jesús Sánchez, Castilla y León pretende también implicar al ámbito educativo para hacer hincapié en la divulgación.

Sánchez, por otro lado, está iniciando una investigación en la que va a analizar la evolución de la tasa de suicidio en Burgos desde el año 2018 y la influencia de la pandemia ya que, asegura, hay estudios que dicen que 2020 fue un año con menor tasa de suicidio y que se espera un aumento significativo a medida que se vuelva a la normalidad en la postpandemia. De momento, y a tenor de los datos del Instituto de Medicina Legal y Forense no hay ninguna variación ya que la cifra es muy similar a la de años anteriores, que oscila entre las 25 y la 35 muertes autoinfligidas, lo que coloca la tasa de suicidio en la provincia de Burgos en torno a 8,9 casos por cien mil habitantes, muy similar a la de España, que es una de las más bajas de entre los países de nuestro entorno.

El director del Instituto de Medicina Legal y Forense, Amador Martínez Tejedor, constata que se trata verdaderamente de un problema de salud pública: «Tiene una incidencia muy importante, se da en cualquier contexto social, cultural y económico, hay conciencia sobre su negatividad y genera gran sufrimiento familiar y social y consecuencias sanitarias». Los datos que aporta el Instituto no están aún desagregados por sexo pero Martínez Tejedor asegura que son mayoritariamente hombres (75-80 por ciento) los que toman tan drástica decisión. Por edades, son más numerosos los suicidas que están en la franja de entre los 40 a los 69 años pero el forense hace notar que hay otro pico a partir de los 80 «que suele estar vinculado a personas mayores con enfermedades crónicas o tanta soledad y desesperanza que se plantean que la vida no vale la pena». Estos sucesos son más frecuentes en la capital que en la provincia, los sistemas más utilizados son el ahorcamiento y la precipitación y por meses, el peor fue el de agosto, con 5 muertes autoinfligidas (en marzo, cuando empezó el confinamiento total, se registró uno). «El año 2020 no ha reflejado ninguna novedad ni diferencia en cuando al comportamiento del problema del suicidio», precisó.

Visibilidad. El forense considera que visibilizar este drama es necesario para que se tenga en cuenta que es una realidad frente a la que se puede conseguir ayuda, tanto sanitaria como social con los grupos de apoyo existentes. «Por un lado, porque hay gente que está sola y no sabe a quién contar su problema y, por otro, a los familiares de los suicidas les permite tener un ámbito para recibir ayuda. El otro problema es el de los supervivientes, que muchas veces se quedan con terribles sentimientos de culpa por lo que creen que tendrían que haber hecho y no hicieron y en ocasiones puede que les ocasione duelos complicados».

Detrás de buena parte de los suicidios hay una enfermedad mental. Para Martínez Tejedor es «un porcentaje altísimo que se puede acercar al 90%». Juan Francisco Lorenzo, médico y miembro del principal grupo de apoyo a los supervivientes existente ahora mismo en Burgos, asegura también que este tipo de muerte es un desenlace que puede suceder en el contexto de una patología psiquiátrica. Y con respecto a la influencia del contexto socioeconómico, las cifras no están muy claras, como tantas otras cosas en el suicidio.

El forense Martínez Tejedor, que ha entrado en contacto con el grupo de Lorenzo para colaborar en la visibilidad y la prevención, ofrece datos según los cuales en años muy potentes económicamente como el 2004 y el 2005 la tasa de suicidios se situó en Burgos cuatro puntos por encima de la actual mientras que en 2009, en plena crisis, las cifras fueron bastante menos abultadas.

En este grupo de ayuda, creado informalmente por personas afectadas por este problema, se acoge y se presta escucha. Sus miembros han tenido ya contactos no solo con el forense del Instituto de Medicina Legal sino también con la concejala del área de Servicios Sociales del Ayuntamiento, Sonia Rodríguez. Esta institución lleva ya varios años realizando talleres de duelo para personas con un familiar que se haya suicidado.