Grandi, revulsivo del Blasgón y Bodegas Ceres

José A. del Cura
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El central argentino valora muy positivamente su experiencia en Aranda de Duero

Lucas Grandi, durante un partido en el Príncipe de Asturias. - Foto: Julio Calvo

Sigue recalcando con humildad que «tanto yo como mis compañeros llegamos con el objetivo de sumar de a poco», pero lo cierto es que gracias a la aportación de Lucas Grandi al central y, sobre todo al complemento que el argentino otorga a Nico López en la dirección, el Blasgón y Bodegas Ceres puede presumir de haberse convertido en el segundo mejor equipo de 2019. Números positivos éstos de la entidad arandina en una segunda vuelta sin parangón que, poco a poco, han servido para, además de romper el maleficio a domicilio del club y reflotar el proyecto amarillo, salir también de la zona de descenso y contribuir a que el pabellón Príncipe de Asturias vuelva a repoblarse de aficionados.

Y es que de hecho y como reconoce el propio Lucas, ha sido precisamente esa afición uno de los factores que más impacto ha causado tanto a él mismo como a sus compañeros desde su llegada a la capital ribereña hace ya casi tres meses. «No esperábamos por ahí el ambiente que habría», puntualiza. «Desde Argentina teníamos palabras de lo que nos íbamos a encontrar, pero también que Aranda era un equipo que venía último, y siendo últimos es complicado tener un buen ambiente».

El posible escenario apocalíptico apenas tendría recorrido alguno. Con el estreno argentino a orillas del Duero, la racha de resultados comenzaría a despegar; también las sensaciones sobre la pista, crecientes con el transcurso de las semanas y «muy buenas» gracias al apoyo de una grada «llena, a reventar» desde el encuentro ante Alarcos y que «da ganas de jugar en casa y batallar para mantener el espíritu y, si quieres la mística, de demostrar que para ganar al Villa hay que hacer mucho y va a ser difícil». No es para menos. Aún queda curso por delante y, aunque la salvación está casi asegurada, el central se reafirma en la cautela de un discurso en el que aboga por «seguir mirando hacia abajo» y «no descuidarse» para lograr la certificación matemática. «Todo lo que venga después», postula, «será un regalo».

En lo que sí es más rotundo es en que, una vez termine el curso el 31 de mayo, sus expectativas iniciales pasarán prioritariamente por continuar en España. «Me gusta mucho su cultura», añade. No sin dejar de destacar que, aunque su adaptación se haya visto favorecida por su año en Francia, de Aranda se queda hasta ahora con el «gran grupo humano» encontrado. «Una de las cosas más complicadas de lograr en un club» y motivo, sin duda, «a valorar».