El arte de traducir videojuegos

R.E.C.
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Sandra Díaz lleva casi un año viviendo en Alemania, donde trabaja adaptando al español y al portugués juegos electrónicos para una famosa compañía

Sandra, en plena faena.

Detrás de cada videojuego que se ha colado en nuestros hogares y consumimos a través de todo tipo de aplicaciones y dispositivos hay un proceso de creación que no se ve. Un trabajo multidisciplinario que involucra a un equipo humano de profesionales de la programación, del diseño gráfico, de la animación y del sonido, entre otras muchas especialidades. Sandra Díaz, de 23 años, es una de las personas en las que Nintendo, compañía dedicada al desarrollo de videojuegos, confía para que sus producciones sean transcritas correctamente del inglés al español y al portugués.

Esta burgalesa graduada en Traducción e Interpretación lleva casi un año trabajando para la empresa nipona en una de sus sedes corporativas ubicada en Frankfurt (Alemania) y aunque no puede hablar de los proyectos en los que está involucrada por motivos de confidencialidad, la labor de esta políglota (habla cinco idiomas) es perfeccionar los textos y audios que aparecen en los juegos electrónicos y en otras plataformas de Nintendo.

«Me encargo de corregir las traducciones hechas al español y al portugués. De hecho, es curioso porque yo creía que mi puesto era como otro cualquiera y resulta que es «especial» ya que nunca habían tenido a nadie en el Departamento de Traducción trabajando con dos idiomas. Pedí un aumento, pero no coló», afirma Sandra en tono jocoso quien lleva de manera individual todo el peso en las versiones para la lengua de Camões, una de las más habladas del mundo con casi 300 millones de parlantes. Sin presión.

Apenas se puede ver durante unos segundos pero su nombre aparece en los créditos finales de cada proyecto en el que participa. Un trabajo titánico y lleno de matices respaldado por bases de datos, reglas gramaticales y terminología específica que además de complicado roza lo artesanal. «Lo que busco principalmente es que los textos finales suenen naturales para las personas que van a consumir el producto. Intentar que los chistes tengan gracia, conseguir reflejar correctamente los juegos de palabras y, sobre todo, procurar en la medida de lo posible que los personajes de cada juego mantengan la misma personalidad por mucho que cambie el idioma», confirma esta joven que empezó a trabajar para Nintendo por azar, respondiendo a una oferta de trabajo que había encontrado un amigo en la que pedían «español-portugués» sin saber ni siquiera en qué consistía.

La industria de los videojuegos es un fenómeno global que en los últimos años ha liderado la producción del entretenimiento, facturando más que el cine y la música juntos. El auge de los deportes electrónicos y su profesionalización, impulsados por el confinamiento, han incentivado aún más su consumo por parte de los gamers. Un sector que tampoco escapa a la polémica. «Todos los juegos se crean y diseñan en Japón y la diferencia cultural es abismal, así que muchas veces me he encontrado con textos y diálogos que me costaba creer que hubiesen sido escritos. Se basan es estereotipos muy arraigados. He llegado a ver juegos en los que los personajes femeninos eran básicamente tetas y culos desproporcionados».

El verdadero amor de su vida, como ella misma asegura, es el teatro. Su horario flexible le permite tener una vida más allá de su puesto, que dedica, entre otras cosas, a cursos de interpretación y danza. «Mi futuro pasa y vive en el teatro. Este trabajo es una forma, como otra cualquiera, de ganar dinero. La diferencia es que si estuviese limpiando baños igual no interesaría tanto para una entrevista».