5 expolios de arte sacro en La Bureba siguen sin aclararse

S.F.L.
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Los saqueos de piezas religiosas se han dado en iglesias que carecían de vigilancia. La muerte de Erik 'el Belga' el pasado año, vinculado a robos en la comarca, disminuye las esperanzas de encontrarlas

Cruz procesionaria de plata de Zangandez. - Foto: DB

Los hurtos de patrimonio en el mundo rural han descendido notablemente en los últimos tiempos debido, entre otras causas, a la colaboración de la población, la resolución de los casos y la mejora de medios y sistemas de vigilancia. No obstante, la gran cantidad de arte sacro custodiado en templos burebanos condicionan su seguridad y cinco expolios de piezas de gran valor, acometidos décadas atrás, continúan sin aclararse. Zangandez, La Molina, Frías, Briviesca o Marcillo han sido objetivo de las fechorías de los cacos.

Desgraciadamente, el saqueo patrimonial resultaba bastante habitual años atrás y cantidad de templos sufrieron desfalcos importantes. Ladrones de guante blanco asaltaron en los años 60 y 70 miles de templos españoles, incluidos algunos de la Bureba. A Erik ‘el belga’, uno de los saqueadores más famosos de la época, se le vinculó con algún robo de la zona pero con su muerte en  junio de 2020 las esperanzas de encontrar el botín disminuyen.

Entre los bienes aún por recobrar del territorio se halla una cruz procesional de plata de gran tamaño perteneciente a la iglesia de Zangandez. Según los vecinos de la pequeña localidad, el hurto de la pieza, muy querida por todos, se llevó a cabo en 1971. El alcalde de la entidad menor, Alfonso Martín, explica que en tiempos de guerra llegó a permanecer oculta en el monte y en el cuarto de trigo de la casa de su bisabuela. «El o los ladrones no tuvieron que esforzarse mucho en cogerla ya que la puerta del templo no estaba forzada, por lo que debieron entrar con llaves. Nunca hemos vuelto a saber nada», declara.

A escasos 3 kilómetros, en La Molina del Portillo de Busto, un sepulcro paleocristiano se vendió al anticuario R. Ruiz en 1932. Una pieza con un gran valor histórico datada en la segunda mitad del siglo IV d.C. y que en 1951 fue adquirida por Frederic Marés, que la depositó en el Museo de Frederic Marès (Barcelona). Sin embargo, Roberto, exalcalde del pueblo, aclara que su padre le contó que aparecieron más pero fueron robados. «Uno de ellos desapareció no hace más de tres de años, y la última vez que lo vi estaba partido por la mitad y cargado en un tractor. Una pena no haber mantenido unos restos tan interesantes», testifica. Asimismo, y con el fin de conservar las pocas piezas valiosas de la localidad, mantuvo durante una década bajo la leña dos pilas bautismales por miedo a que las robaran. Una vez que se rehabilitó la iglesia se colocaron en su interior.

Frías, la ciudad más pequeña de España, tampoco se libró del saqueo de bienes patrimoniales. El sacristán del templo de San Vicente, Fernando Alonso, recuerda la talla de San Juan y una capa de los Salazar con cordones de oro como las dos piezas hurtadas más importantes, ambas del siglo XV. «Tuvo que ser un robo por encargo», declara. Los implicados se metieron por una puerta trasera de la iglesia, que se construyó cuando la peste golpeaba con fuerza, que en el momento del delito (tiene constancia de que ocurrió de noche) se encontraba tabicada. «Esto ocurrió antes de ayer, no hace ni veinte años, pero entonces no había alarmas instaladas en el edificio y no se llegó a encontrar a los delincuentes», añade.  

En el corazón de la Bureba, concretamente en Marcillo, tres golpes dejaron su templo, Santa Águeda,  prácticamente desvalijado por completo. Piezas de todo tipo de las que nunca se ha vuelto a saber nada. Por temor a perder lo poco que quedó a salvo, el antiguo párroco, don Esteban, optó por trasladarlas a Quintanaélez, donde descansan en paz y pueden observarse en un pequeño museo en el interior de la reformada iglesia de Santa Eulalia. La alcaldesa, Ana Victoria González, asegura que «no hay riesgo de que desaparezcan porque el inmueble está protegido. La colección está formada por columnas, pinturas, tallas o cálices», afirma con orgullo.

Briviesca, la capital de la comarca, no lamenta importantes pérdidas patrimoniales. El párroco de la ciudad, Julián Galerón, señala como principal robo las tres pinturas hispano-flamencas de la Capilla de las Viejas, en San Martín. «Los cacos recortaron todas pero aparecieron tres. Las que faltan pueden verse dibujadas», apostilla.