40 años que nunca se olvidarán

B.G.R.
-

El Fernando de Rojas tenía previsto celebrar la semana pasada su aniversario. La pandemia se lo impidió, pero aquí está su historia

Imagen del colegio en los años ochenta tras levantarse el segundo de sus edificios. - Foto: DB

Cerca de 1.200 niños, más de 80 profesores y un cumpleaños que celebrar. Con esta ilusión y no poco ánimo empezó el curso la comunidad educativa del colegio público Fernando de Rojas, en el G-9, sin saber en ese momento que su deseos estaban lejos de cumplirse. Decoraron el centro para la ocasión, planificaron un calendario de actividades y centraron sus esfuerzos en organizar un gran acto la semana anterior al fin de las clases. El motivo lo merecía, 40 años de vida y miles de nombres y apellidos en la relación de las listas de clase.

En octubre, Haizea Cozar alumna de quinto de Primaria, hizo que el nombre del centro se hiciera viral gracias a su idea de crear un banco de la amistad para luchar contra el acoso escolar. Su proyecto también iba a formar parte de la efeméride, que arrancó con un primer acto institucional dos meses más tarde cuando compartieron  fiesta en la Casa de Cultura junto a la Policía Nacional al conmemorar que las cuatro décadas educativas coincidían con las que habían pasado de la incorporación de la primera mujer al cuerpo policial. 

Los planes se truncaron. Nadie podía imaginar que una pandemia coartara la gran celebración, prevista para el pasado miércoles, 17 de junio, coincidiendo con la celebración del Día de la Comunidad Educativa, con una jornada repleta de actividades. Por la mañana, hermanamiento de alumnos de últimos cursos con los  más pequeños, visitas de antiguos profesores y alumnos... Y por la tarde, encuentro con las familias (en muchos casos segundas generales de escolares) y con todo aquel vecino del barrio que quisiera sumarse. Sin embargo, nada de esto se ha podido llevar a cabo, aunque todo se mantiene presente en la cabeza de estudiantes, docentes y padres. 

Lo cuenta con cierta tristeza y nostalgia la que es su directora desde hace nueve anos, Ana María Martínez, quien a pesar de todo reconoce que será un aniversario difícil de olvidar. Igual que piensa en esas graduaciones de Infantil y Primaria que no se han podido festejar, aunque se muestra prudente sobre si podrán retomarse las celebraciones el próximo curso. Todo dependerá de la crisis sanitaria y de las restricciones que se impongan, admitiendo que los grandes eventos de concentración de personas será difícil que se produzcan.

Aun así, la historia del Fernando de Rojas sigue ahí y se remonta al curso 1979-1980, cuando se levantó el entonces parvulario, que llamó ‘el colegio de la campa’ y que acogió a alumnos procedentes del Cervantes, ubicado en Caspiscol y cerrado desde 2003, y del Nacional Florentino Díaz Reig, que ocupaba el edificio que hoy en día alberga a los estudiantes de primero y segundo de la ESO del instituto Félix Rodríguez de la Fuente, relata Martínez. La explosión demográfica de aquel momento hizo que al año siguiente se construyera otro edificio para Educación General Básica (EGB), momento en que ya recibió el nombre del escritor español.

La demanda siguió creciendo y llegó un tercer edificio, alguno de cuyos espacios fueron utilizados de forma provisional por el llamado ‘sexto instituto’ hasta que el Pintor Luis Sáez se convirtió en realidad. Después vino el cuarto y antes de estrenar milenio, el quinto, que no es otro que el polideportivo Mariano Gaspar y que usan los alumnos para las clases de Educación Física del centro. Y si por algo también es conocido el colegio, al margen de su tarea pedagógica, es por los espectáculos de títeres que se celebraban en el patio durante las fiestas de San Pedro.

En la actualidad el número de escolares ha bajado de los 1.200 por el descenso de la natalidad, perdiéndose alguna línea, si bien su directora recuerda que ha llegado a haber hasta 1.500. Mantiene como seña de identidad su «potencial humano», con una expresa implicación tanto de los profesores como de las familias. Menciona varias veces la labor de la Asociación de Madres y Padres (Ampa), algo que considera fundamental. «Si trabajamos juntos al máximo cualquier proyecto sale adelante», subraya, poniendo en valor su aprendizaje personal y profesional de estos años. 

Habla de tener paciencia, de escuchar, empatizar, «hacerte tuyas las preocupaciones de los demás» e intentar buscar las mejores soluciones sin perder de vista su función. A la expectativa de lo que ocurra en el curso 2020-2021, no pierde la esperanza de recuperar el merecido aniversario, aunque se anticipa en estas líneas a felicitar a todos los miembros de la comunidad educativa, a decir sin tapujos lo «orgullosos que no sentimos de nuestros alumnos» y a valorar que, ahora y por encima de cualquier fiesta, «lo importante es la salud» para reencontrarse en septiembre.