Con el San Pablo Burgos al fin del mundo

CARMELO PALACIOS / Rusia
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El conjunto burgalés revienta la historia y conquista su segundo título consecutivo de la Basketball Champions League tras doblegar al Pinar Karsiyaka turco en una final de auténtico infarto

La plantilla celebra la conquista de su segunda Champions. - Foto: Valdivielso

No hay imposibles para el San Pablo. Parecía que había tocado techo al brindar a Burgos su primer título internacional de la historia, pero resulta que Atenas era solo el principio de una hermosa aventura. Después, llegó la Copa Intercontinental y ayer logró el triplete con la conquista de su segunda Basketball Champions League. Un deja vu increíble que alarga la época dorada de un club modesto que está deslumbrando a Europa. Este equipo es leyenda, es eterno, es inmortal.

Las finales no se juegan, se ganan. Eso es lo que hizo el San Pablo. En un partido trabado, tenso y en el que las grandes estrellas no estuvieron inspiradas, fue capaz de sacar su carácter de campeón para tumbar la resistencia del Pinar Karsiyaka (59-64). Sudó sangre para doblegar  al correoso conjunto turco, que se mantuvo en el choque hasta los últimos segundos, cuando una acción individual de Renfroe, el mejor del choque, apagó de un plumazo sus esperanzas.

La final fue una batalla a cara de perro desde el pitido inicial. Los dos equipos tuvieron claro que la intensidad y la energía eran innegociables y así consiguieron que las defensas se impusieran a los ataques durante casi toda la primera parte. El San Pablo comenzó con la idea clara de buscar la superioridad de Rivero, pero el cubano tampoco sacó mucho rédito en la pintura, así que Renfroe y Benite entraron en el intercambio de golpes con M’Baye y Morgan (8-10). El juego ofensivo era muy espeso por parte de los dos y solo alguna individualidad puntual lograba romper a la retaguardia rival. McFadden, que acababa de salir a la pista, aprovechó un despiste para clavar su primer triple y Kravic amplió la renta desde la línea de personal (13-15).

La igualdad fue la nota dominante durante el primer cuarto y continuó tras la pausa. El San Pablo se pasó casi cuatro minutos sin anotar y con sus tiradores bastante desacertados. Fue Horton el que sacó de la oscuridad a los burgaleses con un triple, aunque fue solo una acción puntual, al igual que un 2+1 de Benite que igualó la contienda mediado el cuarto (21-21).

No había fluidez en el juego y los porcentajes de acierto tampoco acompañaban. Kravic estuvo negado bajo el aro rival y solo Renfroe daba vida a los azulones con alguna acción individual. Parecía como si las estrellas de ambos equipos no quisieran brillar y estuvieran reservándose para la segunda parte. Pese a la poca claridad de ideas, los castellanos se marcharon al descanso por delante (28-29).

No varió mucho el guión tras el paso por los vestuarios. Rivero empezó produciendo por dentro, pero tuvo que abandonar pronto la pista al ver la tercera falta personal. Entonces, Kravic demostró fortaleza mental para sumar en la pintura pese a no haber tenido acierto en la primera mitad (30-35). La pequeña brecha que abrió el serbio se vio reducida por dos pérdidas tontas que provocaron contras. Con el duelo en un puño, apareció por fin el acierto exterior con Salvó y Cook, dos protagonistas inesperados, y estuvo acompañado por un buen trabajo defensivo liderado por Sakho. Además, Benite, acosado por sus marcadores, fue objeto de falta en dos ocasiones y sumó desde el tiro libre para encarrilar la final (39-46).

saber sufrir. En la hora de los valientes, irrumpió todo el talento americano del Karsiyaka. Kennedy, Taylor y Morgan se echaron al equipo turco a sus espaldas hasta dar la vuelta al luminoso con un parcial de 12-6. Era el momento de sufrir. Todavía quedaban seis minutos por delante y al San Pablo le tocaba reaccionar para frenar la inercia turca. Lo hizo con un 2+1 de Rivero, un triple clave de Benite y alley-oop perfecto de Kravic (54-59).

M’Baye se resistió a tirar la toalla y llegó un punto en el que cada pelea, cada rebote, cada tiro era oro puro en un final de auténtico infarto. En esos instantes, los burgaleses sacaron su carácter de campeón y capturaron tres rebotes vitales que les permitieron sobrevivir (59-60, min. 48.05).

Renfroe se puso la ilusión de toda una ciudad sobre sus hombros para encarrilar la final con una magnífica acción individual a falta de 34 segundos (59-62). A partir de ahí, una buena defensa y dos tiros libres de Benite sellaron el triunfo (59-64) para hacer realidad lo que hace menos de un año se hubiera considerado un disparate: el San Pablo es bicampeón de la Champions.

(Toda la información de este histórico triunfo y las fotografías nuestros enviados especiales a Nizhny Novgorod, hoy en la edición impresa, un periódico para guardar durante muchos años)