Imprime caracteres

GUILLERMO DÍEZ
-

La imprenta en Burgos y en la Catedral. Siempre que visité una imprenta me llevé una buena impresión de los tipos que en ella habitaban...

Tipos metálicos. - Foto: Jesús J. Matí­as

Aunque ahora nos cueste creerlo, hubo un tiempo en el que la mayor parte de la población no sabía leer. Era una actividad que sólo estaba al alcance de unas pocas personas, generalmente dentro de los monasterios o pertenecientes a familias acomodadas. La adquisición de libros era muy difícil: había pocos y muy caros, porque estaban escritos a mano.

Hasta que, en el siglo XV -con antecedentes en China desde el siglo VI-, apareció un revolucionario invento que propulsó con fuerza el aprendizaje: la imprenta conseguía producir con facilidad numerosos ejemplares iguales, lo que abarataba su costo y los ponía al alcance de más personas.

Muchos obispos impulsaron este nuevo invento al conocerlo: Ahorraría horas de trabajo a esos amanuenses que dedicaban su vida a copiar libros en los atriles de las bibliotecas monásticas.

Cajones con tipos de madera para componer textos letra a letra.Cajones con tipos de madera para componer textos letra a letra. - Foto: Alberto Rodrigo

Rápidamente adquirió gran importancia en la educación, siendo un vehículo cultural cargado de sabiduría que pedía expansión, entrando con fuerza a formar parte del tejido mercantil. Nacía un camino hacia el pensamiento escrito, ayudando en la divulgación del conocimiento, entreteniendo, facilitando la actividad burocrática en los estamentos civiles,... Claramente, en la Historia, hay un ‘antes’ y un ‘después’ de la imprenta.

En Burgos en seguida se instalaron extraordinarios impresores que hicieron trabajos de gran calidad, aunque hay inseguridades sobre sus comienzos. 

21 de marzo de 1482: El tesorero de la catedral da al maestro Fadrique, vecino de esta ciudad, dos papeles para que escriba 2.000 copias con letras impresas, a cambio de 7.000 maravedís; dicho maestro se compromete a realizar el encargo.
En el año 1483 dos maestros en escrituras de molde -Juan de Bobadilla, vecino de Burgos, y Álvaro de Castro, vecino de Villasandino- se comprometieron a entregar, para la catedral de Santiago de Compostela, 120 breviarios escritos en papel, iluminados y encuadernados.

Pieza de la desaparecida Imprenta Polo. Pieza de la desaparecida Imprenta Polo. - Foto: Jesús J. Matí­as

No se conoce con precisión cuándo llegó el famoso Fadrique de Basilea. Trabajó en Alemania hasta 1470 y en seguida vino a España, posiblemente a Zaragoza antes que a Burgos.

Aquí ejerció como impresor alrededor de 30 años, editando cerca de un centenar de libros hasta 1517, año en el que cedió la imprenta a su oficial mayor, Alonso de Melgar, que, casado con su hija Isabel, era también su yerno. Éste se convirtió en uno de los principales editores castellanos, publicando 77 obras en los casi ocho años que estuvo hasta su muerte.

La catedral tuvo mucho contacto con ellos; además de solicitar sus servicios profesionales, les arrendó varias casas para que montaran los talleres y residieran en ellas.
21 de mayo de 1507: Dos canónigos estudian los arreglos que necesitan las casas aledañas a las del maestro Fadrique.
De ahí salieron esmeradas y bellísimas ediciones que afamaron con rapidez la tipografía burgalesa que floreció en el siglo XVI. Varios escritores, e incluso otros reconocidos impresores, encomendaron a las imprentas de Burgos algunos de sus trabajos: Fernando de Rojas, en 1499, desde Toledo, pide a Fadrique que componga su «Comedia de Calisto y Melibea (Colofón). Fue impresa la presente obra en la muy noble é más leal civdad de Burgos por industria de maestre Fadrique Alemán de Basilea. Año de nuestro Salvador Ihesu Christo de mill CCCC e XCIX años»; y Arnao Guillén de Brocar, célebre editor de origen francés afincado en Alcalá de Henares, le encargó, en 1512, una edición del Diccionario de Nebrija.

De origen italiano, tras unos años en Salamanca, llega a Burgos en 1525 Juan de Junta, hijo de un impresor florentino y sobrino de un editor veneciano.

Comienza ayudando a Isabel de Basilea, ya viuda, y tras un año contraen matrimonio, revitalizando el taller y mejorándolo con la creación de una nueva tipografía gótica.
Ellos, y más tarde su hijo Felipe, «emplearon excelente papel en sus impresiones, tinta sumamente negra e indeleble, caracteres bellos y limpios todo lo cual dio justo renombre a la imprenta burgalesa».

Pero con el siglo XVII llegó la decadencia, disminuyendo el número de talleres y ediciones, perdiéndose la perfección de los grabados y sustituyendo la letra gótica por otra italiana de menor categoría.

El sucesor de los Junta se halló en la necesidad de buscar trabajo fuera de la capital iniciando un periplo con su imprenta a cuestas: cartuja de Miraflores (1599), Lerma (1619), Valladolid (1625), monasterio de la Vid (1626) y nuevamente a Valladolid (1627).

El siglo XVIII comienza con una decena de imprentas en la ciudad, incluida una que es propiedad de la catedral, la única que continuaba a mediados de siglo tras el imparable declive.

15 de noviembre de 1751: El fabriquero denuncia las faltas cometidas por el librero en la imprenta, lo que hace que muchos libros se devuelvan por los errores que tienen, y se recurra a otras imprentas; da poder al fabriquero para que rescinda las escrituras dadas a dicho librero por incumplimiento de contrato, y para que busque un oficial habilidoso e inteligente para hacer las impresiones que se ofrezcan.

17 de enero de 1755: Se determina aumentar medio real al día el salario, durante los próximos nueve años, al compositor que asiste la imprenta de la fábrica para que continúe en el cargo.

[Componer: poner juntamente una cosa con otra. Compositor: Que compone. En Chile es una ‘persona hábil en tratar dislocaciones de huesos’. También lo es quien ‘hace composiciones musicales’ y entre los impresores, componer es ‘ir juntando las letras o carácteres que les van sacando de sus apartados’ (sic. Diccionario de Covarrubias).]

Había que tener mucho cuidado con lo que se publicaba:

17 de noviembre de 1758: Los oficiales de la imprenta del cabildo exponen que se hallan presos en la cárcel de Santa Pía por orden de los jueces de Cruzada, al haber imprimido un sumario de indulgencias por encargo del hospital real de Santiago de Compostela, por propia iniciativa, y piden a este cabildo que interceda por ellos.

Y las consecuencias eran graves:

27 de noviembre de 1758: La esposa del oficial de la imprenta de esta iglesia expone que se halla en extrema necesidad y con familia numerosa, pues depende del trabajo de su marido, que está preso, por lo que pide se le dé alguna limosna.
25 de mayo de 1759: Los oficiales de la imprenta de esta iglesia piden que este cabildo interponga su autoridad ante el comisario general de la Santa Cruzada para que se les levante la multa de 100 ducados en que han sido condenados por la impresión de unos sumarios, en atención a su mucha pobreza por la larga prisión que han sufrido.

La imprenta causa nuevos problemas a la catedral:

16 de junio de 1766: Por orden del Consejo de Castilla se manda que no haya imprenta alguna en el territorio del partido de este corregimiento en convento ni otro lugar privilegiado o exento, y que en el plazo de dos meses las vendan o arrienden, y las pongan en lugares y casas distantes a la clausura, y que ningún religioso o clérigo sea regente de ninguna imprenta, sino que estén a cargo de seculares sujetos a la jurisdicción real y ordinaria.

La solución es arrendar la imprenta a un seglar:

14 de julio de 1766: Petición del compositor que ha sido de la imprenta de la fábrica de esta iglesia, para que se le arriende dicha imprenta por 1.100 reales al año, para imprimir epactas, villancicos y otras obras pequeñas.

11 de agosto de 1766: Un capellán del número manifiesta que durante más de 14 años ha sido empleado en la administración de la imprenta, cuyo uso ha desaparecido en consecuencia del decreto real, y solicita se le tenga presente para cualquier otro trabajo en esta iglesia, y se le permita continuar en la habitación de los cuartos de la imprenta.

23 de julio de 1792: Acuerdo capitular en relación con el estado de la imprenta, medios para su conservación y cantidad que se puede invertir en la renovación y compra de nuevas letras.

A finales del siglo XIX el cabildo se deshizo de la imprenta, adquiriéndola quien la había tenido arrendada en los últimos años, llegando a un acuerdo con los pagos de los alquileres y los encargos que se realizaban: 

2 de diciembre de 1870: Los contadores presentan los convenios hechos con el impresor para imprimir la epacta y dan cuenta de su producto y del valor de los tipos inútiles de la imprenta antigua que pertenecía a la catedral.
30 de noviembre de 1920: Recibo de la Imprenta y Estereotipia de Polo de 14 pesetas por el importe de 100 carteles.

Actualmente, casi todos llevamos una imprenta encima -al menos potencialmente- sin que nos preocupe ni lo valoremos demasiado. Podemos publicar con facilidad un sinfín de documentos que queramos prodigar.

Desde aquellos pendolistas (Personas que escriben con muy buena letra. Del latín pennüla, diminutivo de penna ‘pluma de ave’, de donde surge la pluma de escribir.) que fueron artesanos minuciosos en la copia de libros, hasta que el leer y escribir se convirtieron en actividades al alcance de casi todos, pasaron muchos siglos. Y tuvimos que aprender a descifrar escrituras a veces incomprensibles debido a caligrafías no muy buenas o a la rapidez con la que se redactaban. Cuando aparecieron las máquinas de escribir y pudieron estar en los hogares se dio un primer paso, y la llegada de los ordenadores convirtió cada texto, correo recibido, trabajo académico,... por pequeño que fuera, en algo atractivo y, en general, muy bien presentado.

Pero también hemos perdido algo: Antes, el hecho de que un texto estuviera imprimido con esos caracteres elegantes y uniformes presuponía una calidad del mismo que venía avalada por la propia imprenta o editorial. Ahora, podemos encontrarnos con la atractiva presentación de algo incomprensible, porque no está bien construido. Además desde la última crisis económica han desaparecido los correctores que eran muy importantes y de gran ayuda para los autores de los textos que se publicaban...

Todos estos datos proceden del archivo de la catedral de Burgos; La imprenta en Burgos y su provincia. Noticias recogidas por Domingo Hergueta y Martín; Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias; Imprenta y censura en España desde el reinado de los Reyes Católicos a las Cortes de Cádiz: un acercamiento a la legislación, Sandra García Pérez; Hacer política imprimiendo libros: El uso de la imprenta en los reinados de Carlos III y Carlos IV, Alba de la Cruz Redondo (Universidad Complutense de Madrid); La imprenta incunable, el nuevo arte maravilloso de escribir, Fermín de los Reyes Gómez (CSIC).