Cinco pueblos de la Ribera pierden 6 oficinas bancarias

Adrián del Campo
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Actualmente solo once municipios disponen de sucursales. En otros tres el servicio se cubre con un autobús-ventanilla

Los vecinos de Vadocondes esperan en la calle, junto a la antigua sucursal, su turno para entrar al ofibús. - Foto: Adrián del Campo

Seis sucursales bancarias cerradas en cinco municipios de la Ribera en, como mucho, un año. Es la conclusión que se extrae de analizar pueblo a pueblo el estado de las distintas oficinas que las entidades financieras mantienen en el medio rural. El estudio nace de la preocupación de los propios vecinos de las localidades de la comarca y que se repite desde que Castrillo de la Vega diera la voz de alarma en marzo de este mismo año. Entonces, el alcalde, Juan José Gutiérrez, exigía que no se cerrara la única ventanilla que quedaba en el pueblo tras resignarse a la clausura de la otra. Ahora, ocho meses después, el pueblo ha perdido sus dos oficinas y como contraposición recibe la visita de un ofibús, un autobús que, al estilo del bibliobús, ofrece a los clientes los servicios de las anteriores sedes bancarias.

El cierre de las seis sucursales que ha sufrido la comarca ribereña, dejando Aranda de Duero al margen, se ha repartido en cinco pueblos. Castrillo de la Vega, como ya se ha contado, perdió dos oficinas, una de Caixabank y otra de Caja Viva; Hoyales de Roa, su único banco, de Caixabank; mismo caso que en San Martín de Rubiales, mientras Milagros ha visto cerrar su sede de Caja Viva y mantiene la de Caixabank, y Vadocondes conserva la de Ibercaja pero pierde la de Caixabank. Con estos cambios, en la Ribera del Duero solo quedan once municipios con sucursales bancarias. Son los ya citados de Milagros y Vadocondes, a los que se unen Fuentecén, Tórtoles, Sotillo, Caleruega, Gumiel de Izán, Peñaranda, Torresandino, Aranda y Roa.

En los últimos meses, Castrillo de la Vega, Hoyales de Roa y San Martín de Rubiales han visto como sus sucursales han sido sustituidas por el ofibús, un servcio que en los tres casos presta Caixabank. En la entidad bancaria corrigen que lo que se han cerrado «no son sucursales, sino ventanillas» y defienden que el  ofibús «da más servicio que el que había, porque es una oficina móvil, con todos los beneficios de una oficina». Pero a los vecinos no les convencen estas explicaciones. «El cambio es malo. Hemos pasado de tener servicio cinco días a la semana, luego solo dos y finalmente uno, pero antes con la oficina, por lo menos estabas dentro y había un horario de ocho de la mañana a dos de la tarde, y ahora son un par de horas por semana y no sabemos si van a ser puntuales», criticaban Pilar y Eugenia, dos vecinas de Vadocondes, mientras esperaban junto a una decena de clientes en la calle, a la puerta de la antigua sucursal, su turno para entrar en el ofibús. Su indignación, después de haber dado «mucha guerra» para mantener la ventanilla, es tal que incluso se plantean cambiar de banco: «Está en la cabeza, tenemos el otro que está ahí, con sede, tres días y con un horario mayor».

no prevén más cierres. Caixabank sigue siendo la entidad que más oficinas tiene en la comarca, con ocho entre todos los pueblos, le siguen Caja Viva e Ibercaja, ambas con seis cada una. Más allá de Roa y Aranda, estas tres empresas son las únicas con sucursales en el medio rural ribereño y las tres lanzan un mensaje de tranquilidad al declarar que no prevén cerrar ninguna de sus ventanillas. Puntualizan además que los ajustes se deben a la demanda y necesidad de cada municipio. En Ibercaja declaran que «no hay previsión de ningún cierre a corto plazo» y en Caja Viva apostillan que «en los diez últimos años solo han cerrado dos oficinas», ya citadas, en la Ribera.

A pesar del mensaje trasladado por las entidades, los diferentes ayuntamientos ribereños muestran su preocupación ante las últimas desapariciones de sucursales. El alcalde de Peñaranda, Fernando Rioja, es el que mejor refleja esta preocupación. Aunque su pueblo no ha perdido ninguna oficina, articula un mensaje directo. «En un momento en el que estamos luchando contra la despoblación, porque la gente se quede aquí, si encima los bancos, que tienen que aportar financiación y esa labor social, se largan y nos dejan aquí solos, pues no. No me parece normal que hagan esto, agarran la pasta y corren», sentencia el regidor. Este discurso de defensa de la repoblación, aunque con otras palabras, se repite en el resto de municipios que todavía mantienen su sucursal, mientras en los que las han perdido se resignan a conformarse con el ofibús. «Más vale tener algo que nada, porque la gente mayor no tiene medios para desplazarse», comenta el alcalde de San Martín, Juan Cruz Velasco.

Según los últimos datos del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), de 2017 y los cuales se han tomado como base para el posterior análisis que realiza este texto, en Aranda de Duero, en dicho año, había 22 sucursales bancarias, una menos que en 2016. Por su parte, Roa mantiene sus seis oficinas. Una realidad muy lejana a la que viven el 82% de los pueblos de la Ribera del Duero, que son los que ya no tienen ni una sola ventanilla.