Todo indicaba que la floración de los miles de cerezos del Valle de Caderechas estallaría a mediados del mes de abril y por lo tanto, tras años de irreparables pérdidas como consecuencia del frío, la cosecha se libraría de sufrir las fatales consecuencias. Para la tranquilidad de los fruticultores, después de tres campañas seguidas adelantándose y una última que se echó a perder por el exceso de calor, el año venía normal y las yemas de los árboles se desarrollaban con normalidad. Sin embargo, el calor de los últimos días aceleraron el proceso pero una inesperada y extrema bajada de los termómetros hasta llegar a los 7 grados bajo cero ha fulminado las flores de prácticamente toda la zona, a excepción de las zonas más elevadas, como Herrera o Madrid. 

La helada que azotó al territorio durante la noche del domingo provocó daños en buena parte de la flor de los cerezos, que finalmente han brotado con más de diez días de adelanto, pero la de la madrugada de ayer «nos ha rematado», declara con impotencia Germán Ayus, un productor de Salas de Bureba que calcula que ha perdido «el cien por cien de la cosecha». El manto blanco que hasta ayer cubría los cerezos en este área ha mutado de la noche a la mañana en millones de flores marrones y secas típicas de una estampa otoñal. A pesar de que a día de hoy hay zonas en las que las pérdidas no pueden apreciarse completamente, ya que a lo largo de esta semana las previsiones apuntan que las temperaturas superarán los 20 grados durante el día y descenderán considerablemente por las noches, los fruticultores son conscientes de que «la cosecha se verá muy resentida», manifiesta Daniel Martínez, de Río Quintanilla. 

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