Solo los cantos en latín rompieron el estricto silencio en el que el cortejo fúnebre acompañó a Juana hasta la entrada en Arcos de la Llana, donde fue recibida por las autoridades locales. Metros delante, el féretro con el cadáver de su esposo, Felipe ‘El Hermoso’ y la comitiva de caballeros y sirvientes con antorchas tomó rumbo hacia la iglesia de San Miguel Arcángel, donde velarían el cuerpo.

Así arrancó un año más, y ya van trece, la representación ‘Juana: Ciega razón’, escrita por Felipe Ureña, en la que la villa burgalesa rinde homenaje y recuerda el paso de una de las figuras más controvertidas de la historia de nuestra región. La reina, ante la pérdida de su amado esposo, inició un peregrinaje que le llevó a Arcos en octubre de 1507. Un año y medio más tarde partiría hacia Granada para dar sepultura a su esposo. Finalmente quedó recluida en Tordesillas, donde moriría en 1555. Es en este punto precisamente donde arranca la segunda parte de la recreación, ya en el interior de la iglesia. Una Juana mayor, en sus últimos días, desvaría y lamenta que la apoden ‘La Loca’ en vez de ‘La Prisionera’. Su padre, Fernando II de Aragón, la confinó en una casona-palacio-cárcel de la localidad vallisoletana 46 años, siempre vestida de negro y con la única compañía de su última hija, Catalina, hasta el matrimonio de esta.

Como novedad, en la edición de este año, que se pondrá en acción de nuevo este domingo a partir de las 21:45 horas, se ha introducido además un espectáculo de danza, en el que bailarina y Juana se suceden. También estrena papel protagonista Isabel Santidrián, que ganó el casting que la asociación que pone sobre las tablas de la iglesia la representación organizó. "Tengo muchas ganas de salir y disfrutar, llevamos todo el verano ensayando. Estás nerviosa, pero al salir al escenario siempre sale bien", explicó instantes antes de dar comienzo el espectáculo.

Este año se han introducido un espectáculo de danza. - Foto: Miguel Ángel ValdivielsoÉxito de público. 

Eran muchos los que cerca de una hora antes del comienzo de la representación ya estaban sentados en una de las sillas que el Ayuntamiento instaló en la plaza del Consistorio para contemplar el relato. Una pantalla gigante colgada de la fachada de un inmueble sirvió para que no fueran unos pocos los afortunados que pudieron entrar al interior de la iglesia.