Los pueblos del Canal de Castilla denuncian su "olvido"

R.P.B.
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Ocho años después de la última tragedia, en la que perdieron la vida seis vecinos de Zarzosa, sólo se ha protegido el puente en el que se produjo el accidente, pero el resto sigue mostrando un aspecto lamentable y no se ha hecho un paso alternativo

Los pueblos del Canal de Castilla denuncian su "olvido" - Foto: Luis López Araico

Ni siquiera la decrépita belleza del lugar, que puede resultar sugerente y arrebatadora, permite abstraerse del recuerdo de la tragedia: en la esclusa número 13 está demasiado presente la muerte, más allá de las flores secas y de los peluches que evocan ausencias terribles. Este verano se cumplirán ocho años desde que en ese punto maldito del Canal de Castilla perdieran la vida seis personas -tres mujeres y tres jóvenes vinculados a Zarzosa de Riopisuerga- después de que el vehículo en el que viajaban de madrugada se precipitara al estrecho cauce después de trazar una cerrada curva de 90 grados e impactar contra el precario pretil del puente que cruza el Canal en este lugar, muy cerca ya de la localidad de Naveros. En esta comarca que comparten Burgos y Palencia nadie ha olvidado la tragedia: es una herida que duele, y que no cerrará nunca por más que el tiempo discurra tan imparable como el agua del cauce. «Ese dolor está muy presente. Da igual que hayan pasado tantos años. Para las familias nada ha vuelto a ser lo mismo. Lo peor es que se prometieron muchas mejoras el diferentes lugares del Canal, pero nada; se ha hecho muy poco y en algunos casos incluso está peor de lo que estaba», confiesa una vecina de Zarzosa que vivió el drama que sumió en la más absoluta desolación a este pueblo burgalés.

La imagen que hoy exhibe la esclusa número 13 es bien distinta a la que mostraba en aquella jornada negra: ahora hay buena señalítica (incluso luminosa) en las inmediaciones del puente, que además se ha visto reforzado con vallas protectoras junto a sus muros.Pero nada más: el paso sigue siendo estrecho y ninguna de las reclamaciones de fuste que los vecinos de la comarca exigieron después de la tragedia (enésima, hay que decir: los más veteranos del lugar saben cuántas vidas se han perdido a lo largo de los años por la precariedad de esta singular infraestructura) se ha visto escuchada ni atendida. Si los puentes no pueden alterarse por ser considerados bienes de valor patrimonial, ¿por qué no se han construido unos nuevos, como se prometió tras el fatal accidente, toda vez que no exigirían una descomunal inversión?, se preguntan en la comarca.

«Estamos olvidados. Pero es que todo el Canal está olvidado, abandonado. Hablan de que es un atractivo para el turismo y se lo han dejado caer y no hacen nada.Parece mentira, es una verdadera vergüenza», responde Carlos Rey, alcalde de Naveros, el pueblo junto al que se produjo el terrible siniestro. «Nos dicen que hay un proyecto desde hace tres años, de que se va a hacer un puente, pero la realidad es que ha pasado el tiempo y no sabemos nada. Y no se ha hecho nada, más que reforzar el puente de la esclusa trece.¿Y no habría sido mejor hacer un paso para vehículos por otro lado y no afear el puente? También nos han dicho que se van a restaurar muchas partes, pero no sabemos nada», subraya.

Según Rey, aguas arriba desde Naveros todo el Canal es una ruina: Castrillo, Zarzosa... «Los puentes están absolutamente deteriorados; es una lástima. De pasar, se puede pasar con carromatos, porque con vehículos es un verdadero peligro, da hasta vértigo con las piedras reventadas, caídas... La verdad es que nos sentimos olvidados.Los políticos prometieron mucho los primeros días y semanas, y hasta el primer año, pero después lo de siempre: nada. No han hecho absolutamente nada más que proteger el puente de Naveros en el que ocurrió el accidente», apostilla.

Pero no sólo el olvido alcanza a lo que tiene que ver con la seguridad: los propios carteles turísticos que hablan de la audacia y la historia de esta prodigiosa obra de ingeniería hidráulica que es el Canal de Castilla languidecen bien medio rotos, bien descoloridos, que más pareciera que en lugar enorgullecerse de este atractivo las administraciones se avergonzaran de él.

 

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