Guerra total por el liderazgo

SPC
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Lo que empezó como una discrepancia por la fecha del congreso del PP madrileño se ha transformado en una batalla cruenta entre Díaz Ayuso y Génova, con Almeida como posible rival de la presidenta

El alcalde de la capital (i) y la presidenta autonómica fueron dos apuestas personales de Pablo Casado para las elecciones locales y regionales de 2019. - Foto: DAVID MUDARRA

Con las encuestas sonriendo a sus siglas por primera vez en mucho tiempo y el Gobierno en un casi continuo enfrentamiento entre sus socios de Gobierno, el PP ha caído en una guerra interna de incalculables consecuencias con el liderazgo de Madrid como protagonista. Una guerra abierta en el peor momento para los populares que, a pesar de la reciente sentencia por las irregularidades en la reforma de su sede nacional, parecían haber dejado atrás el lastre del pasado, superando con ello la travesía por el desierto que supuso la pérdida del Gobierno central a través de la única moción de censura exitosa de la democracia. Desde el PP, tanto a nivel nacional como autonómico, restan importancia a lucha fratricida y ciñen las discrepancias a la fecha de celebración del congreso regional madrileño. Pero es evidente que va mucho más allá: está en juego quien ostenta el poder en una comunidad de tanto peso como Madrid.

A la velocidad que se mueve últimamente la política en España, queda muy lejano el momento en el que se inició la anómala situación de los populares madrileños. Pero realmente no hace tanto: el 25 de abril de 2018. Aquel día arrancó la caída de Cristina Cifuentes quien, acechada por la polémica del máster que supuestamente cursó en la Universidad Rey Juan Carlos y por la filtración de un vídeo en el que era retenida por presuntamente robar dos cremas en un supermercado, dimitió como presidenta autonómica. Apenas 72 horas más tarde abandonó también el liderazgo del PP. Empezaba entonces la etapa -«temporal» dijeron desde Génova- de la gestora encabezada por un histórico de los conservadores, Pío García-Escudero. Su mandato debía durar hasta que se celebrasen las elecciones regionales y municipales de 2019. El objetivo era dotar de estabilidad al partido de cara a las urnas.

Precisamente para esos comicios, el líder nacional, Pablo Casado, eligió a una política semidesconocida, Isabel Díaz Ayuso, para ser la cabeza de lista de la formación. También fue suya la selección del candidato a la Alcaldía de la capital y, como con Ayuso, sorprendió con un nombre que pocos esperaban: José Luis Martínez Almeida. Fueron los dos una apuesta personal de Casado. Una apuesta que, al final, resultó ganadora. Aunque ambos necesitaron el apoyo de Ciudadanos para gobernar permitieron al PP hacerse con dos instituciones de enorme visibilidad.

Sin embargo, a nivel interno, el partido siguió comandado por la gestora de García-Escudero. Una anomalía que empezó a no gustar en Sol, sede del Gobierno regional, aunque la euforia por la victoria en las urnas lo tapaba todo... Y, por si fuera poco, una pandemia mundial iba a paralizar la vida normal de ciudadanos, instituciones y partidos. Con los hospitales colapsados, el país confinado, y el número de fallecidos disparado, «no tocaba» hablar de un congreso regional.

 

Triunfo en las urnas

En principio, el cónclave se aplazó hasta 2021. Pero de nuevo la actualidad cambió los planes populares. «El aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un huracán en otra parte del mundo» reza un proverbio chino. En este caso, el aleteo fue un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos a nivel estatal para derrocar varios gobiernos regionales del PP, empezando por Murcia. Sin embargo, Ayuso cambió el paso y se anticipó a la más que posible moción de censura con un adelanto electoral que nadie esperaba. La jugada de socialistas y naranja quedó anulada y, además, la dirigente popular arrasó en las urnas el pasado 4 de mayo.

Una victoria que dio alas a la presidenta regional para volver a insistir en la necesidad de convocar ya el cónclave autonómico, sin esperar hasta 2022, cuando lo había fijado Génova. En Sol insisten en que debe existir una situación análoga al resto de territorios, donde quien preside la autonomía lidera el partido, pero Génova siempre ha considerado Madrid un caso especial. Y por eso la dirección ha apostado de forma abierta por la llamada tercera vía -que la presidencia del PP madrileño recaiga en un tercero-, pero ha chocado contra Ayuso, que no dará marcha atrás a su candidatura.

Abocados a primarias

Y en este contexto, cuando además se multiplican informaciones que hablan del mal momento en las relaciones, como los bloqueos en WhatsApp de Díaz Ayuso a dirigentes del PP como Teodoro García Egea, crecen las especulaciones sobre la posibilidad de que tampoco Casado ceda y aboque a la formación a unas primarias. Un proceso donde solo Almeida tiene músculo para competir contra la presidenta. Así, sin llegar a confirmar nunca la candidatura sí se han dado alas desde Génova a la opción del alcalde como rival en la batalla por liderar la formación. «Todo está por escribir», apuntas fuentes nacionales, que advierten, además, que Ayuso está provocando «una división interna» en el partido que se visualizó en la Junta Directiva regional de la semana pasada. En público los participantes hablaron de unidad, pero después los afines a Ayuso señalaron que una mayoría pidió adelantar al congreso, mientras desde el partido madrileño, que encabeza Pío García-Escudero, hablaron primero de porcentaje importante y después de equilibrio entre posturas. Todos acusan al contrario de intoxicar.

«Así es muy difícil que sea presidenta del PP de Madrid», asegura la cúpula del partido, que critica duramente que la dirigente autonómica haya apostado por la vía del «desafío» y del «enfrentamiento» para liderar el partido.

Desde el entorno de la presidenta madrileña ya se advierte de que ella no se va a mover «ni un milímetro», que acatará lo que se decida, pero que no se echará atrás con su candidatura a presidir el PP de Madrid «sea quien sea» su rival. Eso sí, la baronesa sabe que como handicap está el hecho de no tener ningún poder orgánico en la formación a nivel nacional, más allá de ser la presidenta de la Comunidad de Madrid. Le falta peso en eso que políticamente se conoce como aparato. Lo cual es cierto que a veces no significa nada. Y si no que se lo pregunten a Pedro Sánchez, que acudió a las primarias del PSOE sin el respaldo del partido, que abrazaba la opción de Susana Díaz como líder nacional... Y años después de aquel cónclave quien está en La Moncloa es Sánchez.