Sin flores en la pandemia

M.H. (SPC)
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El sector de la flor cortada y la planta ornamental ha sufrido especialmente una crisis en la que las celebraciones han desaparecido

Sin flores en la pandemia

Se trata de uno de los pocos sectores que no disfruta de ayudas de la Política Agraria Común (PAC) y, al no destinarse su producción a la alimentación, es uno de los que más ha sufrido las consecuencias de la pandemia. Sin embargo, supone entre un 3% y un 4% de la producción vegetal final de España y son alrededor de 6.000 las hectáreas que se dedican a estos cultivos hortícolas ornamentales por todo el país.

El valor de la producción en 2019 alcanzó la cifra de 2.733 millones de euros continuando con un aumento ininterrumpido desde 2013; también desde 2013 es positiva la balanza comercial del sector en lo que se refiere a importaciones y exportaciones, que dio como resultado 180 millones también en 2019, casi el doble que cuatro años antes.

Sin embargo, estos buenos datos no han protegido a los agricultores de la crisis derivada de la pandemia. Según la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas vivas (FEPEX), en marzo, abril y mayo se habrían perdido 440 millones de euros. Solo en el primero de estos tres meses (hay que recordar que el confinamiento comenzó el día 14) las exportaciones cayeron un 23% respecto al mismo mes del año anterior.

Se considera que el 70% de la producción total anual de este sector se comercializa en primavera. Es en esta época cuando se celebra la Semana Santa, las Fallas, la Feria de Abril, el día del libro o el día de la madre, además de incontables romerías y ofrendas en miles de pueblos españoles e innumerables bodas, bautizos y comuniones, eventos que van inevitablemente asociados a las flores. Todas estas celebraciones fueron eliminadas por la pandemia y cientos de agricultores vieron como se cancelaban el 100% de los pedidos, por lo que tuvieron que destruir su producción ante la imposibilidad de darle salida.

Por si esto fuera poco, el sector quedó fuera de las medidas económicas contempladas en el Real Decreto-ley 8/2020 para hacer frente a las consecuencias derivadas del Estado de Alarma, lo que generó gran indignación por el agravio comparativo frente a otras producciones agrarias que sí pudieron acogerse a estas ayudas. Y eso a pesar de que, ya antes de que terminara marzo, ASAJA, COAG, UPA, FEDEX y Cooperativas Agroalimentarias enviaban una carta al secretario general de Agricultura y Alimentación demandando medidas urgentes por el impacto desastroso que la crisis estaba teniendo en el sector.

En esa misiva se urgía a solicitar a la Comisión Europea medidas excepcionales y urgentes de rescate; habilitar una línea de ayudas para la reposición de las producciones de plantas o cultivos de flores afectados; poner en marcha una línea de crédito a largo plazo a interés cero, así como avales para su concesión, que se soliciten para mantener la continuidad de actividad productiva; la exoneración del pago de las cotizaciones a la Seguridad Social durante el período que se vean afectados por la situación extraordinaria; o explorar posibles vías de ayuda a través de ENESA y la participación del Consorcio de Compensación de seguros para paliar las pérdidas.

Afortunadamente, el Gobierno elaboró un nuevo real decreto que se sometió a información pública en el mes de julio y se aprobó definitivamente a primeros de octubre. Este texto suponía la concesión de subvenciones por valor de casi 10,4 millones de euros, provenientes de los Presupuestos Generales del Estado, para contribuir a paliar el perjuicio económico que la adopción de las necesarias medidas para frenar la extensión de la pandemia tuvo para los agricultores de flor cortada y planta ornamental. Estas ayudas ya están siendo concedidas por las comunidades autónomas, que son las encargadas de gestionar el dinero presupuestado por el Ministerio de Agricultura.

 

Renovarse o morir.

Al pensar en flores cultivadas lo primero que viene a la cabeza son rosas, claveles y otras especies que se suelen formar parte de los ramos que se regalan en fechas señaladas. Pero las flores también se emplean para otras cosas y su uso en la cocina está ganado adeptos en los últimos años. Más allá de la alta gastronomía, donde no son nuevas, están empezando a entrar en los hogares y en todo tipo de locales de restauración.

Eso cuenta Laura Carrera, responsable de Innoflower, una empresa con instalaciones en Zaragoza y en Borobia, un pequeño pueblo soriano al pie del Moncayo donde esta ingeniera agrónoma tiene sus raíces. Una empresa que, aunque de diferente manera, ha sufrido tanto o más que el sector de la flor ornamental a causa de la pandemia. Las pérdidas que han acumulado hasta ahora desde el mes de marzo ascienden a 86.000 euros, explica Laura, y calcula que las ventas en 2020 han caído un 40% respecto a las de 2019.

El cierre del canal HORECA supuso un enorme revés. Era la salida del 90% de la producción de Innoflower. Miles de flores tuvieron que ser destruidas y, a pesar de los fondos que el Ministerio aprobó en octubre para compensar las pérdidas en este tipo de cultivo, en Aragón no se transcribieron y no pudo optar a ninguna ayuda por lo perdido en los invernaderos de Zaragoza (uno de los cuales, además, se hundió con las nevadas); en Borobia sí tuvo opción, pero el grueso de la producción está en la capital aragonesa y la cantidad a la que opta en Castilla y León no soluciona gran cosa.

Esto mismo le está ocurriendo a muchas otras empresas y Laura se lamenta de la cantidad de ellas que van a desaparecer cuando terminen los ERTEs. «Mientras hay un ERTE no puedes despedir a nadie ni cerrar la empresa, pero cuando terminen muchas no van a poder seguir. Las ayudas no se están dirigiendo bien y no se están teniendo en cuenta peculiaridades. Se quedan fuera muchas que crean empleo en los pueblos, innovan y contribuyen al desarrollo rural».

Ante esta situación, a Innoflower no le ha quedado otro remedio: renovarse o morir. Actualmente Laura está inmersa en la apertura de mercados foráneos con la creación de productos nuevos y atractivos que no sean perecederos como la flor fresca que, como cualquier otro vegetal, tiene una vida limitada. Están trabajando muy duro y van entrando en Estados Unidos a través de flores cristalizadas, una preparación que exige un proceso complicado en el que han tenido que invertir mucho tiempo y dinero.

También están abriendo mercado en Francia, Italia o Inglaterra con productos como las flores liofilizadas y deshidratadas, de las cuales van a ofrecer «la mayor gama del mundo». Y todo eso combinado con unos altísimos niveles de seguridad alimentaria, tal y como exige la Unión Europea, que a veces son complicados de compatibilizar con ciertas presentaciones y exigen gran cantidad de trabajo.

Aparte de los nuevos mercados internacionales, las ventas online están mejorando su rendimiento. Con el confinamiento y las restricciones la horas que se pasan en casa han aumentado y mucha gente se ha lanzado a hacer cosas nuevas en los fogones. Laura cree que sus flores están dejando de verse como algo exclusivo de la alta cocina y que se está generalizando su uso doméstico, lo cual ha beneficiado a Innoflower, aunque sin llegar ni mucho menos a compensar las pérdidas sufridas.

Actualmente están planificando la campaña de este año que comienza sin cambios respecto al ejercicio anterior. Laura confía en que para el verano las cosas se hayan normalizado y los establecimientos que compran su producto estén funcionando a pleno rendimiento, por lo que ha plantado más o menos la misma cantidad que otros años. Ahora solo queda esperar que la vacuna haga su efecto y el coronavirus no dé al traste con el trabajo de otra campaña en Innoflower.