Entre 1891 y 1895 - Un crimen sin testigos

J.L.H.
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En una fecha indeterminada entre los años 1891 y 1895, alguien asesinó a un joven estudiante de Teología y simuló después que se había suicidado. Una familiar del fallecido, María Pilar Merlos Rodríguez de Tudanca, trata de esclarecer aquellos hechos

María del Pilar, familiar de Ramón que está intentando aclarar su muerte - Foto: J.L.H.

HECHOS: Ramón Rodríguez de Tudanca Alvarado cayó fulminado cuando celebraba un bautizo.

SOSPECHAS: La familia del difunto siempre creyó que su muerte no fue natural, sino que le asesinaron por la relación que mantenía con la mujer del secretario, Víctor Arce.

INVESTIGACIÓN: María Pilar, familiar del finado, trató de esclarecer lo que pasó realmente. María Pilar creía en 2003 que aún vivían entonces muchas personas que podrían aclarar la muerte de Ramón.

Isaac, hermano del fallecido y con el que guardaba un gran parecido físicoIsaac, hermano del fallecido y con el que guardaba un gran parecido físico - Foto: D.B.

Era un joven aparentemente feliz. Ramón Rodríguez de Tudanca Alvarado era guapo y tenía un buen porte. Estudiaba Teología y dominaba el griego y el latín, aunque sus aspiraciones no pasaban por ser sacerdote. Su pelo rubio y su buen vestir debieron causar sensación entre las jóvenes del Valle de Valdivielso. Pero Ramón tuvo la mala fortuna de enamorarse de la esposa del secretario municipal y del juzgado, Víctor Arce, lo que al final pudo costarle la vida.

Toda su desdicha comenzó cuando esta mujer tuvo un hijo, y muchos sospecharon que el padre no era Víctor sino Ramón. Sorprendentemente, este último fue invitado al bautizo de la criatura, algo que intranquilizó a los parientes más cercanos del joven estudiante de Teología. Hasta su propia madre, Pilar Alvarado, le animó a que no aceptase la invitación pero, según se ha transmitido de padres a hijos, Ramón la tranquilizó recordándole que había que perdonar las ofensas. De ser cierta, esta frase evidenciaría que el secretario municipal, quizás enterado de los amoríos entre su señora y el joven, había criticado públicamente la actitud del joven estudiante.

Nada se sabe sobre la ceremonia del bautismo y muy poco de lo que aconteció en el banquete. Finalizada la comida se sirvió el café y los licores. No había finalizado Ramón de tomárselo, cuando cayó fulminado, mientras el resto de los comensales no sufrió ningún problema. Al parecer, Arce ordenó que llevasen su cuerpo a un pajar y le pusieron una soga al cuello, con el fin de que los vecinos pensaran que se había suicidado. Poco después lo trasladaron a una cueva en el paraje conocido como Los Hocinos. En fecha sin determinar, el pastor Bernardino vio como los buitres sobrevolaban sobre una cueva y al acercarse descubrió el cadáver.

La Audiencia de Burgos declaró inocente al secretario Víctor Arce, por lo que el caso se cerró sin encontrar, al menos para la Justicia, al culpable de la muerte del joven. Prácticamente todo el pueblo de Quintana de Valdivielso testificó ante el juez, aunque pocas pruebas pudieron aportase para esclarecer los hechos, ya que los escasos asistentes al banquete se llevaron a la tumba lo que ocurrió aquel día.

Desde hace más de dos décadas, María del Pilar Merlos Rodríguez de Tudanca está luchando por conseguir que se aclare aquel asesinato, que ella sitúa entre los años 1891 y 1895, aunque se puede afirmar, casi con total seguridad, que los hechos ocurrieron antes del 1 de abril de 1891, fecha en la que nació Diario de Burgos, ya que este rotativo no recoge ni una línea sobre el asesinato, ni sobre la posterior celebración del juicio.

María del Pilar describe a su bisabuelo (el padre del fallecido) como un hombre «muy tranquilo al que no le gustaban los jaleos». Por ello, decidió «no revolver más y dejar el asunto», señala Pilar, agregando que con su muerte se llevó el gran secreto a su tumba.

«Unos días antes de morir Ramón, llamaron a la puerta y salió mi bisabuelo, encontrando una carta en el suelo. En la misma sólo decía ¿cuida bien de nuestro hijo?», describe. Aunque nadie supo quién fue el autor de la enigmática nota, todas las miradas se dirigieron hacia la mujer del secretario.

Después de la trágica muerte y quizás para terminar con las habladurías, la familia marchó a Quintanilla de Pienza, donde era párroco un hermano de Ramón, Valentín. La estancia fue corta, ya que el sacerdote murió al poco tiempo, y decidieron mudarse a Espinosa de los Monteros, donde otro hermano, Isaac, acababa de tomar posesión como coadjutor y capellán.

Poco más ha podido averiguar María del Pilar hasta la fecha, pese a que ha recorrido todo el Valle de Valdivielso, Villarcayo, Montija y Espinosa. «Las personas mayores temen hablar. En una ocasión me estaba contando una vecina cosas de la familia y vino corriendo una señora para llevársela». Entre lo poco que le contaron destaca que durante años hubo siempre una corona junto a la cueva donde encontraron el cadáver. «También he podido averiguar que finalizado el juicio, Arce se encontró en el Espolón a mi abuelo y él sonrió».

Una de las cosas que parecen claras es que alguien se encargó de borrar todas las huellas del paso de Ramón por este mundo. Incluso Pilar tiene fotos de toda la familia menos del fallecido. «En mis pesquisas me están ayudando el sacerdote Julián Gumieres del Valle de Valdivielso y Don Matías Vicario del archivo de la Diócesis de Burgos», pero alguien realizó el trabajo para borrar todo, ya que en los ficheros de Quecedo, capital de la Merindad de Valdivieldo, se quemaron las hojas donde debía aparecer la fecha de su nacimiento y muerte, así como el lugar donde está enterrado.

«En Burgos tampoco tenemos las fechas de su nacimiento, bautismo y primera comunión. Está claro que han trabajado a fondo para no dejar rastros», afirma Pilar, que en estos momentos cuenta con un equipo de personas dispuestas a ayudarla. «Poco a poco vamos conociendo datos. Sabemos que una hija de Arce marchó a Méjico», agrega.

En cualquier caso está convencida de que viven muchas personas que podrían aclarar la muerte de Ramón. «Yo les pediría que hablen y nos ayuden a encontrar el cadáver y conocer la verdad ». Sabe que por el tiempo transcurrido sería imposible llevar el tema a los tribunales: «lo único que persigo es conocer la verdad. Pienso que así, mis antepasados podrán ver cumplido un sueño, que ellos no lograron descifrar», apostilla.

* Este artículo fue publicado en la edición impresa el 21 de diciembre de 2003