Las luces de la Navidad ya adornan nuestras calles. Nos preparamos para vivir estas fiestas entre la ilusión y la incertidumbre por la situación sanitaria que nos acecha desde hace casi dos años. Y, no tardando mucho, empezaremos a hacer planes para el próximo año. Ciertamente, nos marcaremos objetivos con el deseo de intentar mejorar en todas las vertientes de la vida. Nos adentramos en el Kaizen, o el 'cambio para mejorar'.

Etimológicamente, kai significa 'cambio', la acción de enmendar, y zen significa 'bueno, beneficioso'. Es decir, el kaizen es una filosofía para «mejorar cada día un poco más. El objetivo es muy sencillo: no debe de pasar un solo día sin que haya mejorado algo en tu entorno», no sólo en el ámbito personal, sino también en tu vida profesional y en tu sociedad.

En la empresa, el kaizen se ocupa de lograr el grado óptimo en el trabajo sin importar la sección que ocupe cada trabajador. Aunque en el entorno empresarial el kaizen se centra en el control de la calidad para diferenciarse -a través de la excelencia- de los competidores, esta filosofía puede aplicarse también en la gestión y coordinación de los equipos de trabajo y, en general, en todos los ámbitos de nuestro día a día. No basta con desear mejorar cada día, sino que es necesario actuar. Pero para seguir la filosofía kaizen y alcanzar esa mejora, lo primero que tenemos que hacer es reconocer que tenemos problemas. Solo a partir de ese reconocimiento lograremos perfeccionar, ya que la complacencia o mirar para otro lado es nuestro mayor enemigo.

Esta filosofía no deja de ser un método para resolver problemas y conflictos. Una vez que los detectamos y los reconocemos debemos introducir pequeñas modificaciones para lograr los objetivos, por inalcanzables que nos parezcan. Robert Maurer en su libro El camino del kaizen así lo expresa. Actuemos y lo conseguiremos.