La 'BCD' de Italia se llevó el oro

Diego Izco
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Bonucci, Chiellini y Donnarumma fueron el 'triángulo mágico' ganador ante una Inglaterra que pecó de vértigo cuando se vio campeona

Celebración de los ‘azzurri’. - Foto: Andy Rain / POOL

Otros decidieron ponerle siglas a sus delanteras (la ‘BBC’, la ‘MSN’...) pero Italia tiene muy claro que las casas se construyen desde los cimientos. Pasan los años y cambian las generaciones, pero nadie gobierna en arte de defender como ellos, con balón y sin él:Italia fue campeona apoyándose en muchas cosas... pero por encima de todas ellas, en la ‘BCD’, el triángulo que forman sus dos ya míticos centrales, Bonucci (34 años) y Chiellini (36), y un portero que ha llegado para marcar época, Donnarumma (22). 

 

Italia

No había terminado un partido y alguien ya había pedido en ‘Change.org’ un Balón de Oro conjunto para Bonucci y Chiellini. El uno de Viterbo, el otro de Pisa;el uno goleó para hacer justicia en el marcador, el otro cometió un solo error (y lo corrigió ‘a lo Chiellini’: con un agarrón a Saka que fue ‘meme’ al instante) y protagonizó dos momentos asombrosos en la prórroga, evitando dos goles, levantándose con la energía del muchacho que acaba de conseguir un gol, festejando con sus compañeros... Cuando en el 122 dobló al extremo para irse al ataque, medio planeta deseaba ver ‘el gol del feo’. De una forma casi poética, el aficionado ha aprendido a apreciar el esfuerzo coordinado de dos viejos colegas. La limpieza con la que ‘B’ saca la pelota, el orgullo con el que ‘C’ va al suelo... La regeneración de Italia se ha sustentado en una pareja de 70 años. 

Un gigante. Donnarumma paró tres penaltis consecutivos y le dio el título a Italia. Un héroe nacional recién salido de la adolescencia, un crío de 196 centímetros que mueve sus 101 kilos de peso casi con violencia, una bestia con un presente asombroso y un futuro arrollador. Cuando detuvo a Saka el penalti definitivo, se levantó y miró al infinito con esa mirada perdida del portero de elite, tipos con un punto de locura constructiva en todo lo que hacen. «No hay portero cuerdo -decía Bilardo-... y si lo hay, es un mal portero». 

La versatilidad. A veces se ganan los partidos a base de confundir constantemente al rival. Italia se enfrentaba a la mejor defensa del campeonato y decidió ir poniendo pequeñas trampas:le dio de entrada un delantero de constante desmarque (Immobile) y después se lo quitó, le puso a Chiesa por una banda y luego por el centro, le enseñó un Berardi, después un tanque más estático como Belotti, le mostró a Insigne para después entrar con Emerson por la misma banda... Al final el gol llegó en el barullo de un córner, pero no hay córner sin dominio y no hay dominio real si al adversario estás constantemente ofreciéndole lo mismo. Esta Italia tiene mil caras. 

Donnarumma recibió de manos de Ceferin el trofeo al mejor jugador de la Eurocopa. Donnarumma recibió de manos de Ceferin el trofeo al mejor jugador de la Eurocopa. - Foto: John Sibley / POOLUn ancla. A sus 29 años (cumplirá 30 en diciembre), Jorge Luiz Frello, Jorginho, ha alcanzado el mejor momento de su carrera. Campeón de la Champions con el Chelsea y de Europa con Italia:Mancini le movió todo el mediocampo (empezó con Barella y Verratti, terminó con Locatelli y Cristante), y todo lo hizo bien. Tuvo en sus botas la gloria con el quinto penalti... pero esta prefería esperar a Donnarumma.

 

Inglaterra

El título estuvo en su mano, mucho más cerca de lo que nunca creyó. Y fue exactamente eso lo que pasó en la final: que el segundo equipo más joven del campeonato (25,2 años de media), esa magnífica generación mimada por Southgate y todos los técnicos de la FAen categorías inferiores, no tuvo poso para asegurar la final. De repente, viéndose tan favorita y tan superior, con un dominio físico y táctico inesperado ante la ‘gran Italia’, los jóvenes ingleses (22 años de Rice y Mount, 24 de Philips...) pecaron de vértigo. Es cierto que pocos gestionan la desventaja como históricamente ha hecho Italia, pero gestionar las ventajas (lo que crea campeones) necesita experiencia.

Rice. Tomándole prestada la imagen al ciclismo, todos hemos vibrado con jóvenes ciclistas atacando a 80 kilómetros de meta, machacándose y dejando imágenes épicas. «No llega, no llega», es lo que el espectador de sofá va viendo conforme el muchacho da tumbos en la última subida y la moto va marcando referencias. Ese ‘jornalero de la gloria’, que decía García, casi nunca llega porque, sencillamente, está vacío. Declan Rice, el mediocentro del West Ham valorado en 65 millones de euros, hizo una exhibición tan asombrosa en la primera mitad que se quedó sin piernas en el 73. Y un trocito de Inglaterra murió con él. Saber regularse, como lo de aguantar la presión, es algo que se va aprendiendo. 

Siempre nervioso. Lo de la flema inglesa no va con Jordan Pickford, un portero que siempre tiene cara de haberse tomado ‘algo’ y que ataca el golpeo de balón con los nervios de quien nunca lo pateó previamente. Al contrario que Donnarumma, no transmite tranquilidad a sus defensas... ni falta que les hace:«Tú para balones y nosotros tranquilizamos al equipo», parecen decir los Maguire, Stones, Walker y compañía. 

Más fotos:

Bonucci, autor del empate de Italia.
Bonucci, autor del empate de Italia. - Foto: PAUL ELLIS
La satisfacción del capitán Chiellini tras recibir la medalla como campeón.
La satisfacción del capitán Chiellini tras recibir la medalla como campeón. - Foto: FACUNDO ARRIZABALAGA
Jorginho se desquita del inglés Harry Kane.
Jorginho se desquita del inglés Harry Kane. - Foto: LAURENCE GRIFFITHS
Sterling consuela a Pickford.
Sterling consuela a Pickford. - Foto: Frank Augstein / POOL
Las lágrimas del joven Rice.
Las lágrimas del joven Rice. - Foto: LAURENCE GRIFFITHS
Shaw (d), autor del tanto de los ‘tres leones’ pelea con Chiesa.
Shaw (d), autor del tanto de los ‘tres leones’ pelea con Chiesa. - Foto: JOHN SIBLEY

¿El futuro? Southgate, o quién sea, debe convencer a los suyos de que este es el camino. Semifinalista en Rusia’18, subcampeón en la Eurocopa... Las decepciones son malos puntos de partida para tomar grandes decisiones, aunque a veces «perder» y «dar continuidad» parezcan (sin serlo) antónimos.