Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Baronesas

04/06/2021

El PP parece que se ha rendido a la evidencia y finalmente, Isabel Díaz Ayuso unirá a su cargo de presidenta autonómica el de la baronía del partido, primarias mediante, en las que ya parte con el beneplácito del secretario general del partido, Teodoro García Egea, que ha dejado en la cuneta las pretensiones del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Su caso es contrario al de otra mujer con predicamento político, la expresidenta andaluza, Susana Díaz que se ha visto en la misma tesitura que la presidenta en funciones madrileña, convencer a la ejecutiva de su partido de que es la mejor candidata, sino para que la apoyen, cosa que no tiene visos de ocurrir, al menos para que las zancadillas no sean muy evidentes, porque todavía no ha perdido unas elecciones, aunque haya perdido el poder.   

El caso de Díaz Ayuso es de manual. Si todos los presidente autonómicos del PP son los presidentes de su organización regional no había motivos para que ella constituyera una excepción, sobre todo cuando la avalan los resultados de las últimas elecciones autonómicas madrileñas, lo que ha dejado sin argumentos a quienes tenían pensada otra operación política que pasaba por el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, o lo que se conocía como una ‘tercera via’, para que no hubiera enfrentamiento entre los dos líderes de las instituciones más importantes de la región.  

La proyección alcanzada por Díaz Ayuso basado en su concepto sui generis de la libertad, la oposición frontal al Gobierno en todo, absolutamente en todo lo relacionado con la pandemia, y en el caramelo fiscal de Madrid, más el marketing político desarrollado por su ayuda de cámara, Miguel Ángel Rodríguez, dispararon las alarmas en la calle Génova, respecto a sus pretensiones futuras, acotadas por la amistad que la une al presidente de su partido, Pablo Casado. Pero sin duda habría sido una anomalía que despertaría recelos y sospechas que la dirección nacional del partido no hubiera apoyado su candidatura ante la militancia, que tiene la última palabra. Tras las declaraciones del número dos del PP, Martínez-Almeida se ha recogido a sus cuarteles de invierno y espera ahora que haya algún tipo de integración de los miembros de su equipo que puedan resultar alternativa si fuera necesario. Tanto al PP como al PSOE les ocurre lo mismo en Madrid, que sus organizaciones se pasan más tiempo dirigidas por gestoras que por direcciones consolidadas, porque son tantos los intereses que se entrecruzan que les resulta difícil de digerir.  

El caso de Susana Díaz presenta ciertas similitudes con el de Ayuso. Se trata de una baronesa regional que no ha perdido las elecciones, y que solo un ‘pacto de perdedores’ la descabalgó del poder, lo mismo que ocurrió en otras ocasiones con barones regionales del PSOE que perdieron las elecciones y se mantuvieron al frente de la organización para, en muchos casos, volver a recuperar el poder, y a eso se aferra para pedir una nueva oportunidad. Pero si Ayuso va de subida, Susana Díaz va de bajada; si la primera representa la renovación generacional, la segunda la continuidad; si Ayuso es amiga de Casado, a Díaz no le ha quedado más remedio que contemporizar con su secretario general que la venció en las primarias y que ha esperado el momento oportuno para retirarle su apoyo.